La música como herramienta pedagógica. Santiago Mastronardi, Director del Programa en la Escuela del Barrio Bicentenario nos contó la actualidad que atraviesa el programa educativo.
En la escuela N°22 del Barrio funciona el Programa de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles para el Bicentenario, programa que viene siendo castigado por las políticas neoliberales implementadas en el país desde la asunción del macrismo al gobierno. Sin embargo el trabajo de los profesores y los estudiantes, mediante una tenaz resistencia, vienen sosteniendo el programa contra viento y marea.
Entrevistamos a Santiago Mastronardi, Director del Programa en General Rodríguez y nos contó la actualidad por la que traviesan tanto los profesores como los estudiantes que forman parte de este proyecto musical, educativo y pedagógico.
Actualmente participan del programa unos 60 y la matrícula de inscripción se encuentra en constante aumento. “Estamos preparando un concierto junto con 5 orquestas más en la basílica para el 2 de diciembre. Lo llamamos el Encuentro de Orquestas del Oeste” comienza relatándonos la próxima actividad que han encarado, y agrega que “este años va a ser el segundo y tratamos de que cada año vengan más orquestas del oeste, que hay un montón. Como este encuentro es auto gestionado, no lo organizan las actividades del programa, cuesta mucho, estamos tratando de conseguir colectivo para que venga Paso del Rey, las mismas orquestas de Lujan puedan ir con los instrumentos”.
Origen del Programa
“Somos 11 profesores que venimos todas las semanas 2 o 3 veces y damos clases de instrumentos, ensayos parciales, clases de lenguaje y ensayos generales también” afirma Mastronardi, que también enseña. Mientras de fondo se escuchaban algunos contrabajos y violines, hizo un poco de historia sobre los comienzos de Coros y Orquestas: “El programa nació por el Ministerio de Educación, hace aproximadamente 7 años y continua hoy. Pero a pesar de los cambios que hubo, nuestros sueldos se atrasan mucho para ser cobrados, se nos dificulta mucho la tarea, pero lo seguimos haciendo porque es un buen trabajo, nos gusta mucho el contacto con los chicos, enseñar en las escuelas públicas. Que las escuelas públicas tengan la posibilidad de tener orquestas sinfónicas juveniles infantiles es algo que nos parece muy valioso, así que seguimos adelante”.
El cambio de gestión gubernamental, sin dudas altero el desarrollo educativo y laboral, para los estudiantes y para los docentes: “Hoy hay problemáticas que antes no teníamos. Desde hace 2 años para atrás cobrábamos al día y ahora no. Porque el dinero se queda en provincia de Buenos Aires, nos paga la Unidad Ejecutora Provincial, y eso trae muchos retrasos en la liquidación de los sueldos, entonces mandan las facturas a La Plata, tardan 2 o 3 meses hasta que las liquidan, algunas se pierden, estamos en esa maraña burocrática de la Provincia de Buenos Aires”.
La música como práctica pedagógica
“Este es un proyecto que no se ve en escuelas privadas tampoco, porque poder armar una orquesta con todo lo que ves, flautas transversas, clarinetes, trombones, trompetas, violines, violas, chelos, contrabajos, con percusión, es algo que solo el estado puede llevar adelante y poder bancar 11 profesores que vengan y se comprometan”. Esta respuesta manifiesta la importancia de la ejecución del programa, y el potencial educativo y humano que contiene el hecho de que varios jóvenes y niños se junten varias veces a la semana a desarrollar el aprendizaje musical. “Se genera un espacio increíble, los chicos aprenden mucho más que música. Acá se aprende a escuchar al otro, que mi parte es importante y también la del otro, es importante el silencio cuando toca otro y que me escuchen cuanto toco, es importante que a veces todos tocamos juntos, por momentos solo una parte de la orquesta, a veces un solo instrumento; lo musical se lleva también a lo humano”.
Los pasillos de la escuela Bicentenario, más vacíos que durante el horario escolar, eran atravesados por los estudiantes que, con sus instrumentos a cuestas, buscaban las aulas que les correspondían. Algunos y algunas estudiantes cargaban enormes contrabajos en sus fundas que, largamente sobrepasaban la altura de los jóvenes músicos.
“Desde lo pedagógico vemos chicos con serios problemas actitudinales, de conducta, concentración, de atención y vemos como van mejorando de mes a mes, de año a año. Hay toda una cuestión afectiva de mucha contención, a través siempre de la música. Nosotros no priorizamos una cosa sobre la otra. Lo pedagógico, lo referente a la educación a la contención, esta de la mano de lo musical. Esto es una orquestas sinfónica y los profesores somos de música, nuestra función es enseñar música, pero los valores que se trabajan son innumerables. Se han hechos estudios importantísimos hace 3 años más o menos. Sociólogos y antropólogos hicieron un análisis de varias orquestas de todo el país y llegaron a una conclusión muy poderosa, de que esto trabaja muchísimo con los chicos y con la comunidad, con sus familias, como se movilizan en los conciertos, como apoyan el estudio. Los chicos no faltan, cada vez vienen más y crece, lo que te indica que la cosa funciona”.
Expectativas
Santiago Mastronardi debía regresar al aula. Un grupo de estudiantes violinistas esperaban a su profesor, mientras, ejecutaban una y otra vez las partituras de la banda musical de la película “Piratas del Caribe”.
“Lo que se trata es que cada año se renueva el repertorio, hay siempre 4 o 5 temas caballitos de batalla que se dejan para los conciertos porque al público le gustan mucho. Pero el desafío es armar temas nuevos constantemente, renovar el repertorio y tocar todos los conciertos que se pueda. Al principio de estos dos años, desde esta nueva realidad del programa nos costó mucho salir a tocar porque nos pedían que armáramos salidas educativas para cualquier concierto. Eso cambio, porque presionamos para que cambiara, se dieron cuenta las autoridades que no podíamos hacer una salida educativa para ir a tocar a la plaza del pueblo o a alguna escuela amiga, entonces las salidas se lograron resolver de una forma más sencilla, así que la idea es que el año que viene cada mes hay un concierto en escuelas, en jardín de infantes, en actos de Rodríguez, así que la idea es aprender nuevas músicas, juntar grupos de chicos más numerosos, lo ideal es llegar a 70, 80 chicos y tocar todos los conciertos que se puedan”.
Eran poco más de las 18 horas. El sol comenzaba a menguar. Los pasillos de la escuela del Bicentenario se poblaron de música proveniente de varias aulas, en algunas los chelos, en otras flautas, en otras los violines. Los altos techos de la escuela, el eco y la acústica daban la impresión de que los acordes brotaban desde todas partes, desde las paredes.
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