La conquista presenta para este continente un carácter genocida jamás visto, tanto por sus dimensiones como por su crueldad y por su perduración en el tiempo.
La tarde caía en un horizonte lejano y tres carabelas se debatían entre las olas que chapoteaban la madera húmeda de la proa. Hombres grasientos, nerviosos, mal olientes, remaban en un mar que se les había hecho piel. El agua salada y horas de sol combinado con horas de lluvias y la falta de mujeres tornaba la travesía a esa altura, fastidiosa. Llevaban meses meciéndose en medio del infinito océano y no había tierra a la vista. El almirante albergaba una esperanza, los desesperados marinos, y aquí la historia nos cuenta el milagro, le dieron tres días al genovés como plazo máximo para encontrar tierra sino lo mandarían con los peces al fondo de ese océano. No sabemos si el genovés era católico pero dicen que pidió a santo Domingo el milagro de encontrar tierra y el santo le respondió: “paciencia van por buen camino”.
De pronto se oyó un grito tronador mezclado con el viento “Tierra a la vista”. Mezclado con el tiempo en las orillas de estas nuevas tierras, seguirán meciéndose como si la historia se hubiese aquietado, como si esos marinos hubiesen sido inocentes y corajudos, lleno de aventuras caballerescas, de épicas anécdotas, como si esos marinos y el genovés no hubiesen sido despreciables criminales.
La historia de los ganadores cuenta que tres carabelas aparecieron en el horizonte, la historia de los ganadores habla de una nueva tierra, habla de un nuevo continente, habla de encuentro y habló no hasta hace mucho tiempo de descubrimiento ¿será qué España, pero también toda Europa tiene la necesidad de contar un relato desde cero, como si este continente empezara con la llegada de Colón, simplemente porque quiere oscurecer de las miradas de la historia a esos que masacraron civilizaciones enteras y le robaron el oro y la plata? Puede que el genovés haya escuchado relatos provenientes de los vikingos, donde se mencionaba de una ruta que llevaba a un continente cargado de belleza, a un continente con características distintas a cualquier reino de ese momento y tal vez engañó a los reyes con la teoría del huevo demostrando que el mundo no era plano, ya los griegos sabían eso, pero los ingenuos reyes de Españas conocían poco de los griegos.
Mientras Europa sufría hambrunas, de este lado del planeta, donde no se conocía la rueda, se cultivaba la tierra y los cultivos eran regados con un sistema que recién va a ser comprendido varios siglos después, esos que para los españoles eran;“seres sin almas” convivían con la naturaleza mientras los que portaban la civilización, rapiñaban todos los recursos naturales. Hernán Cortez, cuentan, que quemó las carabelas para que sus soldados peleen hasta vencer o morir en la lucha, también cuentan que los conquistadores al ver la figuras del desierto de Nazca, no podían entender de que se trataba, quizá a ninguno de los conquistadores les interesó nada más que el oro y la plata, quizá la ambición los encegueció. Dicen que los habitantes de este territorio mataban a sus hijos para que no padezcan el horror al que los españoles los sometían y que preferían ir al infierno porque los que predicaban a un dios cristiano eran demonios sin piedad.
El cerro Potosí en lo que es hoy Bolivia fue devastado a más no poder, extrajeron tanta plata de él que bien se podría hacer un puente desde este cerro hasta el puerto de España. Murieron tantas personas en los trabajos que pueblos enteros eran extinguidos y por ello con el tiempo se empezó a traer de África gente para trabajo esclavo mestizando la tierra abierta, haciendo del Edén un averno para los esclavos y para los mercaderes un medio de enriquecimiento rápido, por ello tan simplemente las manos manchadas de sangre recuerdan que el 12 de octubre de 1492 empezó lo que aun hoy no termina, el genocidio mas grande que produjo la humanidad.
Mientras tanto el grito de tierra a la vista sigue sonado en la quietud vencedora de una historia contada por doctores, al tiempo que el agua chapotea en la proa rítmicamente y todos nosotros jugamos a ser el último de los Mohicanos o jugamos a ser los sabios intelectuales de Europa.