No la estarían viendo
Ayer una multitud de estudiantes, docentes, entidades gremiales, periodistas, actores, trabajadores, y amplio etcétera, se manifestaron en las plazas, trenes y sedes universitarias, públicas y privadas, en defensa de la educación superior argentina que se ve amenazada desde la llegada al poder del gobierno de La Libertad Avanza. Contra todo sentido común y la histórica tradición universitaria del país, Javier Milei encaró un proceso de ajuste subiendo tarifas, licuando salarios a través de la inflación, devaluando la moneda y congelando los presupuestos de las entidades públicas. Así, al no actualizar los recursos que necesitan las universidades para su funcionamiento diario (salarios, servicios, infraestructura), el gobierno está asfixiando conscientemente a la educación superior con el doble objetivo de recortar gastos del estado y a la vez poder priorizar el funcionamiento de estas instituciones para así poder justificar el arancelamiento. Básicamente decirle a todo el mundo que la educación pública es mala para poder cobrar su acceso y así cargar el costo de la universidad sobre los pocos sectores acomodados que puedan acceder a ella.
La excusa es reducir el déficit fiscal, pero el objetivo es que los sectores trabajadores no accedan a lo que los partidos de derecha consideran que es un privilegio de una élite. La sociedad argentina tiene más de cien años de una cultura universitaria progresista que la destaca en Latinoamérica y el mundo, una visión no solo de excelencia si no de ascenso social, de un proyecto de país con ambiciones de grandeza y justicia. Pero, además, y a diferencia de Latinoamérica y casi todo el mundo, el acceso a la universidad en Argentina es gratuito: existe una amplia oferta académica que a lo largo de las generaciones y a pesar de las dificultades y las crisis cíclicas, les ha permitido a los argentinos de familias humildes alcanzar el estatus de profesionales. “Mi hijo el doctor” representa muy bien esas esperanzas de acceso a una mejor vida que durante tanto tiempo fueron posibles sólo mediante la educación.
Ciencia y justicia
Casi ocho dé décadas después de alcanzar la gratuidad universitaria con, no se asuste, sí, con Perón, familias del campo, de peones, de lavanderas, de empleados de comercio, de desocupados, alcanzaron un hijo o un nieto profesor, analista de sistemas, abogado, arquitecto, administrador de empresas. Títulos que en el marco de un sistema arancelado sólo son accesibles para la élite y una franja mínima de la clase media alta, como de hecho sucede en casi todo el mundo donde la gente toma deuda a diez años para poder cursar una carrera de grado. Véase Chile y Brasil, pero también mírese a EE.UU. y Europa. Es por eso que muchos extranjeros vienen a estudiar a la Argentina dado que en sus respectivos países jamás alcanzarán un título universitario por más meritocracia que haya.
Pero el ascenso social no es lo único que hace grande a la universidad pública, que de por sí es motivo de orgullo en el mundo. Además es una educación de calidad, con estándares de excelencia que le permiten a la Argentina, por ejemplo, tener ingenieros satelitales, físicos de partículas, arquitectos desperdigados por el mundo, ingenieros nucleares desarrollando tecnología de punta en el área, los menores agrónomos de la tierra, diseño propio de software, historiadores, antropólogos, sociólogos y otros cientistas sociales que son el muro contra el que se chocan los países del norte cada vez que quieren universalizar su mirada sobre el mundo. Tenemos químicos que alimentan la industria petrolera, metalúrgicos, meteorólogos, ingenieros militares propios, abogados que pusieron genocidas en la cárcel, un médico que inventó el by-pass, cinco premios Nobel.
Esa universidad pública genera profesionales que sostienen proyectos nacionales de ciencia y tecnología que son propios de los países desarrollados. Sin ella, sólo podríamos aspirar a importar el conocimiento, pero nunca producirlo.
El eje del malestar de Milei con la universidad pública y gratuita está precisamente allí: es una institución para un país industrial y en busca del desarrollo, frente al proyecto de país completamente subordinado que plantea el presidente. Pero además es gratuita y es de todos, ayuda a subsanar las injusticias producto de la desigualdad y que los méritos individuales no pueden vencer. Es la prueba más cabal y eficiente de que el edificio ideológico de Milei flota sobre la nada.
Arancelar la universidad para que vuelva a ser para pocos ha sido el sueño de la derecha conservadora en todas sus variantes desde el Proceso de Reorganización Nacional. Para achicar el gasto innecesario, sí, la educación de los pobres, pero también para imponer su fe por el individualismo extremo en un mundo donde todo debe comprarse y venderse porque esa, creen, es la única y mejor manera posible de hacer cualquier cosa.
La Marcha y sus Consecuencias
Las calles de la capital federal, las estaciones de tren de la zona oeste, las sedes universitarias, HASTA CÓRDOBA se llenaron de personas que defienden la universidad pública, incluso personas que votaron a este gobierno y ya se dieron cuenta que la casta siempre fueron ellos. No es errado afirmar que la convocatoria fue histórica por la contundencia del mensaje y por la cantidad de gente y que representa un mazazo a la política de Milei que difícilmente pueda afirmarse como propicia a la libertad cuando tanta gente se le pone en contra.
Además, esta marcha en contra de las políticas del gobierno se da a solo cinco meses de iniciada la gestión, luego un paro general y previo a otro que será todavía más masivo todavía que el anterior.
Mientras tanto la situación de Milei se complica por diversos factores: el principal es su incapacidad para hacer cualquier cosa a favor de las mayorías, pero también está el problema de la falta de financiamiento ya que Caputo se gasta millones yendo y viniendo en avión a Washington sin conseguir un dólar del Fondo Monetario. Además, se le abrieron frentes de protesta por todos lados: la CGT, la CTA, los movimientos sociales, los estudiantes, los docentes, los empleados públicos, y la lista sigue. De hecho, horas antes de la marcha, Milei salió a anunciar un superávit fiscal que no solo no existe, sino que se dio en el marco de un mensaje absolutamente odioso, infantil y provocador que no puede caer bien ni en os inversos que busca (por anunciar algo irreal) ni en la población a la que ajusta brutalmente y le dice que eso es mentira. Al mismo tiempo los números de pobreza y casi todas las variables de la economía le dan pésimo y no van cambiar por ninguna alquimia de mercado.
Por supuesto, La Libertad Avanza repudió la marcha de ayer, como lo haría cualquier liberal republicano simpatizante de la democracia. Funcionarios calificaron la defensa de la universidad como un capricho y volvieron a despacharse con insultos contra la comunidad educativa. Además, intentaron hacer viral la idea de que las universidades son espacios políticos de corrupción, que deben ser auditados para que se termine el curro y la sabida cantinela libertaria que ya parece tener cinco décadas de tan repetida y básica que se ha vuelto. ¿Sabrá el gobierno que las universidades se auditan todos los años? ¿Sabe Milei que está violando el derecho a la educación? ¿Redoblará la apuesta y profundizará el conflicto con la educación superior argentina? No lo sabemos, pero ayer la marcaron la cancha
Mientras tanto, la más dañada por este conflicto fue Patricia Bullrich, quien no puedo aplicar el protocolo antipiquetes y apenas alcanzó a desplegar un operativo que no logró intimidar a nadie.