Hacia principios de 1890 comenzaban a agruparse los trabajadores y las trabajadoras en distintas expresiones sindicales incipientes. Estas se originan alrededor de las asociaciones mutuales y de socorros mutuos, nacidas de la inmigración proveniente de Europa, pero también con una fuerte participación local. Estos nuevos obreros y trabajadores urbanos se enfrentaban a un gobierno manejado por los patrones de estancia y los dueños del comercio exterior, cuya expresión más poderosa fue el ya consolidado estado agroexportador argentino, gobernado por el PAN, que reunía a los principales nombres de la aristocracia, entre ellos, a Julio Argentino Roca.
Los patrones se oponían a cualquier conquista laboral por parte de los trabajadores, a los cuales, además de padecer la falta de descanso, condiciones insalubres y salarios miserables, se les prohibía la protesta a través de la represión o, en el caso de los inmigrantes, con la infame ley de Residencia. Esta última, permitía al gobierno argentino la discrecionalidad de expulsar a cualquier extranjero considerado peligroso sin juicio previo o prueba alguna. En ese contexto comenzaron las primeras luchas por parte de los gremios y sindicatos por mejores condiciones laborales. Entre todos estos grupos, los anarquistas fueron sin duda los más combativos.
En ese contexto llegó a la Argentina una familia de alemanes, entre los cuales, una de la hijas, nacida en San Luis hacia 1976, fue Virginia Bolten.
Entre el mito y la historia
Poco se sabe con exactitud de su vida personal dado que alrededor de Bolten se crearon infinidad de mitos acerca de su participación en su lucha por las mujeres, y por los derechos laborales. Lo que si conocemos en es su militancia en varios periódicos de la época, entre ellos La Voz de la Mujer, el cual editó personalmente en nueve ediciones con su sueldo de la fábrica de zapatos. Su lema era “ni patria, ni dios ni marido”, y allí difundió las ideas del comunismo libertario que estaba en contra de las instituciones religiosas, vistas como instrumentos de dominación sobre la conciencia de los hombres, pero especialmente violentas y represivas hacia la mujer.
Desde su periódico, BOlten denunciaban las malas condiciones y los abusos contra los trabajadores, pero resaltaba más efusivamente las injusticias contra las mujeres, ya fuera por la patronal, la iglesia, el estado, o la propia familia. Libertad e igualdad eran las ideas fuerza de sus escritos en donde consolidó los primeros pasos del feminismo en Argentina y comenzó una militancia que duró hasta el final de su vida.
Además de la escritura y la colaboración con otros periódicos de izquierda de la época, Bolten participó activamente de las movilizaciones, panfletos y actos de su tiempo. Fue oradora en varias provincias, incluidas Buenos AIres y Santa fe, además de Uruguay. Encabezó varias huelgas, como la de choferes en 1902, la de los trabajadores del Mercado de Frutos en 1904, la huelga de inquilinos en 1907, entre otras tantas. También formó el Comité de Huelga Femenina, único en su tiempo y anticipo de los actuales paros de mujeres.
En1907 es arrestada durante un protesta y al hacerse pasar por uruguaya es deportada al país vecino donde había sido exiliada su familia. Desde Uruguay formó parte del movimiento anarquista-feminista y brindó su apoyo al gobierno del presidente Battle y Ordoñez, del cual consiguieron varias conquistas que tenían que ver con la secularización del estado y la retirada de la iglesia de la vida de los espacios de poder en la vida civil, en la salud y los cargos públicos. La legalización del divorcio, la asignación por desempleo, la jornada de ocho horas, la derogación de la ley de residencia uruguaya, fueron solo algunas de las conquistas por las que Bolten militó activamente al mismo tiempo que condenaba la represión de la protesta social en Argentina.
Sobre el final de su vida conocemos apenas algunas conjeturas: se cree que falleció hacia 1960 luego de formar parte del Centro Internacional de Estudios Sociales en Montevideo. Sobre lo demás apenas hay estudios que reconstruyen su vida.
De Virginia Bolten nos queda el símbolo y el legado de la lucha de los trabajadores, tanto que hasta los que no saben que existío hablan de ella. Cuando alguien se toma vacaciones, está Virginia; cuando trabaja ocho horas, está Virginia; cuando participa de una marcha, marcha Virginia; cuando usa la palabra derecho, la nombra a Virginia. Cuando cualquiera habla del feminismo, está hablando de ella.