El problema del ajuste sin dirección
Entre el déficit fiscal y los pagos por deuda externa, la Argentina tiene cerca 15 puntos del PBI en pérdidas, lo que lleva a la mayoría de los sectores políticos a coincidir en la necesidad de un reordenamiento de las cuentas públicas. Un ajuste fiscal dicho sencillamente. Por ello, el discurso de Javier Milei tiene una base real, la necesidad de equilibrar las cuentas del estado para salir de la espiral permanente de crisis. Pero el verdadero problema ocurre porque el actual gobierno, al igual que el de Macri, pretende ajustar, quitar fondos, o subir precios a los sectores más vulnerables de la sociedad. Esto es un grave problema por tres razones: en primer lugar, no importa cuánto dinero se les saque a los sectores populares, no alcanza para cubrir la brecha fiscal.
En segundo lugar, los efectos sobre estos sectores los ponen al borde la indigencia, bajan el consumo (lo que propicia una recesión) y nos privan de la ciencia, el trabajo y el arte de esas personas. En tercer lugar, se consolida un sistema injusto donde el que más tiene no aporta nada a la sociedad de la cual se aprovecha para generar su riqueza.
Un ajuste tendría sentido si incluyera a las empresas, bancos, exportadores, sectores privilegiados en general. Es más, no solo sería más eficaz en equilibrar las cuentas, sería también inherentemente más justo que recortar jubilaciones y fondos para la ciencia y el arte.
Los jubilados no la ven
Desde el gobierno se afirma, tal y como dice el proyecto de ley ómnibus, que quieren reemplazar la actual fórmula de jubilación por un sistema discrecional de aumentos por decreto establecidos por el presidente, afirmando que el modelo actual no sirve.
Es cierto que la fórmula actual perdió mucho poder adquisitivo frente a la inflación que se desató ocho años atrás. El problema con los aumentos por decreto es que sujeta el derecho de los jubilados a un salario digno al capricho del poder ejecutivo, el cual ha dado muestras evidentes de no preocuparse por el bienestar de la población (quita de derechos, legislación represiva, devaluación). El otro problema, es que de hecho el gobierno ya ajustó a los jubilados con una devaluación del más del ciento por ciento, y además prevee la quita de subsidios al transporte, la energía y la liberación de los precios. En los hechos, si los jubilados no reciben mañana una actualización de más del ciento por ciento, en enero la mayoría presentará números de pobreza e indigencia mucho peores.
¿Por qué el ajuste a los jubilados? Es un sector más fácil de ajustar porque no están agremiados y sobre todo porque no pueden manifestarse debido a sus problemas de salud. Por otra parte, el gobierno quiere echar mano del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, un conjunto de acciones de empresas argentinas, ahorros en pesos, dólares, propiedades y demás activos financieros que sirve justamente para garantizar que exista dinero para pagar las jubilaciones y pensiones en caso de crisis económica. Aquí la idea tiene un objetivo a corto plazo y otro a largo plazo: en lo inmediato, poder acceder a ese dinero le permitirá al gobierno pagar deuda para mejorar en algo su situación y poder seguir su plan de negocios. Pero lo más grave viene a futuro: la idea es desfinanciar a la ANSES y a todo el sistema previsional, para poder vender a la población es discurso de que lo público no sirve y que el peronismo se robó todo, con la finalidad última de restablecer el sistema de jubilaciones y pensiones privadas, las AFJP que causaron la pobreza y el desastre en las generaciones de jubilados de los noventa a los dos mil.
No le hagan caso a este a artículo, créale al proyecto de ley del gobierno:
“ARTÍCULO 226.- Dispóngase la transferencia de los activos del Fondo de Garantía y Sustentabilidad creado por el Decreto 867/07 al Tesoro Nacional. Facúltase el PODER EJECUTIVO NACIONAL a adoptar todas las medidas necesarias para la instrumentación de lo previsto en el presente artículo.
ARTÍCULO 227.- Deróganse los artículos 74, 75, 76 y 77 de la Ley No. 24.241, el artículo 12 de la Ley No. 26.425, el Decreto 897/07 y todas las normas que reglamenten o complementen las anteriores.”
Los artistas no la ven
Dice la Ley Ómnibus:
Sección III – INSTITUTO NACIONAL DEL TEATRO
ARTÍCULO 587.- Derógase la Ley N° 24.800
ARTÍCULO 588.- El PODER EJECUTIVO NACIONAL, procederá a la reasignación de los recursos humanos, presupuestarios y materiales con motivo de la derogación prevista en el artículo anterior.
Sección IV – FONDO NACIONAL DE LAS ARTES
ARTÍCULO 589.- Derógase el Decreto Ley N° 1224.
ARTÍCULO 590.- El PODER EJECUTIVO NACIONAL, procederá a la reasignación de los recursos humanos, presupuestarios y materiales con motivo de la derogación prevista en el artículo anterior.
Estos dos artículos del proyecto de ley derogan los fondos nacionales para el teatro y las artes en simultáneo, dejando sin financiamiento nacional a todas actividades teatrales, danza, escultura, pintura, preservación de museos y eventos culturales en general.
Es decir, la de por sí azarosa vida de los artistas sujetos a los vaivenes de su actividad, sumamente golpeados por el macrismo, llevados al borde de la extinción por la pandemia y luego en crisis por la inflación desbordada, tienen como recompensa por sus servicios un ajuste total de los de por sí magros fondos que el estado destina para ellos. Muchos volverán a realizar espectáculos a la gorra para sostenerse o buscar otros trabajos. ¿Pero cuál es el impacto de esto en las cuentas públicas? ¿Si sacrificamos a los artísticas tendremos superávit fiscal? La verdad es que no, ya que estos fondos son mucho menos que un punto del PBI. Para entender la dimensión de esto: solo con cobrar un punto más de retenciones, o impuesto a las ganancias de las empresas cubrimos la mayor parte del déficit argentino.
Es decir, éstos supuestos sacrificios para estar mejor no solo no sirven para alcanzar equilibrio fiscal, sino que son totalmente innecesarios, excusas para no tocar intereses poderosos en el país.
Lo que no la ven son los científicos
Para ser un científico o cientista social en la argentina hay que estar completamente loco: largos años de formación y competencia, financiamiento ínfimo, crisis económicas cíclicas, bajos salarios, un sistema de permanente acreditación de saberes que te deja extenuado y calvo, un sistema de medios que permanentemente le dice a la población que usted es un ñoqui, competencia privada desleal y cada diez años un gobierno que amenaza con erradicarlo de un plumazo.
Incluso en esta situación de guerra que vive la ciencia desde la caída de Perón en el 55’, los científicos argentinos han proporcionado invaluables saberes a su país y al mundo. No solo el CONICET sino toda la comunidad científica argentina (incluidos los investigadores de áreas sociales) han permitido a este país contar con tecnología y la mano de obra para montar metalúrgica avanzada, industria automotriz, química, siderúrgica, computación, montaje y operación de satélites, logística de gas y petróleo, desarrollo y producción masiva de vacunas, desarrollo urbanístico, tecnología agropecuaria líder en el mundo, sumado a las áreas de ciencias sociales (historia, antropología, sociología, etc.) en los cuáles el CONICET junto con la UBA son líderes a nivel latinoamericano.
Buena esta gente que tantos beneficios netos ha traído a la nación, como por ejemplo la producción de vacunas (EN MEDIO DE UNA PANDEMIA) ahora se enfrenta con la situación de virtual desfinanciamiento y la posibilidad de quedar en seis meses sin dinero para funcionar. No hablemos de sus sueldos paupérrimos y las malas condiciones de vida porque eso ya lo tienen.
El presupuesto de 2023 ya era un presupuesto de ajuste, pero si luego de la devaluación de Milei se mantiene, universidades e instituciones científicas podrían quedar sin dinero para sueldos en mayo. Todo esto siempre y cuando no haya más suba de precios o una nueva devaluación, en cuyo caso podría darse antes.
¿Cuánto nos cuesta mantener a la comunidad científica? 2.5 billones de pesos ¿Es mucho, es poco? En relación al presupuesto nacional es menos de 0,5% del PBI. En relación a los beneficios que tenemos de la tecnología y mano de obra instalada en la Argentina, el CONICET nos sale regalado.
¿Por qué no la ven?
La teoría sobre la que se sustenta Milei es una combinación del egoísmo de Adam Smith (todo aquel que busca su beneficio en el mercado ofrece mejores productos y servicios), las desregulaciones del mercado de Milton Friedman (un hombre que militó la quita de controles estatales a los privados y de paso participó de varios golpes de estado), y las ideas de Hayek, un economista que proponía el individualismo absoluto como motor del bienestar en la sociedad. Según este armado de ideas, si desregulamos toda la economía y dejamos que cada área compita libremente por el mercado, entonces vamos a tener un mundo utópico donde todos estarán progresivamente conformes con lo que consumen y lo que tienen.
Lo que esta teoría no ve (o no quiere ver) es que en el mundo real existen los monopolios y las posiciones dominantes en el mercado que no alientan las buenas prácticas empresariales y no ofrecen mejor producto o servicio porque no compiten con nadie. No tiene incentivos a obrar bien, más bien al revés.
Cuando las AFJP compitieron sin restricciones en el mercado por el control de las jubilaciones nos dejaron varias generaciones de adultos mayores en la calle, indigentes, o muertos prematuramente por falta de acceso a la salud o malas condiciones de vida. Nunca ofrecieron un servicio ni remotamente aceptable.
Si liberamos a los artistas al mercado, la gran mayoría deberá buscar otro rubro o empeñarse por poco dinero en los grandes conglomerados audiovisuales que además (al menos en la Argentina) tiene una línea editorial muy dura con cualquiera que piense o se vea distinto a su canon. Piense en la industria del libro: usted tendrá una mayoría de escritores sin posibilidades de publicación al lado de grandes editoriales que tapizan las vidrieras con libros como “La Ruta del Dinero K”, “El camino del libertario”, “El libro negro de la nueva izquierda”, “Tarot para principiantes.” Piense en los músicos: el mercado le ofrecerá este artista de trap, o este otro artista de trap. Piense en el teatro, solo las grandes producciones de la capital podrán sobrevivir. Piense el cine nacional compitiendo sin recursos contra Netflix, Amazon, Star+, HBO. Si es por el mercado, usted podrá disfrutar diez películas más de Rápido y Furioso, pero jamás una película con temática histórica o crítica.
Por último, si liberamos el conocimiento científico al mercado todas las patentes y saberse que son útiles a una sociedad pasarán a ser patrimonio de una empresa.
El mercado busca su interés inmediato sin preocuparse de los daños que causa o qué derechos afecta. Ese mercado libre utópico con beneficios para todos que persiguen los libertarios no puede existir en un mundo sin competencia por los monopolios. Antes tampoco, pero, parafraseando la expresión reduccionista, torpe y provocadora de moda, pareciera ser que… no la ven.