El valor de lo simbólico demuestra una vez más, qué es lo que se es y qué no. De qué lado se está y de cuál no. Qué se avala y qué se reprueba. La basura, continúa rimando con la dictadura.
Ya desde su arranque Mauricio Macri y todo su clan mafioso profanó los símbolos sagrados en que el pueblo recostaba su corazón en su lado más sensible, en sus innumerables jornadas vividas en la histórica Plaza, con grotescos bailes de cumbia, sobre el balcón donde la pasión política se expresó desde las lágrimas, hasta la euforia, los triunfos y las derrotas más dolorosas como la de Malvinas.
Allí se parió nuestra Patria, nada más ni nada menos. Por primera vez hubo un pueblo que deseaba saber de qué se trataba, pueblo un tanto indiferente, más acostumbrado a ser colonia que autoproclamarse libre, claro no existían Clarín ni La Nación todavía, sólo una gacetilla que salía cuando podía y los pregoneros que aullaban alguna noticia ordenada por Cisneros, apoltronado en el Cabildo, ajeno a un pueblo que no le correspondía.
En ese preciso lugar, un día de octubre de 1945, “como en una famosa obra de teatro, los personajes (el pueblo), encontraron finalmente a su autor”, diría el historiador Norberto Galasso en una de sus obras, en referencia a aquella inolvidable jornada. Otro historiador, don Arturo Jauretche por su parte, definiría, “se vinieron al centro, se adueñaron de la Plaza, y allí se quedaron”.
Plaza en la que masacraron más de 400 civiles con la excusa de que el país debía liberarse de un tirano llamado Juan Perón, quien osó beneficiar a los trabajadores haciéndolos portadores de derechos en aras de dignificar sus vidas. Merece el mínimo respeto entonces, el sitio donde tantos inocentes dejaron sus vidas.
Podríamos por cierto enumerar un sin fin de otros acontecimientos ocurridos en este sacro lugar de nuestra historia, festivos y de los otros. En que el peronismo lleva en su haber lo más trágico como también lo más jubiloso de todo el historial de esta Plaza.
Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, acaban de ser brutalmente avasalladas. Quitar las baldosas, en que jueves tras jueves en pleno fragor de la dictadura más bestial, estas heroicas mujeres reclamaban por la existencia de sus hijos y de sus nietos, marchando silentes y doloridas, porque les estaba prohibido agruparse, Estado de Sitio mediante, las baldosas donde pañuelos blancos pintados señalaban por donde transitar, y ayudar a pensar a todo aquel que las cruzase, como testimonio fiel, de un tiempo de lucha contra los amos de la dictadura, que no era otra cosa que reclamar un legítimo pedido de justicia, reprobando el cínico silencio de parte de los responsables de tantos miles de muertos, que el señor presidente Mauricio Macri ahora, en esta deleznable actitud provocativa, parece adherir.
El valor de lo simbólico demuestra una vez más, qué es lo que se es y que no. De qué lado se está y de cuál no. Qué se avala y qué se reprueba. La basura, continúa rimando con la dictadura. Solidaridad para estas heroicas mujeres.
Madres y Abuelas, volveremos porque somos hermanos de sus hijos que hoy no están, Y AHORA estamos nosotros, para continuar la búsqueda de esa Patria que aún no termina de aparecer, de ese sueño interrumpido, que hoy se ha vuelto pesadilla, que sólo sirve para tener más claro quién es el enemigo. Parafraseando a un grande del sentir popular: “La pelota no se mancha”, LA PLAZA Y LAS MADRES TAMPOCO.