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25-02-2017 | LA SERENÍSIMA CIERRA UNA PLANTA EN SANTA FE
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Se anunció que el 31 de julio, “por la caída de la productividad”, cerrará la planta clasificadora de Rufino. Tiene aproximadamente 20 trabajadores. Desde la empresa aseguran que se les ofrece el traslado a otros establecimientos, y “otras opciones”. La situación del sector y el impacto de las medidas gubernamentales.
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[intense_dropcap]L[/intense_dropcap]a crisis de la lechería, al igual que en el resto de la industria, se hace sentir de cerca. La empresa Mastellone Hnos, presidida por José Moreno, anunció para el próximo 31 de julio, el cierre de su planta de clasificación de leche cruda en Rufino (Santa Fe), en la cual se recibe leche de los tambos, es clasificada y luego enviada a otras plantas de elaboración. Según se comunicó, esta proceso se derivaría a otras clasificadoras existentes como las ubicadas en ubicadas en Las Varillas, Mercedes, Trenque Lauquen, Junín y 9 de Julio.
La compañía apuntó en un comunicado que el motivo del cierre sería por «la caída de actividad” provocada por diversos factores, entre ellos indicaron un “estancamiento” de 20 años en la producción lechera, el “impacto de empresas que operan en la marginalidad” a las que se habría derivado el 50% de la leche que dejó de recibir la planta de La Serenísima en Rufino; y “la adversidad climática”, que redujo la cantidad de tambos remitentes.
“Como consecuencia de ello, la planta no está en condiciones de procesar la cantidad mínima de leche para ser sustentable operativamente”, afirmó Mastellone.
No se brindaron demasiados detalles sobre qué pasará con los aproximadamente 20 trabajadores que desempeñan tareas en el lugar, solo se dijo que se les estarían ofreciendo “la posibilidad de traslado a otros establecimientos de la compañía”. Se mencionó además que se darían “otras alternativas” al traslado, pero ante un contexto en el que cada vez cobran más fuerza los intentos de flexibilización laboral, las alternativas no serían demasiado alentadoras.
Actualmente el precio de la leche para los consumidores está por las nubes, el precio para los productores no cubre los costos, cientos de tambos quebraron o están al borde de la quiebra, y miles de puestos de trabajo que se han generado en los últimos años están en la cuerda floja. Para entender cómo se llega a esto, y ante el los discursos de los grandes empresarios, cabe destacar que la complejidad de la situación por la que atraviesa el sector lácteo en la Argentina requiere un análisis detallado. A la coyuntura climática, hay que sumarle la situación del mercado internacional, los problemas estructurales y sobre todo el impacto de las medidas gubernamentales implementadas.
En línea con el último punto, teniendo en cuenta algunos datos del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda, podemos decir que el año pasado, primer año de gobierno de la Alianza Cambiemos, la producción primaria de leche sufrió la peor caída de los últimos 9 años con 9.711 millones de litros. Durante el 2016, el consumo por habitante cayó un 25%, la producción de materia prima retrocedió entre el 10% y 11% respecto a 2015. Se cerraron 460 tambos, con lo que se duplicó la tasa de cierre de los últimos dos años.
En el contexto actual, las políticas sin segmentación entre productores grandes y chicos (como la devaluación y las retenciones) o los subsidios sectoriales indiscriminados como el actual a la leche, y la inexistencia de acompañamiento de planificación estructural para resolver los problemas de la cadena láctea desde el eslabón más débil (como el apoyo tecnológico, créditos a infraestructura, financiación logística), sólo terminan favoreciendo a los eslabones más grandes.