Simón Radowinsky va a cumplir el papel de vengador al matar a Ramón Falcón.
Dos movilizaciones se daban ese día, para conmemorar a los mártires de chicago, por un lado marchaban los socialistas hacia constitución unificado en la UGT donde hablaría Alfredo Palacios y por otro los anarquistas convocados por la FORA hacia plaza Lorea. Para Ramón Lorenzo Falcón el mayor problema eran los anarquistas. Mujeres y niños que también integraban la movilización que tenía la intención marchar por Avenida de mayo y luego por florida hasta plaza San Martin y de allí por paseo de julio hasta la plaza Massini hoy plaza Roma. En la esquina de Avenida de Mayo se detiene un automóvil quien baja es el coronel Ramón Falcón, los manifestantes lo reconocen y lo increpan, el coronel no tarda en ordenar atacar la multitud, la policía comienza con disparos sobre los manifestantes, la batalla duro más o menos media hora dejando como saldo ocho trabajadores muertos y ciento cinco heridos entre ellos mujeres y niños. Entre los trabajadores hay un testigo de la masacre se llama Simón Radowisky.
Los locales anarquistas son clausurados se declara la huelga general por tiempo indeterminado pidiendo la renuncia de Falcón. Unas sesenta mil personas acompañan los restos de los caidos. La huelga logra parcialmente imponerse se acuerda la libertad de los presos y la reapertura de los locales. Pero el presidente Figueroa Alcorta dice en tono provocativo que Falcón iba a renunciar el día que terminara su mandato.
El vengador de los que no tienen justicia
No va a pasar mucho tiempo para que sea ajusticiado el comisario. Es así que el catorce de noviembre de ese mismo año el carruaje que transportaba a Falcón y su secretario, después de asistir al entierro del jefe de la penitenciaría nacional, avanza por la avenida Quintana, un joven se acerca corriendo con un paquete en la mano que arroja entre las piernas de Falcón, el paquete es una bomba de fabricación casera, una vez realizado el cometido corre por avenida Alvear y saca un revolver y se dispara sobre en la tetilla derecha pero no se mata y es detenido. Falcón después de la amputación de una pierna muere. Su secretario lo hará unas horas más tarde, el autor del atentado que no era otro Simón Radowisky y es condenado a muerte pero un tío rabino influyente, presenta la partida de nacimiento para mostrar que era menor de edad, entonces es condenado a prisión por tiempo indeterminado y confinado al penal de Ushuaia, va a permanecer veinte y un año preso, será indultado por el gobierno de Hyrigoyen.
El ataque de Radowisky es inédito pero no un hecho casual, sino que una organización y planificación debió llevarse a cabo para lograr el cometido, Radowisky pertenecía a una clase, clase de trabajadores extranjeros que venían con la idea de encontrar paz y prosperidad de lugares muy pobres del otro lado del mar y de concepción anarquista, ya que los anarquistas eran en su mayoría trabajadores de oficio, panaderos, carreros, albañiles etc. Una de las armas de los anarquistas eran las bombas caseras entre las preferidas la molotov. Para comprender hay que pensar de acuerdo al contexto, la policía reprimía con ferocidad las manifestaciones obreras, este accionar respondía a los intereses de los dueños del capital que para seguir acumulando debían explotar al máximo a los trabajadores y cualquier modo de explotación produce descontento en los explotados que no veían otra forma de hacerse sentir que mediante las protestas que se tornaban violentas por la provocaciones policiales.
Sobre heroes y homenajes
Hoy hay calles con el nombre de Falcón hay instituciones con el nombre de este nefasto coronel, y pocos conocen la figura de este joven llamado Radowisky, para muchos Falcón es un ilustre personaje, para algunos Simón es un temible criminal, tanto que algunos jóvenes de hoy fusionan al petizo orejudo con Simón, no es de esperar otra cosa, Simón era un trabajador uno más del montón pero con conciencia de clase ya que el realizo un atentado planificado pero al caer preso nunca vendió a nadie a pesar de ser torturado y dice el mito que cada vez que le pegaban amenazaba a sus verdugos diciéndoles con un castellano agringado: “para cada uno de ustedes tengo una bomba”. Había vengado a los trabajadores muertos, había matado al empleado de la oligarquia convirtiéndose en un héroe que rescataban los viejos casi entre labios en las conversaciones de los bodegones en San Telmo, dicen que un día en uno de esos bodegones alguien con acento italiano dijo “la justicia de los pobres, de los que trabajan se parece mucho a la venganza” cosas que corren a través del mito popular para contar lo que la historia oficial no cuenta.