[dropcap style=’box’]E[/dropcap]l 15 de agosto de 1972, un grupo de militantes detenidos en Rawson tomó el control del penal y logró huir. Durante la huida murió un guardiacárcel. Seis de los principales dirigentes de Montoneros, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) escaparon a Chile. Otros diecinueve se rindieron en el aeropuerto, al no poder abordar el avión que los trasladaría. Fueron llevados a la Base Aeronaval Almirante Zar y, en un supuesto intento de fuga, el 22 de agosto, dieciséis de ellos murieron fusilados a quemarropa. La “Masacre de Trelew” aumentó el descrédito del gobierno militar y provocó nuevos atentados.
Mientras Alejandro Agustín Lanusse negociaba con Juan Perón una salida electoral que permitiera la participación del peronismo, a través del delegado de Perón en la Argentina, Héctor Cámpora, los cientos de militantes presos en el Sur organizaron la fuga más célebre de la que se tuviera memoria en la Argentina, sólo superada por la que había protagonizado el 6 de septiembre de 1971 la organización política-armada uruguaya Tupamaros, liderada por Raúl Sendic, del penal de Punta Carretas, en la ciudad de Montevideo.
Ese 15 de agosto, los detenidos iniciaron la fuga de la cárcel de máxima seguridad de Rawson, provincia de Chubut. Para esta operación se habían unido las principales organizaciones político-armadas —ERP, Montoneros y FAR— que tenían a sus líderes presos. De los cien militantes dispuestos a fugarse, sólo lograron hacerlo los principales jefes, que, a duras penas, atravesando una zona casi desierta, llegaron al aeropuerto donde otro grupo comando había secuestrado un avión. El grupo no llegó a tiempo y el avión despegó con sólo seis evadidos que alcanzaron a abordarlo: Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna (PRT-ERP), Roberto Quieto y Marcos Osatinsky (FAR) y Fernando Vaca Narvaja (Montoneros). Cercados por tropas de la Armada, los otros 19 militantes se rindieron en el antiguo aeropuerto de Rawson después de pactar con los jefes navales que serían devueltos a la cárcel de Rawson con todas las garantías.
Los evadidos viajaron a Chile, donde ya gobernaba el presidente socialista Salvador Allende y donde las organizaciones político-armadas argentinas tenían vínculos sólidos, no sólo con el Partido Socialista de Allende sino con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que dirigían el sobrino del presidente chileno, Andrés Pascal Allende. Los diecinueve restantes quedaron varados en el aeropuerto de la ciudad de Trelew, en la provincia de Chubut. Se rindieron ante la Marina, el juez y la prensa bajo la promesa de que se respetarían sus vidas; sin embargo, fueron trasladados a una base aeronaval y no a un penal, como se les había prometido. En la madrugada del 22 de agosto de 1972 fueron acribillados en sus celdas. Sólo quedarían tres sobrevivientes; Alberto Miguel Camps, María Antonia Berger (ambos militantes de la FAR) y Ricardo René Haidar (militante de Montoneros), que contarían más tarde lo sucedido. Gracias a esos testimonios se pudo reconstruir lo sucedido, mientras estaban formados a la salida de sus celdas y obligados a mirar hacia el piso fueron ametrallados indefensos por una patrulla a cargo del capitán de corbeta Luis Emilio Sosa y del teniente Roberto Bravo, falleciendo la mayoría en el acto, y algunos heridos fueron rematados con armas cortas en el piso. Luego, al terminar los disparos los siete sobrevivientes fueron llevados a la enfermería, pero no se les prestó ningún tipo de asistencia médica. Los únicos tres sobrevivientes fueron trasladados al día siguiente a Puerto Belgrano, donde fueron intervenidos. La versión oficial del suceso indicaba que se había producido un nuevo intento de fuga, con 16 muertos y tres heridos entre los prisioneros, pero sin bajas en las filas de la Marina. Años después, estos sobrevivientes, también serían asesinados durante la última dictadura militar.
Perón, por su parte, calificó las muertes de “asesinatos” y la CGT declaró un paro activo de catorce horas. El gobierno prohibió velar en público a los guerrilleros y Lanusse envió emisarios a Chile para solicitar la extradición de los prófugos con la intención de juzgarlos como delincuentes comunes. Allende no cedió a la presión y les otorgó el salvoconducto para La Habana. Los entretelones de su decisión trascendieron muchos años después.
El 15 de octubre de 2012 el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia resolvió condenar a prisión perpetua a Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino como autores de 16 homicidios y tres tentativas. La sentencia se leyó en el Centro Cultural «José Hernández» de Rawson, donde se desarrolló el juicio desde mayo del mismo año, en una sala en la que había familiares y compañeros de los fusilados, junto a veteranos militantes chubutenses de la solidaridad con los presos políticos. En el 2014 la Cámara de Casación confirmó las condenas y anuló las absoluciones del ex capitán de navío Rubén Paccagnini y al ex juez Jorge Enrique Bautista.
Recordando este hecho se levantó en el 2014 un monumento ubicado en la entrada de la Base Almirante Zar, lugar donde sucedieron los hechos, que consiste de una columna horizontal, donde allí nacen tres columnas verticales, cada una con las palabras Memoria, Verdad y Justicia.