Pedro Juárez fue Secretario General de la seccional Córdoba de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra) al momento en que nuestro país se sumía en las tinieblas del último golpe cívico militar y eclesiástico.
El, y otros cinco integrantes de la Comisión Interna de Delegados de Atilra en la fábrica SanCor, serían detenidos y desaparecidos luego del 24 de marzo de 1976 por ponerse a la cabeza de las luchas obreras que buscaban mejorar las condiciones de vida de sus compañeros y compañeras de trabajo.
Claudio Roberto Nardini, José Oscar Dominici, Juan Carlos Galván, Pablo Daniel Ortman y Raúl Antonio Cassol sufrieron el mismo destino que Juárez. Hoy en día, muchos de sus torturadores y captores, han sido condenados a prisión perpetua gracias a la incansable lucha de sus familiares.
Una de esas almas incansables en busca de memoria, verdad y Justicia es Mirta Pache, esposa de Pedro Juárez, y Hermana de Humberto Pache, un activista sindical del gremio del calzado, quien también fue secuestrado en el mismo momento por el operativo que se llevó a Pedro, su cuñado. Vivian todos juntos en la gran casa de su madre, esperando mudarse en breve cada uno su vivienda.
En un nuevo 24 de marzo, a 45 años del golpe genocida, VdP noticias hablo con Mirta Pache. Nos contó sobre la vida de su esposo y su hermano, dos trabajadores y militantes al servicio de los intereses de los trabajadores, sobre la traumática experiencia del secuestro, la lucha posterior y la permanente reivindicación de las banderas de Memoria, Verdad y Justicia.
Solidaridad de clase
“A medida que pasa el tiempo se agiganta todo, los recuerdos, lo vivido, lo cotidiano de esa época” comienza su relato esta mujer de 68 años, que ha pasado más de la mitad de su vida buscando justicia.
Antes de la tragedia su vida, la de su esposo y su hermano no diferían demasiado de la de cualquier familia tipo de ese momento de la historia de nuestro país. Su esposo, Pedro Juárez, era una persona sencilla, solidaria y generosa, desde mucho tiempo antes de comenzar su actividad como sindicalista en el gremio de los trabajadores lecheros. Fueron estas cualidades, sostuvo Mirta, las que hicieron que este trabajador de la empresa SanCor de Córdoba, fuera electo Secretario General de la Seccional Córdoba de Atilra, gracias al acompañamiento y el apoyo de los trabajadores.
Pedro y Mirta comenzaron “a noviar desde muy jóvenes”, rápidamente se casaron, tenían muchos sueños, entre ellos el de la vivienda propia, sueño que estaban a punto de cumplir gracias, precisamente, a la lucha que su marido y sus compañeros desarrollaron, junto a otros activistas gremiales, para lograr que se desarrolle un plan de viviendas destinadas a al conjunto de los trabajadores y sus familias. La vivienda ya estaba adjudicada, faltaba poco para que la habitaran, pero la crueldad cambiaria tristemente ese futuro.
Juárez carecía de experiencia sindical, sin embargo, puso todo el corazón en la lucha, junto a sus compañeros, para alcanzar otras reivindicaciones necesarias, que eran muchas, para mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los obreros de la fábrica; “Pedro lucho con amor y convicción por eso”.
En el momento del secuestro Mirta tenía una niña de dos años y una bebé con pocos días de vida. “En esa coyuntura lo encuentran en mi casa (la casa de su madre) y se llevan a Pedro y a mi hermano Humberto. Una noche del 15 de junio de 1976, a las 2 de la mañana, ante la desesperación y el dolor, y la impotencia de mi madre, y mía”.
La complicidad de SanCor
Córdoba, cuna de la resistencia popular, obrera y estudiantil, contra varias de las dictaduras. Las botas caen sobre la provincia mediterránea antes del golpe, recuerda Mirta Pache. Córdoba ya venía sufriendo “todo ese movimiento de avanzada fascista” que ocurrió luego del Navarrazo, un mini golpe de estado interno en el que se destituye al gobernador electo Obregón Cano y a su Vice, el sindicalista Atilio López. Luego de este suceso, las bandas civiles, de paramilitares y parapoliciales comienzan a tener luz verde y la triple A comienza a hacer estragos; “fue el preludio de lo que después se institucionalizo como terrorismo de estado”.
Pedro Juárez y Humberto Pache son secuestrados dos meses después del 24 de marzo. Hasta momento, el Secretario General de la Seccional Córdoba de Atilra, Pedro, acompaño responsablemente los familiares de trabajadores que estaban siendo detenidos por las fuerzas. Como fue el caso del primer trabajador, que fue detenido dentro de la fábrica, el mismo día del golpe. Luego sería ubicado en una de las cárceles de Córdoba, con vida.
“Eso nos demostró la complicidad de la empresa SanCor. A partir de ahí, él de alguna manera me fue explicando para que yo estuviera, no preparada, pero sí con fuerza por si algo le ocurría”, afirma Mirta. Juárez intuía que él y su cuñado podían convertirse en víctimas de la represión en cualquier momento, y así fue. “Fue doloroso charlar esto con él. Pero Pedro me decía: mi amor, están deteniendo a un montón de compañeros, tenés que estar preparada”.
Un mes antes de ocurrido el secuestro, Mirta asegura que Juárez estaba informado sobre “reuniones entre la gerencia de SanCor e integrantes del Tercer Cuerpo del Ejército”, encabezado por el torturador y genocida Mario benjamín Menéndez. En esos encuentros, le habría asegurado su marido, los empresarios “entregaron las declaraciones juradas de los domicilios de todos los trabajadores que para ellos eran una molestia para la empresa. De esta forma la firma se resguardaba de que no se produjeran secuestros dentro de la fábrica, lo que dejaba expuesta la connivencia empresario- militar”.
El secuestro
Con un bebé de 20 días de vida, luego de mimar en familia al nuevo integrante, Pedro y Mirta lograron conciliar un sueño que se vería prontamente interrumpido; “no obstante, no estábamos muy tranquilos porque ya Córdoba se había sumergido en el terror después del golpe de Estado”. A las 2 de la mañana se desata el calvario.
Comienzan a escuchar gritos y patadas en la casa, la madre de Mirta empieza a gritar. Una patota había irrumpido en la vivienda destrozando la puerta y poniendola con la cabeza contra la pared, mientras era apuntada con Fusiles Automáticos Livianos e Itacas.
Algunos de los invasores vestían de civil, otros con chaquetas militares, recuerda Mirta. Una de “las bestias” llamó particularmente su atención, lo recuerda con una mirada fría, “cual nazi de los campos de concentración alemanes”. La similitud no sería casual. Lo métodos usados por los genocidas argentinos estaban tristemente inspirados en sus antecesores germánicos.
En su relato, cargado de realismo y angustia, Mirta parece trasladarse al preciso instante en el que, hace 45 años, la invadió el terror, al ver que el sujeto de mirada fría levanta a su pequeño bebe del moisés; “entonces empiezo a los gritos, porque ya sabía que también estaban secuestrando niños”.
Mientras tanto escuchaba llorar a su madre, escuchaba como molían a palos a su hermano. Su marido buscaba, sin éxito, poder tranquilizarla. “No podía quedarme tranquila viendo a mi bebe en los brazos de estos criminales”. Posteriormente uno de ellos le devuelve a su hijo, y con una alta carga de cinismo y perversidad, le preguntaría “por qué está llorando”, mientras ella se refugiaba junto a su hijo debajo de las colchas.
“Lo último que me dijo Pedro fue – te amo mi vida-. En ese momento lo veo pasar a mi hermano que me guiña el ojo, mi madre lloraba”. “Esa noche, trato en lo posible, de recordarla, para fortalecer mi espíritu y seguir en esta lucha. Porque, así como fue en mi familia, fue en las 5 familias de los compañeros de SanCor desaparecidos, fueron las de los 30000 compañeros y sus familias que sufrieron lo mismo, y que hoy luchamos todavía, para que continúan los juicios”.
No es vida, es existencia
“Después de lo que nos pasó, yo creo que lo que vivimos no se si fue vida, seguimos existiendo,”, aseguró Mirta Pache, sobre los momentos posteriores al secuestro de su esposo y su hermano.
Su madre se volvió de golpe una persona callada, silenciosa, con terror de que su hija saliera a buscar a sus seres amados. Falleció poco tiempo después al igual que la madre de Pedro. A partir de ese momento, toda la familia entra en un estado permanente de “angustia, desesperación, incertidumbre, ansiedad. No fue una vida, fue una existencia, para lograr encontrar respuestas”.
Los días del padre, de la madre, los fines de año, las reuniones familiares, nunca volvieron a ser las mismas. Lo único que parecía dar esperanza era el vínculo que crecía con otros familiares de detenidos desaparecidos; fueron logrando una hermandad y solidaridad “para poder sostenernos y seguir en pie”.
Fue muy difícil seguir, aseguró Mirta, “y lo sigue siendo aún hasta el día de hoy, cuando vemos que hay quien defiende el racismo, las discriminaciones, no respetan la diversidad. Ahí nos damos cuenta que todavía esa filosofía que nos llevó a este genocidio todavía subsiste y hay que seguir combatiéndola”.
La Búsqueda
Luego de la noche del terror, el primer paso que da Mirta y su familia es comenzar a juntarse con los familiares de los otros trabajadores que también habían sido secuestrados. Algunos fueron secuestrados de sus casas, otros de la vía publican, otros de los transportes. A la primera persona que encuentra es a la esposa de Juan Carlos Galván, también delegado de la Comisión Interna de SanCor, secuestrado la misma noche del operativo que se lleva a Pedro Juárez y a Humberto Pache. Luego iría ubicando a otros familiares de trabajadores lecheros, pero también “con otros familiares de otros detenidos de Córdoba, familiares de estudiantes, de curas, etc. Ningún sector social se había salvado de este genocidio”.
Muy pronto Mirta y los demás familiares se darían cuenta, por la propia experiencia, que el Poder judicial al cual recurrieron era claramente cómplice de los golpistas o, las menos de las veces, miraban para un costado. “No hubo un escritorio institucional que, en ese momento no estuviera tomado por las fuerzas armadas o policiales, y a los que no hayamos acudido a exigir una respuesta. Creo que todos seguimos el mismo peregrinar y con mucha desesperación”.
En una de sus visitas a la Jefatura de la Provincia de Córdoba, buscando información, un policía que la vio llegar con un bebe de pocos días en brazo y una niña pequeña, se le acercó, y, temeroso, le indico que no era por ese lugar donde tenía que dirigir su búsqueda, sino “por un lugar donde están concentrando a varios prisioneros que primero pasan por esta jefatura y que se llama Campo La Perla”. Se trataba de uno de los Centros Clandestinos de Detención más temibles que opero durante la última dictadura, que cuenta con mayor número de desapariciones, conjuntamente con Campo de Mayo, en la Provincia de Buenos Aires.
Efectivamente, su esposo y su hermano fueron vistos en La Perla por un sobreviviente que lo reconoció en el CCD. Este testigo, que años más tarde sería declarante en el juicio de Lesa Humanidad, manifestó que Pedro Juárez y Humberto Pache habían sido “trasladados”, jerga que usaban los represores para nombrar a quienes serían ejecutados. Pedro Juárez y Humberto Pache, hasta el momento, continúan desaparecidos.
Continuar la lucha
Tanto Mirta como los familiares de los integrantes de Atilra Córdoba se agruparon y participaron de las reuniones a nivel nacional. Corría el año 1977 y las Madres comienzan a organizarse como Madres de Plaza de Mayo, lugar histórico donde comienzan a llevar adelante las rondas en busca de información al principio, y de justicia hasta el día de hoy. Lo mismo hicieron las abuelas y los hijos de detenidos desaparecidos, así como también, sus familiares.
Las búsquedas, el encontrarse, la investigación constante y la necesidad de comprender el porqué, los parieron a la vida política. “La mayoría de los familiares no habíamos tenido práctica política. Cuando comenzamos ese recorrido nos dimos cuenta por que habían hecho lo que habían hecho en este país y en los otros pueblos de América, con las desapariciones, detenciones, y asesinatos, como en Perú, Ecuador, Chile, comprendimos que lo hacían justamente para robarnos las riquezas del país y adueñarse de nuestros recursos naturales, quitarles derechos a los trabajadores y tener casi una mano de obra esclava”, sostuvo Mirta.
Esta claridad política une a Mirta hasta el día de hoy con la lucha de los trabajadores, y la ha transformado en una luchadora incansable por la memoria, “para que las nuevas generaciones estuvieran advertidas de defender la democracia”.
Monolito en la puerta de SanCor
En el mes de octubre del 2010 los familiares de los detenidos desaparecido que integraron la Comisión de Atilra Córdoba en 1976, junto a ex trabajadores, amigos, estudiantes y a integrantes actuales del gremio realizaron un acto de conmemoración en el cual emplazaron un monolito frente a la fábrica SanCor, donde se desempeñaban Claudio Roberto Nardini, José Oscar Dominici, Juan Carlos Galván, Pablo Daniel Ortman, Raúl Antonio Cassol y Pedro Juárez.
Ese fue el puntapié a una serie de homenajes que se realizarían posteriormente tanto en la sede central de Atilra en Sunchales, donde fue erigido un paseo de la Memoria como también en la Seccional General Rodríguez, encabezada por su Secretario General Heber Ríos, donde se realizó un mural homenaje y se colocó placas con sus nombres, acto al que Mirta asistió.
Para Mirta, los homenajes a los compañeros no tienen solo una función conmemorativa, sino que, además, y, sobre todo, “tienen la intención de que todos los trabajadores entiendan que no siempre existieron las conquistas que hoy conocemos, hubo gente que las peleo y murió por ello”.
Entre las conquistas logradas menciona el respeto a los horarios normales de trabajo, la reducción de horarios dentro de las cámaras de frio, el combate contra el incentivo a la puntualidad y al presentismo “que hacía que los compañeros fueran enfermos a trabajar, para no perder. Todo lo que se consiguió fue logrado con sangre, con dolor, de los que padecieron en los campos de concentración, y de nosotros, sus familiares”.
Comienzo de los juicios
Mirta Pache, junto a los demás familiares, luego de tantos años de lucha, avances y retrocesos, logra que finalmente se pueda llevar a juicio el caso de su marido y su hermano. Aunque nada llena el vacío, la sentencia la dejó conforme, pues se logró la prisión perpetua para los captores de Pedro y sus compañeros. En el caso de Ortman, inclusive se pudieron localizar sus restos.
Los tiempos en los cuales se empezaba a impulsar el juicio por la “Megacausa La Perla” no fueron sencillos. Sufrió el hostigamiento de la Corte Suprema de Justicia menemista, la cual asegura, fue “una continuación de la filosofía y las formas de la dictadura militar”. Este hostigamiento, también fue denunciado y formo parte del juicio.
En una oportunidad quisieron embargarle los bienes de la casa a Mirta para paliar los costos del proceso judicial que aún no se había llevado adelante, una jugada que buscaba desalentar la lucha de para llevar a juicio a los responsables de tantas atrocidades. “Se presentaron policías, un camión del ejército, junto a Luis Rueda, quien en ese momento era secretario del Juez interviniente. Yo lo denuncie, presente la pruebas, la notificación con la firma de todos los jueces de la Corte Suprema, en un claro acto intimidatorio, para que, si en algún momento tenía intención de volver al juicio, no lo hiciera”, afirmo Mirta, y agrega “era un acto intimidatorio por haber osado querer llevar a juicio a estos asesinos”.
Esta militante de la justicia y la memoria reivindica el papel que jugó la llegada de Néstor Kirchner al gobierno para el avance de los juicios de lesa humanidad. Según afirmo se trató de “un gran alivio, un bálsamo para nosotros, porque era mucho el batallar y andar sin apoyo de ningún tipo. Con Néstor y con Cristina tuvimos nuevamente la esperanza de poder concretar los juicios”.
Situación actual
Mirta sostuvo que la situación actual es compleja y que se sufre de dos pandemias, por un lado, la del virus, y por el otro, la de los 4 años de gobierno que encabezo Mauricio Macri. Vio en las políticas económicas del macrismo una continuidad de las políticas económicas llevadas adelante durante la dictadura, que derivaron en una destrucción de la industria nacional y las pymes, en una apertura a la importación, favoreciendo a las finanzas por sobre el trabajo; “Además, nos endeudaron de una manera atroz” indicó.
No falto también la critica a los medios de comunicación, los cuales siguen operando de la misma forma que durante la dictadura, porque, sencillamente, son los mismo, como es el caso de Clarín y La Nación.
“El pueblo también se tiene que hacer cargo y no dejarse engañar por estos medios de comunicación, que son los mismo que apoyaron a la dictadura, y que no son informativos, sino formativos, forman conciencia y no dejan a la gente pensar y darse cuenta quien los defiende y quien los ataca, sobre todo tiene que empezar a tener una labor ciudadana de investigación para empezar a discernir”, agregaba Mirta.
Además, agregó que hay que ser más firmes a la hora de decir la verdad al pueblo, desnudando la trama de intereses económicos que, ayer como hoy, operan en nuestro país y nuestra América para continuar con el saqueo económico, llevando sus recursos hacia afuera y saqueándonos.
Con gran lucidez, Pache aseguro que existen en nuestro país dirigentes que conforman una “derecha agazapada. Dirigentes que no son demócratas, que vienen disfrazados de partidos políticos, pero usan la democracia para achicar el estado, o para arreglarse en el estado y hacer nada más que sus negocios”. Estos dirigentes, continuó, “son seres con mucha avaricia y tienen el apoyo de los Estados Unidos, pero fíjense que, en esta ola civilizatoria, están quedando al desnudo, en toda su filosofía patriarcal, de dominación y dictatorial, la gente empezó a darse cuenta quien los defiende y quien los ataca”.
Memoria, verdad y justicia
Para finalizar, la compañera de Pedro Juárez y hermana de Humberto Pache, sostuvo que, durante todos los años de lucha, en el camino, fueron levantando distintas banderas. Primero, la de la aparición con vida y libertad a los presos políticos, pues hubo cientos de compañeros que sufrieron cárcel y tortura. Posteriormente la de la memoria. “Desde 1810, para atrás y para adelante, porque cuando una historia, no se traslada vuelva a pasar, esto se repite”, agregaba.
A esto se suma la bandera de la verdad, para desnudar a los cómplices de la dictadura, como lo son el poder judicial y los medios de comunicación, “que han mentido permanentemente, justificando, diciendo mentiras, como que los presos se fugaban de las cárceles, había enfrentamientos y ahí morían, cuando en realidad morían bajo las torturas. Llenaron de mentiras al pueblo para que el pueblo estuviera callado o indiferente o apoyando a la dictadura”.
Finalmente, aseguro, levantan la bandera de la justicia, “porque sin justicia sigue la impunidad y ellos pueden ejercer la misma crueldad, los mismos genocidios que cometieron ayer”.
“Por eso les digo a quienes me escuchan, finalizaba Mirta Pache, averigüen, disciernan, que no les quiten el poder tener un razonamiento propio, hay que tener una visión crítica de los hechos. Investiguen para descubrir la verdad. Les pido que levantemos todos juntos las banderas de Memoria, Verdad y Justicia”.