Texto y contexto
La educación ha sido históricamente uno de los principales ejes de gestión de los gobiernos liberales en la Argentina. La generación del 30’, con Sarmiento y Alberdi a la cabeza, sentaron las bases para una escuela que formara ciudadanos, identidad nacional y un conocimiento común que hiciera posible la vida social. Esta mirada, por cierto, conservadora y a menudo desentendida de la igualdad económica, ponía al estado con un actor fundamental para proveer de acceso a la educación al mayor número posible de habitantes de la Argentina. No solo formar a los ciudadanos, sino a todo aquel que quisiera habitar suelo argentino. Por esta razón la educación liberal fue importante para moldear la identidad nacional y una cierta idea de destino común. He aquí las dos claves: para todo el común y bajo una identidad concreta. Estos elementos no existen en el discurso neoliberal antiestatal, ya sea que lo pregone un ultraliberal antiderechos negacionista como Macri, o su versión más mediática, Milei.
La propuesta educativa de la ultraderecha no encierra en sí misma una reforma sobre las nociones sobre las que se sostiene la educación, o su contenido, o su pedagogía, o sus objetivos. El tan pregonado sistema de vouchers al que Milei le hace campaña es en realidad un desfinanciamiento de la educación pública para favorecer al sector privado y por ello, a los alumnos con más recursos. ¿Qué sabemos de este sistema?
La Libertad de elegir mientras te alcance
El sistema de vouchers es un proyecto de Milton Friedman, un economista ultraliberal conservador, famoso por ser premio Nobel en economía y por colaborar con los golpes de estado en Latinoamérica. Según el ideario ultraliberal, la libertad es un valor absoluto y nada debería impedir a los individuos el ejercicio de la misma. Bajo esta premisa, toda forma de vida social que implique reglas de comportamiento o leyes que eviten el daño hacia a otros, son consideradas coacciones que reprimen al individuo, sean impuestos, normas de convivencia, acuerdos comunes. Se trata de una libertad de carácter individual, inalienable, irregulable, por momentos antisocial y fuertemente asociada a la libertad económica.
Friedman no tenía en sí mismo una mirada global sobre el sistema educativo (ya que no sabía nada sobre el mismo) sino que más bien volcaba su prédica de comercio ultraliberal sobre el tema. Así, pretendía que la educación fuera un bien más dentro del mercado, susceptible de tener precio fijado por el mismo y cuya “calidad” se medía por su demanda.
De esta manera nació el sistema de vouchers: el estado no debe financiar la educación, porque es adoctrinante y coactivo, además de ineficiente; no. El estado otorga ese dinero directamente a cada familia para que luego ésta elija a qué institución darle ese dinero. En este mundo de fantasía, las escuelas competirían para ofrecer un mejor servicio y captar más vouchers, para así financiarse, lo que llevaría a cada vez una educación de más calidad vía competencia del mercado, y a una sociedad libre que elige libremente dónde educarse. Todo el mundo está feliz y libre.
Este sistema se aplicó en Chile (luego de la generosa colaboración de Friedman con Augusto Pinochet), en Colombia, en Suecia y los Países Bajos (entre ellos Holanda), teniendo como principal resultado una baja en el rendimiento escolar, mayor segregación racial y económica, y graves vulneraciones de derechos al personal docente. ¿Pero por qué ocurre esto?
Cómo piensa un liberal
Todo el pensamiento liberal se sostiene sobre una fantasía (de hecho, una mala o malintencionada interpretación de un libro de Adam Smith), la idea de que la competencia en el mercado necesariamente lleva a mejores productos y servicios. En el capitalismo moderno, muchas marcas compiten entre sí no dando un mejor producto o servicio sino invirtiendo en publicidad, convenciendo al potencial cliente de que su mercancía va con ellos, que los define, les da identidad, o la necesitan. De la misma forma que Apple vende sus celulares explotando el ego de sus clientes, Milei vende el sistema de vouchers como una solución a un sistema educativo en crisis. Que las escuelas compitan, así estarán a obligadas a mejorar.
Esta mirada ignora dos cuestiones centrales: por un lado, las razones profundas de por qué la escuela está en crisis. Por el otro, ignora que la competencia puede no hacerse a través de una sana inversión en educación, sino a través de malas prácticas, tal y como sucede en el mundo empresarial.
En el ámbito de las empresas se puede invertir en el producto, pero también sabotear al rival, espiarlo, coimear agentes de control para reducir costos u ocultar delitos, evadir impuestos y un largo etc. Quien escribe es profesor de historia y sabe que las escuelas pueden competir ofreciendo un mejor programa de estudios, pero también dando facilidades a ciertos alumnos para egresar, vulnerando derechos del estatuto docente, evitando la intervención de sindicatos, ahorrando molestias como justificar la ausencia a un examen a familias clave. Poner a las escuelas a competir en principio obligaría a directivos a replantear sus métodos de educación, pero también alimentaría las salidas fáciles y las consecuencias perniciosas en el ambiente escolar.
¿Qué problemas surgen del sistema de vouchers?
En primer lugar, las escuelas que por no estar en el centro de las ciudades o tener una población vulnerable, serán receptoras de muchos menos recursos para su sostenimiento, muy probablemente desapareciendo en el proceso. Las escuelas provinciales, rurales, especiales, las escuelas-hogar, todas aquellas que son necesarias por su rol social y legal, pero que no son atractivas para el mercado serían rápidamente borradas del mapa.
En segundo lugar, los cupos no son infinitos. Al concentrarse el dinero en pocas escuelas, rápidamente habría un problema de matrícula. Las escuelas más requeridas se volverían una élite formando un problema de segregación entre quienes pueden acceder a ellas y quiénes no. Las malas prácticas, las coimas, los acuerdos espurios por una vacante florecerán instantáneamente.
En tercer lugar, ¿Cuánto es el dinero que cada voucher aporta a la escuela? Al financiarse así, el estado dejaría de aportarles dinero para sus costos operativos, pasándoles en la práctica fondos de más a algunas pocas escuelas, pero recortando una porción enorme del presupuesto a las otras.
En cuarto lugar, no hay una correlación entre la libertad de elegir tu escuela y que esa escuela ofrezca verdadera calidad educativa. El conurbano está plagado de escuelas bilingües o trilingües muy caras y prestigiosas que forman alumnos mediocres, y lo que es peor, fomentan el desprecio entre clases sociales y el maltrato a todos los que consideran no están a su altura. Dicho simplemente, en la educación que algo sea caro o prestigioso no lo vuelve bueno. Equipos de marketing y buenos uniformes se encargan de pintar instituciones educativas como mucho mejores de lo que en realidad son. La calidad en la educación es fruto, si, del presupuesto, pero sobre todo del trabajo planificado, a conciencia y crítico de la comunidad educativa. Se logra con años de disciplina y esfuerzo, y perfeccionamiento del quehacer diario. Ningún community manager, o cartelería, o uniforme a la moda han logrado replicar esto.
En quinto lugar, el sistema de vouchers esconde una mirada ultra individual que torna a los sujetos antisociales y nada empáticos. No hablamos de personas que no se relacionan, sino de sujetos que no miden las consecuencias de sus acciones en su medio social, que no tienen en cuenta las necesidades, derechos o diferencias de sus pares a la hora de tomar decisiones. Una escuela que no se preocupa por el bien común dará lugar a egresados que pelearán por sus intereses sin ver qué daño causan en el proceso.
Por último, pero no menos importante, además de no garantizar buenos resultados académicos, además de vulnerar el acceso a la educación de los alumnos más pobres o alejados, además crear sujetos egoístas e irresponsables, además de desfinanciar de hecho el sistema escolar; el sistema de vouchers apunta directo contra el salario y el estatuto docente, quitándoles el pago en los meses de vacaciones (vía volverlos monotributistas) y creando una diferencia en ingresos a la baja en todos los maestros que no accedan a las escuelas con más matriculados, todo esto suponiendo que los maestros en las escuelas mejor pagas vean algo de ese dinero que entra. Hoy en día, muchas escuelas privadas, cuya cuota ronda los sesenta mil pesos, pagan a sus docentes el salario mínimo, si no es que se los paga el estado como es en los colegios de gestión mixta.
¿Qué pasa si gana Milei en Octubre?
En principio, la Constitución salvaguarda el derecho a la educación y su acceso libre y gratuito garantizado por el estado. Para reformarse esto se debería tener dos tercios del Congreso y una revisión integral de la normativa. También es cierto que aberraciones más grandes se han hecho con menos, sin sonrojarse y sin tocar la Constitución. No será menor la resistencia que la comunidad educativa, sobre todo los docentes, opongan a esta medida.
El sistema de vouchers se presenta como una solución a los problemas educativos (que son muchos y llevan décadas acumulándose), cuando en realidad es un ajuste brutal del presupuesto y un fomento al sector privado. En esencia, quitar derechos a los docentes y alumnos, y vaciar la escuela pública para vender las bondades de la iniciativa privada. Nada que no hayamos visto con Menem o Macri. Todo esto vendiendo la idea de que es más importante la posibilidad de elegir entre escuelas que compiten, que tener un sistema educativo con un objetivo común.
No hay ninguna propuesta pedagógica en la predica de Milei. No está discutiendo qué contenidos aprender, de qué manera, con qué recursos, en búsqueda de qué objetivos. Solo ofrece una elección que nadie pidió porque son otros los problemas de la educación.
La propuesta de los vouchers no plantea nada acerca de cómo se asignan los cargos docentes, o cómo resolver el problema de los docentes taxis en la secundaria ¿Cómo van a pagar los docentes la formación continua que demanda el sistema? ¿Qué recursos les brindarán las escuelas menos financiadas para ejercer su labor? ¿Qué proyecto educativo se va a implementar, sobre qué bases pedagógicas? ¿Qué estrategias de alfabetización implementará? ¿Qué hará con el problema de la repitencia y la deserción escolar? ¿Cómo garantizarán las condiciones mínimas de salubridad, servicios y acceso a las escuelas? ¿Qué metas estadísticas se propone alcanzar? ¿Qué articulación se dará con la educación superior y el mundo del trabajo? ¿Cómo se distribuirán las vacantes? ¿Qué materias nuevas o revisiones epistemológicas habrá? ¿Cómo resolver el problema de la falta de cargos directivos en el conurbano? ¿Qué mirada tiene sobre la inclusión, la convivencia, la disciplina, los problemas de violencia en el aula, los problemas sociales y familiares que se vuelcan en la escuela?
Hágase todas estas preguntas y observe cuántas puede responder el sistema de vouchers.
En defensa del bien común
La educación nos integra en una comunidad de seres humanos a través de darnos herramientas comunes para manejar la realidad, el trabajo, las relaciones interpersonales. No puede ser un bien privado como un IPhone porque no se trata solo de una mercancía, algo que se vende o se compra, es una llave de acceso a la dignidad humana, al convivencia pacífica y respetuosa con otros, y fundamentalmente porque hace mucho tiempo la humanidad se puso de acuerdo en que la educación es un derecho humano fundamental. No se trata solo adquirir conocimientos sino de un verdadero espacio de socialización, algo que nos humaniza y nos encuentra con los otros.
Luego de años de crisis económica y de contradicciones internas en sus directrices, la educación viene muy golpeada. Existe el consenso de que nivela para abajo, que poco puede hacer la escuela para mejorar la vida a quienes pasan por ella. Los problemas de la educación son muchos, son graves, sus raíces profundas, y su origen de larga data.
Ninguno de ellos se resuelve convirtiendo al sistema en la ley del más fuerte. Solo un trabajo a conciencia, honesto, sacrificado, a largo plazo y con el bien común, con el beneficio puesto en lo que es mejor para la comunidad como guías, se podrán dar verdaderas respuestas a las dificultades de nuestro sistema educativo.
No regalemos lo poco que tenemos por un voucher que nos da la ilusión de elegir, cuando en realidad no nos deja elegir nada.