Hablar de violencia hoy es al parecer algo complicado, por ello se hace necesario pensar un poco de manera contra-hegemónica, no caer en el discurso mediático que se hace eco del discurso de una clase. En función de esta línea de pensamiento tendremos en cuenta algunos conceptos para aproximarnos al lado “B” de la realidad.
Los hechos acontecidos en la plaza de los dos congresos, tanto el lunes 18 de diciembre como el jueves 14 de diciembre del corriente año tuvieron una particularidad que los diferencio. La particularidad es que el jueves 14 de diciembre las inmediaciones del congreso estaban custodiada por la gendarmería, fuerza que no ha tenido ni tiene empacho en usar la violencia llevando a límites groseros, sádicos, basta con mirar la historia para confirmar esto que se dice. Esta fuerza espero a la gente, que eran manifestantes que se expresaban de manera pacífica, con gases lacrimógenos, era imposible avanzar hasta el centro de la plaza, solo unos pocos manifestantes lograron el objetivo, hasta que de pronto circulo la noticia de que se había levantado la sesión en la cámara de diputados, la gente se retiró pacíficamente y cuando la plaza quedo casi vacía las fuerzas avanzaron sobre los que quedaban y se produjo detenciones arbitrarias.
Es también atinado comentar que diputados y diputadas fueron agredidos por esta fuerza frente a las lentes de las cámaras.
En cuanto al pasado lunes la custodia del congreso estuvo a cargo de la policía, quien permite la entrada de los manifestantes a la plaza pero esperando con los carros de asaltos. La provocación era evidente, estaban a casi 150 metros de las vallas donde se apostaba el cordón policial, realizando movimientos como si intentaran avanzar sobres los manifestantes que llegaban masivamente. La provocación duro unos minutos hasta que se desmadro todo. No es la reacción de unos cuantos, sino la provocación de la policía la que genero el enfrentamiento, hay que aclarar que primero avanzó un grupo de manifestantes pacíficamente y la respuesta de los carros de asaltos fueron la activación de la bomba hidrante contra los manifestantes y la defensa de dichos manifestantes se convierte en una reacción que los hace avanzar a estos mismos hasta el centro de la plaza. El cordón policial comienza con los disparos sobre la gente. El epicentro de la batalla tuvo lugar en las dos orillas de la plaza, por el lado de Hyrigoyen y por el lado de Rivadavia. Lo demás es ya conocido, gases lacrimógenos, las corridas y otra vez detenciones arbitrarias.
Pero la violencia en la plaza, con todos sus saldos negativos fue una violencia secundaria, que es consecuencia de una violencia primaria, y esta violencia primaria es política-económica que a su vez es consecuencia de un modelo neoliberal que con medidas de ajuste empobrecen a una gran mayoría de personas, no solo acá en este país sino en el mundo, porque el neoliberalismo es global. Esos planes económicos que empobrecen a millones y millones de seres humanos no cierran sin represión. La ecuación es simple: nadie está dispuesto a morir de hambre o de enfermedades curables o de enfermedades provocadas por la contaminación ambiental etc. etc. Sin resistirse aunque en ello se le vaya la vida.
En definitiva el modelo neoliberal es estructuralmente violento, no resuelve la pobreza, la profundiza. La avanzada sobre el pueblo Mapuche con las muertes que ya lamentamos todos y todas, no es para nada diferente de lo que ocurre en el Amazonas, de lo que ocurre, pensando más ampliamente, en cualquier lugar del mundo donde hay que extraer los recursos naturales que ponen a circular el engranaje de la economía global que favorece a las grandes multinacionales que manejan el mercado mundial.
Entonces: La lente del análisis tiene que hacer foco en la forma que tiene esta gran máquina, que es el capitalismo reformulado mediante el neoliberalismo, de poner en marcha sus engranajes para sacarle la plata del bolsillo a una gran mayoría y poner en las cuentas de los muy pero muy ricos que son los pocos y dominan el mundo. Ahí está el centro del análisis de la violencia, lo contrario es pura superficie que alimenta la chabacanería cotidiana para seguir adormeciéndonos.