[dropcap style=’box’]Y[/dropcap]o conocí gente oscura a través de mis años, que no vendía a la madre porque ya estaba muerta. Conocí también a otros especímenes humanoides, que a falta de plata, ingenio, educación y muy escaso sentido de lo moral, vendía a algún hijo, u obligaba a su mujer a prostituirse con el primer hombre que se le cruzase. Pero todos estos hombres, reprobables por cierto como lastimosos, procedían en todo caso, con personas que les eran propias. No especulaban ni actuaban, bajo el amparo de la impunidad que les pudiera proporcionar una simple porción de poder. Precisamente actuaban de esta manera, porque lo que les faltaba era eso; el poder. Esta es la gran diferencia, podría decirse, abismal.
¿Acaso pensaste que podrías conquistar gracias al desembolso de billetes públicos, una reiteración, o tal vez, elaborar una ínfima copia, probablemente mal hecha, del sr. Magnetto en Gral. Rodríguez, que tapara y transformara semánticamente, la enormidad de irregularidades que ofrece tu gobierno? ¿No te hubiera convenido más hacer carne tus propias mentiras y hacerlas realidad, aunque sea la más insignificante, la que implique tu menor esfuerzo, mejorando la oscura imagen que muestra tu administración? ¿qué mejor sería estar atento en la distribución de los fondos públicos, a los reclamos de innumerables vecinos, a malversarlos en sobornos?
Darío, te fuiste al reverendo carajo. Y no han sido pocos tus viajes hacia ese lugar, si lo que el señor Sebastián Piccardo, damnificado directo de este avasallamiento, es lo que asevera en sus declaraciones luego de ver a su radio tapiada de franjas de clausura impidiéndole el libre acceso a cumplir su tarea laboral, que es la de relatar y reflejar lo que transcurre en nuestra realidad rodriguense, ya sean acontecimientos políticos o de cualquier otra índole ¿Olvidaste que la emisora que clausuraste al mejor estilo dictadura, cuenta con un semanario, que se puede escribir en la casa de uno, desde arriba de una higuera, un sótano, y hasta bajo un árbol justo frente a tus propias narices desde donde vos gobernás todos los días? Si pensás secuestrar también este semanario o cualquier otro, alguien, como desde hace muchos años, los continuará repartiendo con su auto, una bicicleta o a pié. “Los dueños de la soberbia tenían siempre razón, y el no equivocarse nunca, esa era su equivocación…”, decía una vieja y hermosa canción en una de sus estrofas, en días en que se retomó la democracia allá por 1983.
¿Darío, te enteraste que estamos en democracia desde hace más de 34 años? ¿U olvidaste que te puso el pueblo ahí? ¿O sos esclavo de la tónica que impone “Tu jefe”, que en materia democrática sabe poco y nada? Te equivocaste feo: Jugar con los fondos públicos para cercenar la libertad de expresión, transformando la verdad en mentira, para tapar la pobreza de tu gestión, resulta una actitud más que burda y torpe: dictatorial, que no sólo lesiona la transparencia que corresponde a todo acto de gobierno, sino también la buena fe de sus ciudadanos.
Darío, la vez que vuelvas a trepar al carajo, agudizá tu vista y tratá de divisar no sólo la tierra y las apetencias que ésta ofrece, sino también, mirá aunque sea por un rato, al pueblo que la habita. La Democracia no merece semejante maltrato.