Una prominente estatura hará que quien la posea, se vea permanentemente recurrido para alcanzar objetos que uno de mediano porte, no alcance, o deba estirarse en demasía con el riesgo de que se rompa el objeto a alcanzar, o padecer un calambre en algún brazo, pantorrilla, o quedar con los dedos de los pies amochados. La dificultad de los que son muy altos, suele ser la altura de algunas puertas que éste debe atravesar, dificultad fácil de resolver, con sólo estar atento. Esto que se explica, va a parecer una perogrullada, prima hermana de la estupidez, si no la sometemos al juego de las analogías, con la figura, en este caso, de la ex presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner y la persistente arremetida del oficialismo, en querer encarcelarla y sacársela del medio.
Cristina puede con un leve estiramiento de su mano resolver lo que el resto no logra resolver, ni siquiera, aquellos que intentan aproximarse con un banquito. Ella se sitúa muy por encima, hasta del que quiera utilizar una aeronave, puesto que no hace falta, porque sabe perfectamente, que el pueblo está allí abajo, que es donde hay que arremangarse y resolverle las tremendas vicisitudes que hoy atraviesa, dadas las políticas de ajuste que impone un gobierno elegido democráticamente, pero que en la práctica se comporta muy lejos de lo que significa el estado de derecho de sus ciudadanos. Si se observa lo que desencadena Cristina, toda vez que expresa su visión política, tanto desde un estadio de fútbol repleto, como desde un canal de tv batiendo todos los récords de audiencia, no es otra cosa que internarse en el corazón mismo del pueblo que la oye, del otro lado, como un juego de niños caprichosos, le saltan a la yugular o a ponerle piedras en el camino, o palos en la rueda.
La irritación que provoca no es otra cosa que la impotencia propia del que desde su pequeñez, no puede permitirse el lujo ni de rallarle ni siquiera los zapatos a la primer candidata a Senadora. Hay una explicación para esto, que amaga, así de este modo, en ser un juego de niños perversos. La altura que posee Cristina, es finalmente lo que Macri se niega a procurar, porque muy a pesar de todo, de este desprecio, de esta negación, es la Democracia la que pone a uno tan distante del otro, tan alto, a tan bajo.
Dentro del hemisferio democrático, la montaña más alta es la que señala y elige el pueblo, porque ¿cómo se explica si no, que un poderoso como el actual presidente rodeado de tantos poderosos, los cuales privilegia, que inclusive se codea, haciéndolo hasta con los hombres más fuertes del planeta, no logre con todo esta acumulación de poder, sobrepasar la estatura de la ex mandataria? ¿Cuál es la escalera que ubica a Cristina tan por arriba y a Mauricio Macri tan por debajo? No es difícil, el pueblo no olvida los años de mandato de su actual conductora, la vez que administró los rumbos del país en el cual el pueblo fue feliz.
Cristina doblega mucho más con la verdad, que con lo audacia, Novaresio , periodista de INFOBAE, medio opositor al kirchnerismo, fue derrotado, no logrando hacer fracasar a la ex presidenta, no porque la entrevistada fuese una serpiente resbaladiza y esquiva, (dicho en términos periodísticos), sino porque ésta prefirió ser fiel a la verdad de lo acontecido en su gestión y lo que ella, como pueblo, siente y expresa, en su propio cuero y ser parte de él, hoy víctima de las políticas neoliberales, que este periodista defiende.
En Florencio Varela, al igual que en Sarandí, Cristina continuó reproduciéndose asimisma en la multiplicidad cada vez mayor de su pueblo que la espera, como esperó a Juan Domingo Perón aquel lejano 17 de octubre. Macri, simultáneamente, se paseó en bote por Paranacito, (el Paraná hubiese sido demasiado). La dimensión alcanzada por Cristina no es otra cosa que la Democracia asomando la cabeza, empujada por su pueblo. Cristina, día a día, avanza y pone bien alto en valor real, lo que Macri desprecia: la Democracia. Que es lo que más les molesta.