Durante los años de la última dictadura militar, a solo dos cuadras desde donde vivía, las Fuerzas Armadas, junto al apoyo logístico de la Policía Federal , ametrallaron por más de media hora, lanzando además un par de bazucazos a un tercer piso, donde moraba una joven pareja junto a su pequeño hijo, presumiblemente “subversivos”. Luego de la balacera, se pudo ver colgada desde el balcón una pequeña bicicleta, balaceándose destrozada, testimonio duro, de la ferocidad desplegada por los guardianes de nuestra soberanía y los guardianes del orden público.
En los negocios de los alrededores de este suceso, los comentarios de la gente coincidían en un 90 %, “… sí, es muy penoso lo que ha pasado… pero bueno, eran subversivos”. Era más que evidente cómo la mayoría de la población de aquellos años, sentía resguardados sus sueños, su seguridad sobre un colchón verde oliva y un azul policial.
Como en las películas del lejano oeste, podía intuirse de qué lado estaban los indios y sus flechas y los vaqueros con sus winchester por el otro. El Ejército, como la Policía, apoyados por una prensa que demonizaban, a extremos de incendiar sus propias páginas con fuego, o teñir de rojo sangre, sus habituales tintas negras de sus páginas, legitimaron a más no poder, este accionar, que años después, en democracia, desnudaría por cierto, a la luz de la verdad, cómo fue todo aquel horror, donde de pronto, los que protegían a sus ciudadanos, no fueron más que terroristas que asesinaron en nombre del Estado.
Por estos días, el presidente constitucional, Ing. Mauricio Macri, quien a su vez representa la comandancia del Ejército, como la de ordenar bajo su órbita de poder, al Ministerio del Interior, y de allí a la Policía, acaba de felicitar y destacar públicamente a un agente del orden por haber quitado la vida a un malhechor segundos después, tras su fallido intento delictivo, disparándole con su arma reglamentaria por “la espalda”… Esta actitud presidencial, remite inexorablemente a aquellos años, donde el juicio estaba ausente y la muerte presente en cualquiera de sus formas.
Si ligamos este hecho, con lo ordenado por este mismo gobierno, no hace muchos días, que fue quitar las baldosas donde las Madres de Plaza de Mayo, dibujaron sus pañuelos blancos como testimonio de su inagotable lucha por sus hijos desaparecidos, evidentemente este presidente con este deplorable acto de estimular la cobarde actitud asesina del agente Chocobar, ubica a este mandatario, como una breve pero peligrosa síntesis, de todo el horror que represento aquella oscura etapa de nuestra historia.
Los vejámenes que este gobierno viene propagando por fuera del Estado de Derecho que debe primar en democracia, específicamente a lo que hace a Derechos Humanos, en referencia a sus ciudadanos, pone de manifiesto el quiebre institucional que este mismo gobierno viene sosteniendo desde que iniciara su mandato en 2015. Un Poder Judicial afecto y genuflexo al gobierno de turno, es el elemento sustancial que permite que hoy Mauricio Macri, ponga patas arriba lo que debería estar patas abajo. Por ejemplo, Macri hoy se empeña en señalar quién es corrupto, quién no, quién debería estar entre rejas y quién no, cuando el que debería estar entre rejas es el propio Macri. Por eso hoy nos pasa lo que nos pasa, gobernados por un contrabandista, un evasor multimillonario, el mayor corrupto en las transacciones de empresas privadas con el Estado, pulcro lavador de dinero, entreguista a la banca extranjera, inepto a lo concerniente a la labor institucional. En definitiva hay un Estado ausente, Estado que se empeña en ser sólo “derecho y humano”, por sobre todas las cosas, en cumplir a pie juntillas con las requisitorias que le demande la banca extranjera.
El agente Chocobar, hoy ha sido honrado públicamente por matar por la espalda, por el mismo presidente de la Nación, estímulo que legitimará sin duda, a que continúe accionando del mismo modo en casos similares. ¿Quién pagará por esto? Es un tema para profundizar muy seriamente, máxime aquellos que le confiaran su voto. Macri es, ha sido y será un hombre peligroso. Tanto Maldonado, como Nahuel, los tripulantes del submarino San Juan, junto a las Madres de Plaza de Mayo, aún aguardan respuestas. Como en tiempos de la dictadura, en la Democracia macrista, tampoco se escuchan respuestas.