Slavoj Žižek, filósofo esloveno, es quien nos inspira para pensar la violencia desde sus conceptos. Él nos habla en su libro “La violencia. Seis reflexiones marginales” de que la violencia más irracional, esa que se nos presenta como inexplicable, tiene su origen en la violencia oculta, la misma que sostiene nuestro sistema político y económico.
[dropcap style=’box’]H[/dropcap]ay un viejo cuento que habla de un hombre sospechoso de robo en una fábrica, este tipo era revisado todos los días. Pues su vehículo de trasporte para sus cosas era una carretilla, los guardias de la fábrica inspeccionaban sus pertenecías minuciosamente. Pero pasado un tiempo estos se sentían burlados en su cara, entonces aplicaron los métodos que les resultan más fáciles de usar. Lo encerraron en un cuartito y lo torturan hasta que al fin, después varias horas de dolor por los golpes el hombre se quiebra, unos de los guardias vuelve a preguntar por última vez: “¿Qué es lo que te robas?” el dolorido hombre responde: “carretillas”.
El cuento nos habla de que lo oculto, aquello que no resulta inalcanzable, que nos resulta inabarcable a nuestra razón está ahí delante de nuestros ojos, las carretillas pasaban ante las narices de los guardias, porque ellos están entrenados para ver lo que cualquiera no puede ver y la astucia de este hombre fue dejar bien a la vista lo que se robaba. Con el análisis de la violencia pasa lo mismo, nos bombardean desde los medios con manifestaciones de violencias que van desde un atentado hasta conflictos internacionales.
Cuando en aquel 11 de Septiembre las torres gemelas se desplomaban, los medios saturaban el aire con la información, millones de almas miraban atónitas las pantallas y la imagen de las torres cayendo se repetía una y otra vez. Bush en su delirio emprende una ofensiva sobre Afganistán, a la operación militar la llamo: “justicia infinita”. Pero en medio del polvo y los llantos, en medio de los alaridos republicanos, sale un reconocido psicolingüista norteamericano Noam Chomsky a decir en sus declaraciones que es EEUU con sus políticas imperialista, tanto de aplicación de un modelo económico que excluye y condena a muchos países a la pobreza, como también la invasión a los países de medio oriente para arrebatarles el petróleo, el principal terrorista en un mundo globalizado. Chomsky logra ver la carretilla de un solo golpe de vista, a pesar de la inmensa y aplastante difusión mediática montada por aquellos días.
Volviendo a nuestro filosofo de cabecera en esta columna Slavoj Žižek, decimos que hay un tipo de violencia simbólica encarnada en el lenguaje, en otras palabras esto es lo que comúnmente llamamos el “cómo se dice”. Este tipo de violencia no solo está en los mecanismos de dominación y en sus discursos que lo reproducen, la violencia simbólica digo, sino en su forma más arcaica, o sea en el sentido. Para aclarar un poco esto podemos decirlo de la siguiente manera, el discurso que reproduce el mecanismo de dominación podría ser por ejemplo aquel que dice: “todo lo que tengo se lo debo a la empresa” pues ese discurso proviene del empresario “todo lo que sos y tenes me lo debes a mí”, mientras tanto quien pierde la salud trabajando es el obrero y quien se lleva las ganancias el patrón, pero este convence al obrero de que en realidad él no es nada sin el patrón, le miente para que el obrero no tome conciencia.
Siguiendo Slavoj Žižek decimos que la violencia simbólica tiene una raíz más arcaica y esta es el universo de sentido que impone el lenguaje. Tomemos un ejemplo, los bombardeos en Siria, acá el sentido de lo que se dice, por los diferentes medios apuntan a una dirección, a invisvilizar el interés imperialista de EEUU. O sea las palabras en este caso tienen una dirección, una lógica y esta lógica es afectar la manera de pensar, sentir o entender una cosa, que tiene cada persona en particular. En otras palabras este universo de sentido que impone el lenguaje de los medios masivos de comunicación domestica al sujeto y lo aísla, rompiendo los lazos de solidaridad y saca de foco al verdadero interés del agresor. Por ello es preciso cuando estamos abrumados por la información, alejarnos y estudiar, estudiar y estudiar para liberarnos de la trampa del sentido y comprender el origen de la violencia, o sea tomar un poco de distancia y tener a mano otra lectura.