La idea del mal
Es difícil sintetizar el posible impacto social de un hipotético gobierno libertario. Tal es la magnitud del daño que podría causar.
Llega en una situación de crisis, arreando los resentimientos de una sociedad duramente golpeada por ocho años de crisis económica y precarización de las condiciones de vida, y a esa combinación se le debe sumar la sensación de cansancio y estrés generalizado que invade la vida de las personas. En este sentido, los medios hegemónicos hacen su parte: el lobby a favor de quitar derechos y pisar los sueldos se ha descontrolado y un personaje creado para correr la discusión a la derecha es ahora un candidato fuerte al ballotage.
Milei es el resultado de la crisis política de un país cuya dirigencia no supo responder a las graves consecuencias del gobierno de Macri que endeudó el país a cien años y empeoró los números en todas las áreas. Esa insatisfacción y ese rencor por tanto agravio han convertido el voto en un castigo, que luego fue aprovechado por los libertarios. Los medios le han dado más aire que a ninguna otra figura política: hasta en programas de humor le dieron espacio para su prédica violenta e irracional. Se presenta como una figura “disruptiva”, una suerte de castigo a los políticos por años de mala praxis. ¿Pero a quién viene a castigar? ¿Mediante qué métodos?
Luego de la primera vuelta pudimos ver que el discurso de la “casta”, acusación a la dirigencia política de vivir de privilegios y aislados del destino común, se cayó de manera patética con el abrazo a Patria Bullrich Luro Pueyrredón (casta entre las castas si las hay), y la reunión en la casa de Mauricio Macri (cúspide de la casta sin discusión) donde entregó el gabinete de su posible gobierno. Ahora sabemos que lo de castigar a la política era mentira, en tal caso viene en contra solo de cierta política, entiéndase, los “zurdos empobrecedores” también conocidos como cualquier figura política que se le oponga, sea de izquierda o no.
Pero debemos recordar otro detalle de esta figura: su supuesto estilo antisistema, provocador, no plantea nada contra el sistema. Si el modelo bajo el que vivimos es capitalismo financiero que explota intensamente cada esfera de nuestra vida y genera enormes desigualdades sociales, Milei no se rebela contra eso. Toda su prédica es para aumentar el nivel de explotación de la población y empeorar su situación al quitarle derechos básicos como la indemnización por despido, el derecho a la salud, la educación gratuita o vivir sin tener miedo de no poder calefaccionarse. No alberga elementos progresistas: le declara la guerra a la “casta” pero no habla de investigar la corrupción, la deuda externa, mejorar las condiciones del sistema de salud, o las condiciones de trabajo. Habla precisamente de castigar a la población al mismo tiempo que dice enfrentar a la política. Por su puesto, de los empresarios no dice una palabra.
Ejercicio de anticipación
La Libertad Avanza hace una crítica del actual gobierno basándose en que muchas áreas de su funcionamiento están en malas condiciones. Y en parte puede ser verdad, pero lo que debe quedar en claro es que esto que funciona mal es perfectible, debe ser mejorado para beneficio de la mayoría. Estudiado, arreglado, mejorado, se debe reconocer que hay un problema para no abandonarnos al discurso de que todo lo privado siempre fue mejor. Sabemos que no. Acuérdese de YPF-Repsol, TBA, las AFJP. Ya tropezamos con esa piedra demasiadas veces en 40 años de democracia.
Debemos poder anticipar cuales son los daños que Milei busca infligir y para qué, para poder enfrentar su discurso sin verlos en la necesidad de defender el funcionamiento de servicios que dejan muy insatisfecha a la población.
Pensemos en el sistema de salud: la atención muchas veces no puede ser la mejor, pero Milei promete dinamitar todo. Y lo hará. No viene a bajar los tiempos de espera, o a subir el presupuesto de salud, o a corregir los abusos de las obras sociales. Viene a privatizarla, a convertir el derecho (vulnerado sí) en negocio, y que lo que antes era una prestación básica y gratuita como una tomografía o una biopsia se vuelven pagas e inalcanzables para el 80% de la población. Hoy ir a la salud pública es tedioso y desgastante, con Milei puede directamente dejar de ser una opción y que la mano invisible del mercado decida si vale algo nuestra vida.
La educación transita un camino similar. La escuela necesita ser más justa, resolver un modelo de disciplina que permita un ambiente de aprendizaje, revalorizar el trabajo docente y refundar la convivencia escolar. Nada que proponga Milei, que nos ofrece privatizar el sistema (a veces se pone repetitivo con eso) bajo la premisa mil veces desmentida de que la competencia privada fue mejor, quitando además todo derecho laboral al docente. ¿No le gusta cómo procede la escuela? Váyase a otra ¿Ha sufrido acoso laboral? Váyase a otra escuela. ¿No le gusta que pagamos? Maneje un taxi.
¿Qué puede ofrecer Milei a los trabajadores? Aquí el asunto se vuelve oscuro. Milei sostiene que, si dejamos contentos a los empresarios quitándoles impuestos, convenios colectivos de trabajo, salarios mínimos o la obligación de cumplir condiciones mínimas de seguridad y trabajo, entonces van a invertir y van a generar trabajo en blanco y de calidad (Algo que Por otro lado Macri también sostenía). Por ello Milei sostiene que los sindicatos son el problema, ya que supuestamente son estas instituciones las responsables de poner trabas a la inversión. Las trabas serían los derechos laborales.
Si cumple su fantasía liberal volverían los contratos basura del menemismo, se podría despedir arbitrariamente porque le caes mal al supervisor, no habría más paritarias, la silla, el horario limitado, las vacaciones, las horas extras todo quedaría en el pasado. En vez de poner en blanco a toda la población, nos pasaría a todos a una situación de precariedad laboral donde tendríamos menos sueldo, es cierto, pero sobre todo menos derechos contra los abusos y el maltrato. Dicho sintéticamente: que el trabajador se banque el maltrato y la explotación sin chistar porque si no se queda sin trabajo. Los empresarios, como con Macri, son ángeles movidos por el anhelo más puro y desinteresado de hacer dinero como sea.
Derechos y Humanos
Milei y su partido reivindican la dictadura del 76’ por su carácter ultraliberal (que el empresariado pueda actuar sin límites), pero más que nada por su carácter autoritario. Esto es, si desobedeces poder aplicar la violencia de manera explícita. En el fondo, defienden una alianza de clases conservadores, la vieja oligarquía agropecuaria y la nueva oligarquía financiera y empresarial, que fueron la parte civil de la dictadura. Por eso defienden a los genocidas y pregonaba una visión de la historia donde sus crímenes están justificados, atacan a las víctimas asimilándolas al discurso de la subversión y la guerra sucia, y haciéndose los distraídos con la cuestión de los estudiantes, docentes, periodistas y trabajadores asesinados.
Sin embargo, el discurso violento no termina ahí. Milei y sus seguidores sostienen un discurso que habilita la violencia contra las mujeres y las disidencias sexuales asimilándolas a discursos conspiranoicos sobre cómo pretender destruir la “familia tradicional”. Hablamos de ataques al cuerpo, a la dignidad laboral, a la sexualidad, en síntesis, una deshumanización del colectivo feminista y LGTBIQ+ que habilita formas de violencia que están a una elección de pasar a la agresión física. Porque si pensamos que los homosexuales, las zurdas y las feministas vienen a destruir la sociedad ¿Qué no haríamos para evitarlo?
El voto en blanco
Quien escribe respeta las convicciones por las que cada individuo vota sin importar su identidad política. Incluso los libertarios. Por ese mismo respeto es necesario señalar que el voto en blanco puede ser la victoria de Milei en un contexto tan ajustado.
Todo lo actuado por el actual gobierno es susceptible de fuertes críticas, eso es indiscutible. Pero no podemos en nombre de criticar al gobierno actual, que necesita mejorar su performance a futuro, dar un salto al abismo. Lo necesario corre detrás de lo urgente. Podríamos pasar en muy poco tiempo de discutir el mal estado del sistema de salud, a directamente lidiar con el problema de no poder acceder al mismo. No podemos, pasar del reclamo por paritarias, por la quita del impuesto a las ganancias y la reducción de la jornada laboral, a estar a un látigo de la esclavitud formal.
No deberíamos tener que elegir entre dos opciones que no deseamos, pero ahora tenemos la responsabilidad como ciudadanos de elegir en un momento que puede ser bisagra en la historia.
Si alguien necesita ver cómo funcionan los gobiernos de ultraderecha no le crea a quien escribe esto. Solo mire el daño y la ignorancia que han sembrado en Italia, Inglaterra, Brasil.
No hay excusas para permanecer impasible frente a una violencia tan irracional. No es necesario amar a Massa, solo al prójimo.