El 9 de julio de 2007, y luego de 91 años, una histórica nevada caía en distintos lugares de la provincia de Buenos Aires. Aquel día se celebraba el 191º aniversario de la Jura de la Independencia Nacional y la ciudad amanecía con un cielo completamente encapotado y un frío intenso. Desde temprano se sentía en el aire que algo podía llegar a pasar. De todas formas, el acto tradicional se desarrolló con normalidad, con la presencia de las escuelas, instituciones oficiales y particulares que hicieron la habitual caminata por nuestras calles. Ese mismo lunes también se festejaban los 50 años de la creación del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de General Rodríguez. Una vez terminado el habitual desfile sobre la Avenida España, la gente comenzaba a prestarle mayor atención al cielo.
Alrededor de las 11 de la mañana se empezaba a registrar la presencia de pequeñas gotas solidificadas que caían. A algunos los agarró de sorpresa en la calle, y a otros en el interior de sus casas, en un día feriado. El asombro nos atravesaba a todos por igual, tanto a aquellos que se encontraban solos como a quienes estaban acompañados. Como en una alineación planetaria, extraordinaria y atípica, la coincidencia de distintas variables climáticas hizo posible la nieve en zonas donde no se esperaba.
Pasado el mediodía comenzaban a caer los primeros copos que se intensificaron, sobre todo, a partir de la tarde. Los Bomberos Voluntarios, aprovecharon el momento y comenzaron a soñar sus sirenas y a transitar las calles con alegría. Durante los días previos se había producido el ingreso de un frente frío seguido de aire de origen polar que afectó a gran parte del territorio argentino. Como consecuencia, entre los días 6 y 9 de julio se registraron temperaturas muy bajas, algunas de ellas incluso superaron los mínimos valores de los registros históricos. De acuerdo al Servicio Meteorológico Nacional, alrededor de las 15 horas, la temperatura había descendido hasta los 2.6°C con una sensación térmica de -1.2°C.
La nieve no sólo fue un privilegio en la provincia de Buenos Aires, sino que también se registró en varias localidades del sur de Santa Fe, Córdoba, San Luis, norte de Mendoza, San Juan, La Rioja y hasta en Catamarca. El pico de la nevada sucedió entre las cuatro de la tarde y las tres de la madrugada. Al día siguiente, la ciudad amaneció envuelta en un paisaje completamente blanco, que nos permitió hacer muñecos y bolas de nieve, como en las películas. Para muchas personas fue la primera vez que vieron nevar en sus vidas, una experiencia única e inolvidable.
Durante la jornada de ese día histórico, las calles y las plazas fueron el centro del disfrute, las risas y la emoción. Tanto los más chicos como los grandes pudieron disfrutar de este fenómeno excepcional y mágico. Los guantes, gorros, bufandas y camperas fueron los aliados para hacerle frente al frío. Cientos de personas pudieron registrar esos momentos con sus cámaras de fotos, en un tiempo en que los celulares todavía no eran smartphones ni las redes sociales eran tan populares como lo son hoy.
El 10 de julio las portadas de los distintos diarios se colmaron de imágenes y titulares que muchos atesoran en su caja de recuerdos. El diario La Nación titulaba «El día en el que todo se cubrió de blanco», mientras que Página 12 hablaba de la «Buenos Aires Eternauta», destacando que cincuenta años después de que Héctor Oesterheld imaginara una ciudad cubierta de nieve, la historia se hacía realidad. Por su parte, el periódico El Vecinal publicaba una crónica el 13 de julio donde mencionaba: “Cientos y cientos de vecinos salieron a festejar este rarísimo acontecimiento que muy pocas veces ha ocurrido por la posición geográfica de nuestro distrito”.
Desde el Municipio se organizó un concurso fotográfico con las imágenes que fueron tomadas ese día. Las más destacadas formaron parte del calendario oficial del año 2008. La mejor obra fue «Las nieves del tiempo», realizada por Gabriel Vergara, vecino del barrio Villa Vengochea. El primer puesto de mayores fue para María Verónica Mancinelli, con su foto tomada en el Predio de la Estación. Por otro lado, el segundo puesto fue otorgado a Vanina Strada que fotografió el paisaje blanco en el Club de Campo El Nacional. En la categoría de menores, el primer premio fue para Facundo Vega con su obra llamada «Mi río», una imagen tomada en el río Yrigoyen. Mientras que el segundo lugar fue para Cristina Cisternas Pérez, que ilustró un árbol cubierto de nieve en el barrio Granaderos.
Cabe destacar que el 9 de julio de 2007 no fue la primera vez que nevó en Buenos Aires. La primera se había registrado el 22 de junio de 1918, cuando a las 15:30 horas se registró una intensa caída de nieve que duró alrededor de 45 minutos. Luego, a la noche, volvió a caer, aunque con menor intensidad. Era sábado y el paisaje blanco no solo se podía disfrutar en nuestra provincia, sino también en partes de La Pampa, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes. Se estima que la nieve caída ese día superó ampliamente a la registrada casi 90 años después.
Otro de los acontecimientos extraordinarios que muchos rodriguenses recuerdan es la importante tormenta de granizo que ocurrió el 10 de mayo de 1993. Alrededor de las 10 de la mañana hubo un temporal que se caracterizó por un granizo grande, pocas veces visto, y persistente, que sorprendió a todos los vecinos y vecinas. El granizo era de tal tamaño que cortó cables de electricidad, teléfono, abolló autos y algunas personas resultaron heridas.
Esa misma mañana un circo daba una función para alumnos de jardín de infantes, en donde hoy se encuentra el Predio Cultural de la Estación. El granizo fue tan agresivo que desarmó por completo la carpa y puso en pánico a los animales que terminaron corriendo por las calles de la ciudad. Mirna Santillán, directora del Museo Municipal Bernardo de Irigoyen, recuerda que un elefante se encontraba atado a los soportes del circo y que, del susto, cortó las sogas y la carpa cayó automáticamente sobre los chicos que estaban viendo el espectáculo. “Por suerte no hubo heridos. El elefante agarró la calle Intendente Manny, hizo media cuadra y se metió en un galpón de una casa. Se quedó ahí asustado, hasta que lo fueron a rescatar”, recuerda. También señala que el hielo de granizo estuvo presente durante tres o cuatro días, y que el paisaje era como el de una película de ciencia ficción.
Otro de los fuertes eventos meteorológicos fue el tornado ocurrido el 4 de abril de 2012. Se trató de un violento temporal que, días más tarde, fue calificado con el nombre de “tornado”. De acuerdo a los datos preliminares del Servicio Meteorológico Nacional, se trató de una línea de tormentas severas en forma de arco en donde se formaron 4 tornados. Debido a su intensidad y el nivel de destrucción, es considerada la tormenta más destructiva en extensión que afectó al Área Metropolitana de Buenos Aires. Las ciudades más afectadas fueron la de Luján, General Rodríguez, Moreno, Merlo, San Antonio de Padua, Ituzaingó, Morón y Castelar.
La directora del museo recuerda que la zona más afectada de nuestro distrito abarcó desde Las Malvinas hasta el Barrio Güemes. Los fuertes vientos produjeron la voladura de techos, tanto de casas, como de negocios y escuelas. El servicio eléctrico permaneció interrumpido por varios días, y la ciudad tenía un panorama dantesco y apocalíptico: los árboles habían sido arrancados de cuajo, y la caída de postes, carteles y ramas bloquearon las calles. En ese momento las tareas del museo, como de otras tantas instituciones, debieron abocarse a la asistencia a las familias que lo habían perdido todo.
Sin duda, la naturaleza a veces nos regala eventos emocionantes como la llegada de la nieve, que, hasta el día de hoy, muchos rodriguenses nos preguntamos si volvería a pasar este suceso. Y en contraposición, a veces nos sorprende con catástrofes naturales como los fuertes temporales o colas de tornados (como en 2013 o 2023). Sin embargo, todos estos sucesos marcaron un antes y un después en la vida de los y las rodriguenses, por eso aún, hoy muchos recuerdan dónde estaban y qué estaban haciendo esos días.