¡Usted es un ladrón!¡Vote por mí!
Darío Kubar llevó adelante una campaña por lo menos extraña para encarar las pasadas elecciones: no tuvo propuestas claras que conectaran con las demandas de la sociedad; intentó armar un discurso antikirchnerista aunque él formó parte de ese espacio político; trató de atacar al gobierno por ser kirchnerista, aunque su principal figura es de hecho Sergio Massa; y fue a buscar los votos que necesitaba para ganar con la misma estrategia que los libertarios: acusar a los que no simpatizan con su fuerza política de ser criminales, vagos y corruptos que viven de un plan y buscan conscientemente la destrucción de la patria Un clásico.
Imagínese usted el siguiente diálogo político:
– ¿Votará por mí?
-Bueno, la verdad no.
-Pues eso se debe a que usted quiere la ruina de este país, apoya la corrupción y seguramente vive de un plan. En estas elecciones se van kirchneristas.
-Perdón, tiene usted razón. Me retracto y votaré por usted.
-Que tenga un buen día.
La hipótesis es absurda dado que, se supone, el ejercicio de la política es convencer a los otros de que formen una mayoría. Que se sumen a su espacio político, no que se vayan. Esto es igualmente cierto para las fuerzas que son mayoría en un país y pretenden seguir siéndolo. Por lo que es completamente ridículo atacar a posibles votantes por haber elegido a tu rival en elecciones previas. Cuando se está diez puntos abajo uno debe intentar quitarle votos al rival, no hacer campaña acusando al votante peronista de ser el origen del mal, un delincuente, un perezoso o alguien que no entiende los pormenores y grises de la política. Se puede atacar a una figura política, descalificarla, pero nunca es bueno denigrar al votante que a ir a poner el sobre en la boleta.
Por ello Kubar, frente al resultado de las PASO, tenía dos opciones: o quitarle votos a los libertarios o quitarle votos a Mauro García. Intentó esto último, pero sin pelear de frente con el oficialismo municipal, solo atacando al gobierno nacional ¿Y por qué? Porque un candidato opositor debe o bien señalar lo que el oficialismo hace mal, o bien prometer que él podrá hacer cosas mejores. Un político hábil hace ambas. Kubar no pudo hacer ninguna. No pudo señalar lo que Mauro García hizo mal porque el margen era muy estrecho, se habría limitado a criticar la ropa o la decoración. Por otro lado, criticar la gestión García habría llevado a una inevitable comparación con su propia gestión donde fue superado por el actual oficialismo en prácticamente en todos los aspectos y por un margen importante. Ahí radicaba su otro problema, siendo tan mala y por momentos cínica la gestión Kubar (recuérdese su distendida declaración reconociendo que tenía veinte familiares en el municipio) ¿Cómo iba a prometer una alternativa mejor siendo que la sociedad ya lo vio gobernar y terminar con un gobierno quebrado?
Esta imposibilidad de antagonizar con García en materia de gestión (discutir sistema de salud, edificios educativos, servicios públicos, deuda municipal, obra pública) obligó a Kubar a rascar el fondo de la lata y hacer una campaña con recursos insólitos: publicar el precio del pan sin referencia real (según Kubar el kilo de pan vale 1000 pesos), sortear figuritas de Messi, comparar cuánto dulce de leche se podía comprar en 2019 (pero sin mencionar a Macri), anunciar el partida inminente del kirchnerismo como si tuviera una ventaja de 20 puntos, prometer obras en el cementerio municipal (quien escribe no comprende si es bueno o malo. Esto es extrañísimo y excede la capacidad del redactor para calificarlo), entre un amplio y bizarro etcétera donde lo único más o menos claro era el antikirchnerismo.
La culminación de este estar a la deriva, sin discurso y sin propuestas más allá de la supresión del otro, fue el reconocimiento de la derrota en un posteo en sus redes sociales. Allí Kubar felicitó a Mauro García, miembro de la fuerza política a la que acusó de todos los males concebibles, y celebró los 40 años de la democracia porque francamente no había mucho para celebrar. Ya no posee la consigna del cambio, la lucha contra la corrupción, el desarrollo económico, la educación, quedándose tan solo con una filosofía humanista y basta aún no explicitada por la que fue su candidata a presidenta. Lo que nadie pone en duda es que era un sistema basado en una filosofía muy interesante.
Bullrich al volante
A veces el candidato local tiene una buena performance y mejora el caudal de votos de su cabeza de lista. A veces el candidato local no tiene una buena performance, o no es muy conocido, pero logra un buen resultado por los votos que le suma su candidato a presidente. La paliza histórica que Kubar recibió el pasado domingo es fruto de su mala gestión y su inexistente campaña, pero también de la estrategia desplegada por Juntos a nivel nacional.
Ahora que ya no podían hacer gala de la palabra cambio, debían ofrecer una propuesta que enfrentara al peronismo, pero sin perder identidad frente a los libertarios. Ambas fuerzas, las de Milei y la de Bullrich, se caracterizan por su antiperonismo y por su vocación de quitar derechos sostenidos en un discurso prepotente. La Libertad Avanza ofrecía la versión más pura de esta identidad política por lo que Bullrich quedó en el medio, sin capitalizar la extrema derecha, y sin poder posicionarse en el espacio de la sensatez de Massa. Un Larreta hubiera sido más eficaz desdibujando a Massa que yendo a intentar quitarle votantes a Milei. A este cuadro, Bullrich le añadió su imposibilidad fáctica de hablar de política o de elaborar propuestas que no fueran agresiones contra los que no la votan. La víctima de este sistema basado en una filosofía donde se intentó decir que lo esencial era lo humano, desde una mirada interesante, fue Kubar quien ahora enfrenta un problema político mayor. Suponiendo que el PRO y la Unión Cívica sostengan su frente, Kubar ya no es hegemónico dentro de su fuerza a nivel municipal, Polverini le disputó un caudal importante de votos. Por otra parte, al antiperonismo más visceral (y antihumanismo también) quedó en mano Sandro Paggi de los libertarios con un 18% de los votos.
A futuro, un Kubar que no piense en retirarse de la política, tiene que ganar su interna y recuperar los votos que los libertarios manejan ahora. También necesitaría que el gobierno de Mauro García pierda apoyo, lo cual es poco probable teniendo en cuenta el respaldo que tiene la sociedad rodriguense y como se viene consolidando su gestión. Si no, el mejor Kubar, en el mejor de los escenarios, sigue sin tener chances. Tal es la magnitud de la derrota política que sufrió este pasado domingo. Perdió el ciclo político iniciado por el PRO en 2015. Perdió Kubar con una contundencia cuasi jubilatoria. Pero por sobre todas las cosas, la gran derrotada aquí fue la perspectiva humanista.