La desaparición de Santiago Maldonado, no es menos grave que cualquier desaparición. Todas las desapariciones son importantes, y son en definitiva graves para la salud de esta sociedad en su conjunto.
Una sociedad que creo un monstruo, un monstruo que necesita matar para vivir, estará obligada a ofrecer un sacrificio para que la bestia no se enfurezca y se devore todo. En los setentas los sacrificados fueron los desaparecidos, en los noventas los sacrificados fueron los desocupados, y hablamos de muertes como la de Teresa Rodríguez, docente que en una pueblada desatada en Plaza Huincul y Cultral Co recibió un disparo por parte de un gendarme. En el 2006 desaparece Jorge Julio López.
Es como si en cada década el monstruo necesitaría que el ritual macabro le ofrezca el sacrificio. Es como si la sociedad o una parte de ella estaría obligada a ofrecer ese sacrificio, por temor a la bestia, bestia de siete cabezas, esa bestia como la que el apocalipsis dice que llegara al final de los días. Pero la bestia, ese monstruo alimentado por una parte de la sociedad es insaciable y de vez en cuando pide sacrificios colectivos.
El monstruo no es más que este neoliberalismo desbocado, no es más que decisiones políticas económicas aplicadas en la realidad concreta, pero esa decisión no está determinada por un dios o por un grupo de dioses, están determinadas por un grupo seres humanos que tienen el poder, y ese poder nos es otra cosa que todos los recursos disponibles para seguir aplicando un modo de producción. A ver si lo podemos decir de manera más simple. Hay un grupo de seres humanos que son los dueños de las maquinas que fabrican todo lo que compramos y están cada cual en sus países gozando de los privilegios de pertenecer a la clase de los ricos (por ejemplo en: Argentina, Brasil, Chile, México etc.) pero a la vez hay algunos pocos países que son los países donde están los dueños de la maquinas que fabrican las maquinas que van a fabricar todo lo que compramos en el mercado, desde un sachet de leche hasta un automóvil. Esos dueños de las maquinas que fabrican las máquinas para que los empresarios de cada país del tercer mundo puedan fabricar sus productos; están en los países que son potencias mundiales y se agrupan entre ellos para establecer las reglas de juego en la economía global, ellos dicen que es lo que está dentro del mundo y que es lo que esta fuera del mundo. Ahora bien como se ve, los dueños de las máquinas que fabrican los productos que compramos en el mercado, tienen poder sobre nosotros los trabajadores, ¿y quienes tienen el poder sobre estos dueños de las maquinas que fabrican los productos que el mercado vende? Los dueños de las maquinas que fabrican las maquinas que van a fabricar los productos que el mercado ofrece y ¿sobre estos tipos quienes tienen el poder? Pues siempre se responde a un poder. Estos que dominan la economía mundial no tiene un poder supremo a quien responder, son ellos el poder supremo.
¿Cómo ejercen control entre ellos? Mediante el agrupamiento en corporaciones que van a contribuir a la reproducción del sistema, siguiendo las reglas establecidas, pero de la mano del complejo militar. Pues se necesita de la fuerza armada para el control de las crisis que genera el sistema y para la ocupación de los territorios que tienen los recursos naturales que ellos necesitan, es más barato para ellos ocupar con las fuerzas militares que negociar.
Este monstruo que está conformado por seres humanos, que decide sobre la vida de otros muchos seres humanos y no tiene bandera ni piedad, mata a quienes se les oponen a sus intereses. La desaparición de Santiago Maldonado es el emergente de las consecuencias que trae en si la existencia de este monstruo, al desaparecerlo dice desde su lugar de poder “miren lo que les va a pasar si se solidarizan con los Mapuches” estas palabras están contenidas en los dichos de la ministra Bullrich que salió a decir “yo banco a gendarmería”. Pero el pueblo salió a decirle al monstruo “juntos somos invencibles” que se traduce en la consigna “aparición de Santiago con vida” y que confluyo en la marcha el viernes pasado, y eso es para el monstruo molesto, por eso las suspicacias generadas en los altercados posteriores en las inmediaciones de la plaza, que dieron rienda suelta a un deplorable accionar policial.
Para concluir; el monstruo avanza y pisotea, no le importa a quien mata y requiere de sacrificio que le ofrece una parte de la sociedad temerosa, pero que también está dentro de la posibilidad de ser devorada por la bestia, el monstruo avanza pero no venció definitivamente, tampoco vencimos nosotros, el pueblo, pues el monstruo tiene el poder armamentístico y nosotros el poder organizacional, la bestia la usa, nosotros logramos usar nuestro poder en algunas ocasiones pero en otras no.