Tomas Martínez, un joven rodriguense saxofonista con un futuro prometedor, que a sus diecisiete años reflexiona sobre el arte como pocos.
[dropcap style=’box’]E[/dropcap]l joven músico rodriguense comenzó su carrera muy tempranamente, cuando tenía 5 años de edad, tiempo en que ya se encontraba estudiando guitarra.
“La música siempre fue parte de mi vida, mi papa canta y toca la guitarra, por eso es que siempre estuve ligado a la música” nos comentaba Tomás Martínez.
Tomas ejecuta el saxo, un instrumento que debido a su dificultad para tocarlo es muy poco común. Según relata su inclinación por él se dio a sus 13 años casi por casualidad.
“Estudiaba con Silvia Ampudia, que estaba al frente de la orquesta infanto-juvenil del municipio. Me dio a elegir cualquier instrumento de los que se habían comprado y elegí el saxo. Más que nada mi elección fue por curiosidad, nunca había visto uno ni de cerca y ahí comencé”.
En sus comienzos con el saxo también formo parte de “Ermitas”. Hoy Tomas se encuentra en un proyecto junto al guitarrista Francisco Fernández, y el bajista Nicolás de Santi, a quienes conoció en la escuela de arte de la localidad de Lujan dónde estudia.
“En la escuela de arte descubrí algo muy característico del jazz, que no se encuentra en otros géneros, la improvisación, la cual abre un universo de oportunidades y un lenguaje muy complejo permitiéndote expresar de manera más amplia. Estudiando otros géneros no percibí eso”.
Con Fernández y De Santi formo “ThreeBop Jazz trio” agrupación con la que brinda shows de jazz y blues en diferentes espacios, entre ellos bares y comercios gastronómicos nocturnos de la ciudad del Luján como El Dioni. Ello, y el tiempo que dedica a su carrera, y a las clases de saxo que da para solventar sus gastos, no le deja mucho margen para hacer otras cosas, sin embargo expresa que tener la posibilidad de hacerlo es un privilegio y que vale la pena el esfuerzo ya que puede dedicarse a lo que le gusta.
Para finalizar, a pesar de su corta edad, Tomas hizo una reflexión muy profunda reivindicando a los artistas y su trabajo.
“No hay lugares para tocar, y en los que hay, los dueños no quieren pagarle a los músicos. Si vas a un bar y tocas en el lugar haces que la gente se quede y consuma, estas contribuyendo, aportando, pero no te dan nada. Creo que esto es debido a un problema cultural, al músico no se lo considera un trabajador. Se debería considerar a los músicos como trabajadores y empezarles a pagar por su trabajo. Me parece increíble que los músicos paguen para tocar”.