Por Milagros García
Murakami tiene un cuento llamado “El órgano independiente”, en el que su protagonista desarrolla un apéndice completamente ajeno a su voluntad que le sirve para amar. Se cita también el ejemplo de una mujer con un órgano para mentir. Yo creo que tengo un órgano que cada determinada cantidad de tiempo me obliga a buscar historias de piratas o viajes de exploración, más allá de mis deseos.
El viaje de exploración de La visión de las plantas es bastante peculiar. El capitán Celestino se retira de su vida en altamar para volver a la casa que lo vió crecer, y en la que murió su madre, con el dolor y la incertidumbre de no saber qué sucedía con su hijo. En esa casa en la rivera, Celestino se encuentra con un jardín anárquico que de alguna manera la recuerda a la inclemencia del mar: las plantas huérfanas de control humano han dispuesto su propio orden.
Y Celestino sabe qué es lo que hay que hacer frente al oleaje y las inhóspitas aguas abiertas. Hay que disputarles un margen para sobrevivir: “Desmalezaba su camino hacia la muerte para no pensar que las corrientes, los cielos, las plantas nos engullen días tras día”.
Toda historia humana, tal como entiende Tolkien (que fortalece su conclusión a partir de una idea sobre la muerte que encuentra en Simone De Beauvoir), es sobre lo inevitable de la muerte. Sea por un motín en altamar, o disponiendo conductos secretos para mantener hidratados los claveles.
Si bien el pueblo activa sus prejuicios y lo ve como un criminal, responsable de indecibles crueldades y partidario de prácticas oscuras, lo cierto es que: “Al contrario de lo que se rumoreaba en el pueblo y corroboraban los balbuceos del Sacristán, la casa no había sido ocupada por criminal, sino por un hombre atrapado en los preparativos de su entierro”.
Es interesante comparar al hombre que reconstruye el pueblo con su identidad tal como él la percibe. Y es aún más interesante que en la narración aparece también cómo lo perciben las plantas: con absoluta indiferencia, porque sus ciclos vitales encuentran cauce a pesar de su participación.
La verdadera protagonista de esta historia quizás sea justamente la Naturaleza, que ciega a las peripecias del hombre, impone el pulso de su arbitrio. En la historia de la literatura, el jardín ha aparecido múltiples veces como símbolo del dominio del caos. Aquí, sin embargo: “El jardín se había convertido en jardinero del jardinero”.
Creo que la autora logra de manera muy acertada construir una narrativa en que la legalidad del mundo se escapa a la mano de sus personajes: la vegetación, el mar, el tiempo hacen lo propio.
El primer capítulo ya propone está lógica cuando anima los elementos de la casa y del jardín, que en algún momento adquirirán incluso “relieve de casa embrujada”.
La aventura de Celestino está lejos de las proezas de altamar, signadas por la astucia y la destreza, pero no por eso es menos movilizante: reencontrarse con los fantasmas e intentar poner orden en el caos son hazañas igual de dignas de ser narradas.
Ficha Técnica:
- Idioma: español
- Editorial: Edhasa
- Autora: Djaimilia Pereira de Almeida
- Cantidad de páginas: 104
- Año: 2023