La represión y masacre sufrida por el movimiento obrero argentino en la que fueron asesinadas cientos de personas en Buenos Aires, durante el 7 y 14 de enero de 1919, durante el gobierno radical de Hipólito Irigoyen.
El conflicto se originó a raíz de una prolongada huelga declarada en la fábrica metalúrgica Talleres Vasena en reclamo de mejores condiciones laborales. El conflicto se agravó, impulsado por la intransigencia patronal, así como el accionar violento de rompehuelgas, hasta que se desato la represión abierta por grupos parapoliciales amparados por el gobierno, la policía y el Ejercito, asesinando, deteniendo y torturando a miles de personas, mientras la población respondía con una pueblada generalizada.
El gobierno radical osciló entre su política de mediación en los conflictos laborales y la adopción de una política altamente represiva, que incluyó el apoyo a grupos parapoliciales, la orden de represión por medio del Ejército, la tortura y la simulación de ataques contra objetivos gubernamentales.
La represión dejó un saldo de cientos de muertos (las estimaciones de la época hablan de 700), decenas de desaparecidos – entre ellos gran cantidad de niños -, miles de heridos y decenas de miles de detenidos. El gobierno nunca informó oficialmente sobre la represión, ni publico la lista de victimas.
Los Talleres Vasena estaban ubicados en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, en los barrios de San Cristóbal y Nueva Pompeya. Habían sido fundados en 1870 por el italiano Pedro Vasena, quien la convirtió en la más importante del pequeño sector siderúrgico argentino. En 1912 se había transformado en una sociedad anónima con importante participación de capitales ingleses y sede legal en Londres. Curiosamente el abogado de la empresa era el senador Leopoldo Melo, un alto dirigente de la Unión Cívica Radical, que a la sazón, también era miembro del directorio.
La empresa era la más importante del sector en Argentina y tenía unos 2500 trabajadores. Además de la fábrica metalúrgica, la empresa tenía también un lavadero de lana en Barracas, así como dos establecimientos en La Plata y Rosario, donde empleaba a cientos de trabajadoras.
Las condiciones de trabajos en ambos sectores eran pésimas. Se caracterizaba por un ambiente de trabajo con temperaturas excesivas y sin ventilación, salarios por debajo de lo que pagaban otras empresas, jornadas más largas que estas, y una fuerte adhesión a una postura antisindical y contraria a toda negociación colectiva.
El 2 de diciembre La sociedad de Resistencia Metalúrgicos Unidos, que se había formado tras desavenencias con el original sindicato por sus reiterados fracasos y adherida al sector obrero anarquista, declaró la huelga en los Talleres Vasena.
Situados en Buenos Aires donde hoy se encuentra la Plaza Martin Fierro en el barrio de San Cristóbal, sus depósitos de materia prima se encontraban en el barrio de Nueva Pompeya en el límite de la ciudad con el Riachuelo. El tránsito de materiales a lo largo de la calle Pepirí y 24 de Noviembre era constante y es allí en el cruce de Amancio Alcorta y Pepirí donde estaba instalada la sede del sindicato. Los acontecimientos que dieron como resultado La Semana Trágica transcurrieron en estas ubicaciones.
El sindicato elaboró un petitorio que fue presentado a la empresa, pero Alfredo Vasena se negó a considerarlo y recibir a la delegación sindical. Se inicia así un proceso en que la violencia fue creciendo.
Los Vasena recurren a rompehuelgas y civiles armados provistos por la Asociación Nacional de Trabajo. Este era un grupo parapolicial creado por el entonces también presidente de la Sociedad Rural Argentina, Joaquín de Anchorena, para combatir las huelgas mediante la violencia directa.
Por su parte el sindicato organizó piquetes para impedir el transporte de materiales de los depósitos a los talleres. Logró el apoyo de los vecinos, comerciantes, y una gran cantidad de sindicatos especialmente Marítimos y Portuarios que se negaron a transportar materiales de Vasena.
Para facilitar la acción de los rompehuelgas, dada la prolongación de la huelga merced al apoyo que recibían los huelguistas, Vasena provee de armas a los rompehuelgas con autorización del gobierno. Con esto, se suceden hechos de extrema violencia que van desde el 13 de diciembre de 1918 hasta el 7 de Enero de 1919, fecha esta última en la que se da inicio al proceso despiadado que se dio en llamar Semana Trágica emulando a la que había sucedido en España en 1909.
El 7 de enero, en la esquina donde estaba local sindical, más de cien policías y bomberos armados con fusiles Mauser apoyados por rompehuelgas armados con Winchester, dispararon contra las casas, los huelguistas y los vecinos. Como resultado del ataque murieron 5 personas ajenas al conflicto y 30 resultaron heridas. La indignación que generaron estos hechos en los sectores obreros y en los barrios populares de la ciudad se reflejó en la gran cantidad de gente auto convocada a los velatorios de los muertos.
Se declaró una huelga general para el 9 de enero, para asistir masivamente al entierro de las víctimas de la matanza.
El multitudinario cortejo fúnebre desencadenaría nuevos enfrentamientos con decenas de obreros muertos. Los lugares donde hubo la mayor cantidad de muertos fue en la Iglesia de Jesús Sacramentado en Yatay y Corrientes, desde donde se empezó a disparar contra la multitud que acompañaba el cortejo y dentro del cementerio donde se había parapetado un regimiento de infantería y varios agentes policiales. Mientras se pronunciaban los discursos, descargaron los fusiles a mansalva contra los familiares y militantes, disolviendo la manifestación y dejando un tendal de muertos y heridos.
Al otro día de estos hechos, la ciudad quedo militarizada y dio comienzo a lo que se llamó terror blanco, que se extendería en el curso de los siguientes 3 días. Ejecutado no solo por las fuerzas militares y policiales, sino ahora también por grupos civiles de jóvenes de clase alta identificados como patriotas.
Siguiendo el ideario del Gral. Dellepiane quien habría dicho “daremos un escarmiento que se recordara en los próximos 50 años», las fuerzas represivas actuaron los días siguientes sin limitaciones de ningún tipo. Las fuerzas policiales y parapoliciales continuaron realizando acciones criminales y detenciones en toda la ciudad. El gobierno decide poner en marcha una operación para hacer creer a la población que las protestas sindicales habían sido parte de una conspiración internacional ruso-judía para establecer un régimen soviético en la Argentina.
Después de estar la ciudad casi totalmente paralizada, el día 13 de enero, las tratativas sindicales con los Talleres Vasena, mediados por el gobierno, dieron como resultado la aceptación de los reclamos obreros en su casi totalidad y el levantamiento de la huelga.
El día 14 de enero después de una reunión con el Gral. Dellepiane con el movimiento obrero, el gobierno aceptó poner en libertad a los detenidos, la supresión de la ostentación de fuerza de las autoridades y el respeto del derecho de reunión.
El lamentable saldo de estos episodios fue de unos 800 muertos nunca identificados, decenas de desaparecidos, miles de heridos, y más de 50.000 detenidos. La embajada de Estados Unidos, realizo lo que se supone una cuantificación precisa, contabilizando 1356 muertos.
Hoy, a una prudente distancia temporal de estos hechos, no podemos dejar de pensar y reflexionar en lo curioso que nos resulta observar que sea un gobierno Radical, quien se mostró desde su origen como paladín de la libertad, el que dio su aval a actuaciones sanguinarias como la que describimos y las posteriores como la Patagonia Rebelde. Tampoco podemos evitar analogías, cuando vemos a este mismo partido avalar hoy a la oligarquía que nos gobierna.