Cuando los atracadores de ancianitas y ancianitos quieren robarlos, a veces usan la violencia directa, a veces recurren a mecanismos arteros. Elaboran historias complejas y entramadas, creando un relato falso con elementos reales, para que los abuelos y abuelas caigan en la trampa y hagan pasar a sus moradas a quienes luego se transformaran en sus verdugos.
Esto se conoce como el “cuento del tío”. Las mentiras que suelen utilizar están plagadas de datos, nombres, acciones que pertenecen a la realidad de la futura víctima. A esto le suman una actitud bonachona, con palabras dulces en tonos de familiaridad, lo que genera en la victima una sensación de empatía y confianza que deriva en bajar la guardia. Una vez que ingresaron, el robo esta consumado.
La verdad es que nadie imagina a una persona que va a estafar a alguien inventando un cuento del tío que comience diciendo algo así como: “déjeme pasar, que lo que le estoy diciendo no es la realidad de lo que voy a hacer, que es asaltarlos”. Entonces… ¿Por qué buscan en el “memorando de entendimiento” con el Fondo Monetario Internacional una declaración de asalto directa? Jamás fue así, ni es, ni lo será.
Es perro…
Como dice un amigo, tiene 4 patas, cola, ladra…es perro. No hay que hacer mas que revisar la historia de nuestro país con el Fondo Monetario Internacional para darse cuenta que todos los acuerdos pactados han terminado en catástrofes sociales, económicas y políticas, para los sectores populares. Vale la pena aclarar esto último, porque estos acuerdos tienen su contracara, beneficiando a un reducido sector de grupos económicos, locales e internacionales, que utilizan la deuda como un mecanismo de fuga de dólares al exterior, y la crisis, como una forma de comprar por migajas empresas, centralizando y concentrando aun mas sus negocios, aumentando la monopolización de la producción y los servicios.
Hasta el presente, son 23 los acuerdos que se han firmado con el FMI, todos ellos, incluido el último “refinanciamiento”, encabezados por ministros de economía ligados a los sectores dominantes de la economía local, aunados con los grupos financieros internacionales.
Esta vez, nos dicen, será diferente. No habrá “ajustes”, ni políticas que apunten contra los sectores populares, sin embargo, en “cuanto a las políticas para “los más vulnerables”, a juzgar por la realidad de los programas implementados en Argentina y otros países, como Ecuador —el ejemplo más cercano—, el FMI ayuda más a aumentar su cantidad total que a resolver su situación de vulnerabilidad”. Así lo aseguró la investigadora del Conicet, Noemi Brenta, en su artículo “Argentina y el FMI: un enfoque histórico de las condicionalidades y su incidencia en los derechos humanos económicos y sociales, 1956-2020”.
El cuento…
Por supuesto que el cuento del tío no nos va a decir que va a “ajustar” la economía y a empobrecer aun mas a los sectores populares. No; el memorando habla de “modernizar”, de “aumentar la productividad” y una vez mas nos piden que creamos en las palabras, mientras que los trabajadores argentinos tienen sobrada experiencia histórica sobre lo que esas palabras acarrean, realmente, en los hechos.
“Para medir la importancia del crédito pensemos por un instante en lo que pudo haber ocurrido de no obtenerlo”. Esta frase parece haber sido dicha por varios de los dirigentes que sostienen que esta negociación con el FMI fue lo mejor que se pudo haber obtenido, y que peor hubiera sido que se de un “Default”, pero no. Esta frase la dijo el ex presidente Fernando de la Rúa mientras se cocinaba el famoso “blindaje”, que llegó luego de no poder cumplirse los pagos del primer endeudamiento firmado, conocido como el “Megacanje”. Como termino toda esa película, es bien conocido por todos.
El presidente que dejó su mandato con mas de 30 asesinatos en el país también aseguro que “a partir de esta extraordinaria operación económica (refiriéndose al blindaje), podremos crecer espectacularmente y comenzar a generar los empleos que necesitamos”. El actual mandatario, de forma similar, manifiesta que el país sufría un problema, mientras que “ahora, tenemos una solución. Teníamos una soga al cuello, una espada de Damocles, y ahora tenemos un camino que podemos recorrer. Sin acuerdo no teníamos un horizonte de futuro. Con este acuerdo, podemos ordenar el presente y construir un futuro”.
También se nos dice ahora, que muchas de las observaciones que el Fondo realiza en este Memorando son solo opiniones, o indicaciones de hacia donde debería ir el rumbo del país, pero no son exigencias. Lo mismo decían de las indicaciones que figuraban en el acuerdo que De la Rúa firmó con el FMI cuando este, “indicaba” que debía hacerse una reforma jubilatoria para aumentar a 65 años la edad jubilatoria, hacer del Banco Nación una Sociedad Anónima y promover la desregulación de las obras sociales de los sindicatos.
El pueblo…
Una de las criticas que pueden escucharse de sectores que se oponen a la firma de esta especie de “acuerdo”, es que, paradójicamente, quienes serán afectados por los resultados del mismo, ni siquiera fueron consultados. En ningún momento circulo por la cabeza, o al menos no nos enteramos, la idea de realizar un plebiscito vinculante, para que sea el mismo pueblo el que decida si quiere o no este acuerdo.
Tampoco el pueblo pareció ser el privilegiado cuando se dio marcha atrás en la estatización de “Vicentín”, o cuando no se recupera la soberanía de los puertos del Rio Paraná, ni cuando se dio marcha atrás constante ante las embestidas de las grandes cámaras patronales, o cuando se recula una y otra vez, ante las extorciones de las cámaras empresarias agroexportadoras.
Lo real, es que seguramente el Senado terminara de aprobar este nuevo acuerdo con el organismo financiero, y se verá con el andar cuales son las consecuencias de que esto suceda. Si el gobierno tiene razón, se sigue para adelante, si no, desgraciadamente el pueblo comenzara nuevamente a padecer las consecuencias de un pacto firmado por el macrismo neoliberal y ratificado actualmente. Desgraciadamente, la historia de los pactos con el FMI no muestra un panorama alentador para el pueblo.