La mañana estaba agradable, el microbús partió rumbo a San Vicente desde la casa de Laura Gussoli Av. Dr. Ricardo Balbín 1237, llevaba 22 persona a bordo. Las horas transcurrieron en la ruta, el día iba camino a un ocaso, un ocaso que anunciaba su final, pero todavía faltaba varios kilómetros para llegar. Gente que apenas se conocían, iban entablando relaciones, contándose historias y el humor empezaba a ganar un espacio. Hasta que al fin el transporte se detiene en un kiosco 24 horas para luego llegar a un taller donde el camión que ya esperaba con las donaciones, estaba estacionado, el taller era de personas que también tenían una fundación y cedía un espacio para alojar el cargamento que sería luego llevado a cada ahijado/a. El cargamento fue bajado haciendo pasamanos donde cada una de las personas que viajaron puso su hombro para terminar lo antes posible y de ahí a descansar en el albergue del polideportivo de San Vicente.
Tres aldeas esperaban, y dos escuelas. Las aldeas de Chafaris, Igua Pora y Caramelito, las escuelas eran: una escuela rural del Soberbio y la Escuela 702 de Campo Ramón. La escuela del Soberbio está a 4 kilómetros de distancia de la aldea Chafaris, por ello esa aldea no tiene escuela. En las otras dos no es así, ya que Caramelito está a 4 horas de viaje de San Vicente, caminos agrestes suelos húmedos y algunos arroyos hacen casi una odisea el viaje. Igua Pora presenta las mismas características, con la ventaja que el traslado dura menos. La escuela 702 de Campo Ramón también es alejada y está en la zona rural, acá no hay aldea cerca, pero también los caminos presentan complicaciones, con muchas subidas y bajadas, casi como una montaña rusa natural. En fin esos caminos fueron lo que el contingente atravesó para llevar las donaciones, con espíritu hidalgo.
Unas cajas de bananas cargadas con lo necesario para que niños y niñas puedan ir a la escuela fueron preparadas por los padrinos, durante el año, sumadas a las donaciones, donaciones de voluntarios que eran esperadas con ansiedad. Esas donaciones eran mercaderías, ropa y leche entre otras cosas. Las cajas se entregaron a cada niño y niña. En cada caja estaba el nombre del ahijado, ahijada y de la madrina, buscando de esta manera un contacto humano donde la solidaridad jugaba en las mejillas echas lágrimas de emoción.
Por ultimo cabe decir que los pueblos originarios de las tres aldeas mencionadas, señalaban los mismos padecimientos; las tierras que se les ha arrebatado por la expansión del agro. Los ríos casi sin peces y los montes con pocos animales, hacen que sobrevivir para esos pueblos sea casi un milagro, milagro que se logra en comunidad. Por ejemplo en Chafariz se van muriendo cinco niños este año por el agua contaminada con los agros tóxicos usados para las tabacaleras.
En fin rescatamos las palabras de unas de las chicas del mencionado contingente: “un nudo en la garganta todo el tiempo, me vine con sentimientos encontrados, feliz de haber ayudo y triste porque nosotros veníamos y ellos quedaban, ahí con sus necesidades”.