La dueña de la reconocida tienda de libros de General Rodríguez nos contó como surgió la idea de la apertura del local y porque se fue transformando en un lugar de reunión de lectores, con desarrollo de todo tipo de actividades donde la literatura ocupa el centro de la escena.
Justo en la esquina formada por la Avenida España y la calle Avellaneda, en General Rodríguez se puede ver una casa, como cualquier otra de la localidad, pero un cartel justo en la entrada de la vivienda indica que allí funciona la librería Macondo; aunque la mayoría de los rodriguenses, desde hace ya 10 años, no necesita de ningún cartel para saber que allí pueden acudir cuando necesitan algún libro, tienen ganas de leer sin saber que o bien compartir un momento literario.
La librería Macondo cumple 10 años de existencia y sobre esto charlamos con Graciela Ocampo, una Profesora en Letras que hace esa cantidad de tiempo decidió que era el momento de realizar un sueño, de aportar un granito de arena para difundir la literatura, como una ayuda para poder salir de ciertas situaciones sociales complejas (La idea se cruzó por su mente acompañando a su hijo en una huelga en Plaza de Mayo).
Ocampo entendió, además, que General Rodríguez había desarrollado un gran crecimiento demográfico, que le dio la pauta “de que podía funcionar una librería”; “¿Porque no una librería en General Rodríguez, que es un lugar que crece día a día?”, se preguntó.
Macondo trascendió los estándares clásico de una librería común, y en la localidad se ha transformado en un espacio cultural, reconocido, donde lectores de todas las edades se reúnen y comparten una pasión. “La literatura siempre va al encuentro del otro como lector y el lector socializa con otros lectores, se arman como comunidades de lectura. La cuestión es poder salir de lo meramente comercial” sostiene Ocampo. De hecho el sábado pasado realizaron un Taller de Lectura y Escritura para niños, al que acudió Melina Barrera, autora de “Diez gotitas de azar”, un libro de leyendas sobre recetas de comidas que nacieron de forma accidental.
Durante el año pasado y el anterior, Macondo realizo actividades de este tipo también en las instalaciones del Centro de Formación profesional de Atilra, ya que la librería está en permanente contacto con espacios culturales de toda la localidad. En esas ocasiones una gran cantidad de niños asistieron a presenciar a un grupo de contadoras de cuentos que los dejaron fascinados, inclusive a los adultos.
“Uno puede poner una librería y esperar que los grandes monopolios y editoriales entreguen todas las novedades y nos impongan la lectura, pero uno también puede, por otro lado, pensar en una resistencia a esas imposiciones lectoras, que también son imposiciones culturales, y ofrecer otras cosas, sin dejar de ofrecer los best sellers” agregaba la dueña de Macondo. Por ello es que las personas pueden encontrar entre las paredes abarrotadas de libros, una gran cantidad de ejemplares de distintas temáticas que pocas veces se encuentran en la librerías express muy similares a un “Farmacity”.
En estos momentos en Macondo se está llevando adelante un taller de cuenta cuentos, de narración oral, dictado por Beatriz Tasso; “Ella es de Moreno, viene a dar los cursos. En este taller hay dos niveles, principiantes y los que están hace más tiempo. Nos divertimos mucho. Para poder contar hay que leer mucho” agregaba Ocampo. Este taller se realiza los días martes a las 16 horas y los que deseen asistir pueden inscribirse en la librería. No es necesario ser docente ni tener título universitario, sino “simplemente tener deseos de contar algo”.
Además funciona en Macondo un Taller de escritura, a cargo de Fernanda Alonso, dos sábados por mes. “Ahí se trabaja con lecturas modélicas y con consignas, con reproducciones y se deja dos semanas como para que esos textos que van naciendo tengan tiempo de madurar”, finalizaba Graciela Ocampo.