La aceleración de los tiempos
Apenas asumido el nuevo gobierno se llevó adelante un decreto de necesidad de urgencia que modifica casi la totalidad de la Constitución Nacional con la sola firma del primer mandatario, sin pasar por el Congreso y quitando todos los derechos laborales existentes al mismo tiempo que favorece a las empresas más ricas del país y a otras extranjeras.
Ese DNU, viciado de arbitrariedad, inconstitucionalidad y un claro de abuso de los poderes del estado convierte a todo el trabajo en argentina en trabajo precario: sin indemnizaciones por despido, períodos de prueba abusivos, traslado de costos laborales al trabajador entre un largo etc.
Inmediatamente luego de la publicación del DNU, esto a solo una semana de la asunción de Milei, la población se movilizó en contra de estas medidas en diferentes protestas y cacerolazos en todo el país. Es sugestivo que Javier Milei, a pesar de haber ganado las elecciones con el 56% de los votos, perdió casi un punto de imagen positiva por día de gestión. Sin embargo, estas movilizaciones y expresiones de descontento son aún espontáneas, esporádicas y no cuentan con una conducción política, a pesar de que el clima social es visiblemente tenso.
En el medio, el costo de vida se ha disparado haciendo parecer bajos los números de inflación de Sergio Massa, los costos del transporte y los servicios han aumentado con la promesa de mayores aumentos en el corto plazo, y los salarios siguen atrasados. Precios por las nubes, y salarios de hace cuatro meses hacen a una situación social crecientemente conflictiva, pero que no ha llegado a su clímax. Lo que ocurre por debajo es una crisis de representación: las críticas contra el gobierno crecen, pero no aparece un actor consistentemente opositor que canalice ese descontento y se posicione como una opción viable. El descontento con el gobierno anterior se superpone con la desilusión casi instantánea con Milei.
En ese marco de creciente descontento, la CGT, a menos de un mes de asumido el nuevo gobierno, convocó a un paro general para el día 24 de enero. A pesar de las duras críticas contra la cúpula de la CGT por no movilizar, lo cierto es que, en toda su historia, este es el paro más rápido convocado contra un gobierno.
Los tiempos de la calle, los tiempos de la política
Existe un debate en este mismo momento entre los sectores opositores y el pueblo llano: ir rápidamente a enfrentar al gobierno y frenar sus medidas, o esperar a que el descontento social con el ajuste haga tambalear al gobierno de Milei sin intervención de la oposición.
La CGT llega a este punto con muy mala imagen y en cierto sentido está obligada a reaccionar, y hasta a sobreaccionar: anunció un paro general, el más rápido de su historia, sí, pero dos semanas antes del anuncio ya había un clima muy tenso en la sociedad y críticas mordaces contra la CGT por no movilizar. El paro más temprano de la historia de la Central General de Trabajo llegó tarde para el humor social. Todo esto en menos de un mes y medio de gobierno. Así de acelerados están los tiempos sociales. Luego de ocho años de ajuste e inflación, el humor social es explosivo: impera el ánimo de castigar y cambiar a los actores políticos, pero las ilusiones mueren antes de nacer, y el descontento se acumula.
La CGT, que seguramente no desconoce este diagnóstico, anuncia el paro, pero no tiene un plan de lucha. Es cierto que presentó amparos contra el DNU de Milei, pero no está claro cómo va a defender los derechos laborales más allá de la reacción contra lo que venga, pero además la fragmentación de los trabajadores complica la movilización. La CGT representa a un sector de trabajadores en blanco reactivamente bien pagos, pero no termina de conectar con el resto de la población activa, precarizada, mal paga, en negro, que son el grueso del descontento. ¿Qué hará las demás organizaciones sindicales frente a la embestida de Milei? Por ahora, el único horizonte es el paro. Pero Macri resistió un paro general sin inmutarse, Milei ¿Tiene la misma cintura política?
Del otro lado del debate hay un sector del peronismo. O más bien, figuras sueltas que empiezan a hablar pero que no terminan de conducir el descontento hacia una solución política. Massa asegura que el paro es apresurado. Desde el punto de vista de las instituciones políticas argentinas, un paro a un mes de gobierno, con una figura presidencial que ayer ganó las elecciones con 10 puntos de diferencia y el recuerdo tangible aún de la ira contra el peronismo, es apresurado. CFK expresó una posición similar, la idea de que es necesario que el ajuste llegué a la mayoría de la población para que entonces un descontento generalizado sea la base para poner un freno al gobierno. Son miradas estratégicas, tiempistas, mesuradas, que apelan a cierto realismo político e institucional.
Pero son al fin miradas muy alejadas del humor social y de la historia reciente. Porque dejar unos meses de gracia a Javier Milei significa la pérdida de derechos elementales y un progresivo clima de violencia e intolerancia como durante el gobierno de Macri: no se trata sólo de ganar menos, lo que ya es gravísimo, sino de trabajar peor, convivir peor, estar expuesto a mayores injusticias, y la posibilidad aún difusa pero factible de un estallido social.
Los tiempos de la política siguen apoyándose en una normalidad que ya no existe. Mientras tanto los tiempos de la calle marchan a ritmo de la creciente precarización de vida y el aumento del descontento.
La CGT por su parte, reacciona porque no tiene margen para no hacerlo. Si el decreto finalmente se aprueba (lo que resulta bastante probable) la Central General del Trabajo se enfrentará al hecho de no tener una razón para existir. Después de todo, en un mercado de trabajo semi colonial como el que quiere instaurar Milei ¿Para qué hace falta un sindicato? Por otro lado, ese trabajador en blanco, con buen sueldo, acostumbrado a no ser un esclavo vil ¿cómo tomará una actitud pasiva de sus representantes? La CGT lucha por su propia supervivencia, pero la política no puede acompañarla, aunque también su posición en la vida institucional está en juego.
Levantamanos
¿Se aprueba el DNU de Milei? Lo cierto es que actualmente existen partes de ese texto cuya ejecución se encuentra suspendida. Los amparos presentados por las organizaciones civiles y sindicales han encontrado eco el fuero laboral que por ahora los deja en suspenso hasta febrero cuando finalmente se trate en la justicia su aplicación. Todas las demás medidas del decreto están vigentes y sólo pueden ser rechazadas por el Congreso con mayoría de las dos cámaras. Ahora bien ¿Se encamina el Congreso a frenar el DNU? Todo indicaría que no: si bien La Libertad Avanza es una minoría en el poder legislativo, cuenta con el apoyo del PRO, la Unión Cívica Radical, el peronismo (¿?) cordobés, y varios legisladores provinciales. Las comisiones creadas para tratar los temas del DNU son pocas y abarcan muchos temas que dudosamente se trate de forma eficiente, Espert (un fundamentalista del libre mercado, antiderechos, adolescente de 60 años) conduce el tratamiento del DNU en una de las comisiones ante la pasividad de los opositores, los legisladores de la UCR expresaron su apoyo explícito a las medidas, y además solo hace falta que el rechazo al DNU fracase en una de las cámaras para sostener su vigencia. Por otro lado, el peronismo opositor está disperso y su única figura con cargo y buena reputación es Axel Kicillof en Buenos Aires.
Las fuerzas políticas en el congreso condenan el DNU por su forma, no por su contenido injusto y prepotente. Son levantamanos. Solo necesitan buenas excusas para aprobar una desregulación del país, de manera idéntica a la constitución menemista, pero con menos pudor.
Por su parte, la justicia argentina está viciada de corrupción. A estas alturas no existe una palabra que exprese cabalmente el grado obsceno y grosero de la corrupción de todo el poder judicial que responde a Mauricio Macri y expresa unánimemente la adhesión a las ideas neoliberales de Milei. No hay representantes del resto de la población en los juzgados. Nadie les pide explicaciones. Si el Congreso aprueba como parece ser el DNU ¿Quién puede pensar que la justicia pondrá freno a los abusos del poder ejecutivo? Y si nadie del sistema político e institucional pone freno al avasallamiento de la vida en la argentina ¿cómo podrán después conducir o siquiera controlar el clima social que previsiblemente será peor en dos meses?
Por ahora, la calle no tiene más conducción que sí misma. Las subas de precio aparecen como necesarios sólo para una parte híper ideologizada de la población, el resto, antiperonista o no, ve deteriorarse su vida rápidamente. Lo que es seguro es que el descontento contra la política en general y contra las instituciones es creciente y palpable. La ingobernabilidad está en el horizonte, pero en ese río revuelto las grandes empresas sacarán rédito de cada día perdido.
La movilización del 24, a menos de siete días, puede ser un punto de inflexión, el momento donde surjan nuevos liderazgos. O bien puede ser un acto cosmético que busque descomprimir, una válvula de presión.
Por ahora, la única que propone es la sociedad. ¿Se despertará la política?