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ENTREVISTA A ALICIA CASTRO
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Dió uno de los discurso centrales en el Primer Encuentro de Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal de los Trabajadores-CGT, en el mismo y en entrevista con Voces, hizo hincapié en rol de las mujeres y la importancia del Movimiento Obrero en la coyuntura actual.
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[intense_dropcap]H[/intense_dropcap]ace apenas unos días más de 400 mujeres del movimiento obrero nos reunimos en Moreno a debatir sobre la coyuntura actual, nuestro protagonismo en las luchas del hoy y las que están por venir, que nos interpelan por mujeres y que nos movilizan por laburantes. “Con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes”, nos desafió.
No son pocos y suelen ser bastantes jóvenes los que preguntan ¿Quién es? cuando se menciona a Alicia Castro. El periodista Eduardo Tagliaferro, en una crónica del 10 de mayo de 2002 del diario Página 12, narraba los hechos que millones de argentinas y argentinos –los del voto bronca del 2001 y los que habíamos ocupado las calles de todo el país en diciembre de ese año bajo la consigna que se vayan todos, que no quede ni uno solo – habíamos observado desde nuestros hogares, frente a la pantalla del televisor: “cuando la diputada Alicia Castro desplegó una bandera de Estados Unidos, todas las miradas confluyeron en ella. La vieron bajar rauda, rumbo al estrado desde el que el titular de la Cámara de Diputados, el bonaerense Eduardo Camaño, presidía la sesión. Los pocos diputados peronistas compitieron entre sí para insultar a la diputada. Camaño, con ostensible furia, instaba a sus compañeros a promover una cuestión de privilegio. Presto, uno de ellos, Manuel Baladrón, pidió el desafuero de la diputada. Luis Zamora salió disparado hacia el estrado. Los insultos brotaban de todas las bocas justicialistas. Alguien quiso empujar a Zamora. Hubo manotazos, gritos. El episodio fue lo más destacado, y penoso, de una sesión en la que el oficialismo dio medida sanción a una de las leyes exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y prometida en el pacto de 14 puntos firmado entre el gobierno y los gobernadores. “Si el Congreso se va a limitar a ser la escribanía del FMI. Si esto va a seguir siendo así, yo sugiero que los responsables sean honestos y arríen la Bandera Nacional y procedan a seguir legislando bajo esta bandera”, dijo Castro. Casi sin respirar, se puso de pie con la insignia norteamericana en sus manos. Seguida por su compañero de bloque, Alfredo Villalba, se dirigió hacia la presidencia del cuerpo. Allí, al alcance de la mano de Camaño, dejó el estandarte con las barras y estrellas.”
Ese día, en el recinto, el jujeño Pedro Moisés dijo “cállate zurdita de la calle Corrientes”. Mónica Arnaldi, esposa del innombrable Raúl Othacehé le gritó “puta” y “cállate torta”. Una escena incorrecta desde el lugar que se la analice, ni la última, ni la primera. Diez años después, como embajadora argentina en el Reino Unido increpó al canciller inglés William Hague en una conferencia de prensa: are you ready to give peace a chance? El episodio, que ponía sobre el tapete el reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas, se reprodujo infinidad de veces en medios de todo el mundo.
Azafata y dirigente de trabajadoras/es a nivel nacional e internacional, figura disruptiva y resistente. Miembro fundadora del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA). Rara para muchos, por mujer, por sindicalista de izquierda en la CGT, rodeada de hombres. Arquitecta, junto a otras tantas almas bolivarianas, del ingreso de Venezuela al Mercosur que tanto ha hecho patalear a los gurúes del libre comercio sudamericano.
Reconocida por, esta que es su trayectoria política y sindical, Alicia Castro, dió uno de los discurso centrales en el Primer Encuentro de Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal de los Trabajadores-CGT. Se sacó fotos con cada compañera que se lo pidió, y dialogó con todas ellas. Más tarde dió un discurso en la mesa de apertura. En entrevista con Voces hizo hincapié en rol de las mujeres y la importancia del Movimiento Obrero en la coyuntura actual.
En principio nos contó sobre su participación en el MTA en los años 90, ya que suele estar ausente de los registros y libros sobre esa etapa. “Es cierto, suelo estar desaparecida de los registros históricos como lo estamos todas las mujeres. Pero bueno, podríamos hacer un libro de las mujeres, sobre la participación de las mujeres en el Movimiento Obrero. A lo mejor desaparecemos de los registros impresos, pero no desaparecemos de la memoria, lo veo hoy acá en el abrazo de las compañeras, en el mismo hecho de que me hayan convocado, que para mí es un honor”.
La coherencia, fue la cualidad que más remarcó cuando tuvo que analizar el recibimiento que tenía de las compañeras en ese momento, pero también del reconocimiento que tiene de los diferentes espacios políticos sindicales. “Recién hablábamos con Alejandro Ruiz, que también es fundador del MTA, sobre el papel de la coherencia en los últimos 20 años. Y decíamos: la coherencia paga. Es lo que me permite hoy estar hoy acá, con los brazos abiertos, los corazones abiertos, con la palabra abierta. Porque hemos estado construyendo sin movernos del lugar.
Construir en el mismo lugar ha sido una gran experiencia porque he tenido la suerte de ser delegada, secretaria general del gremio durante doce años. En un tiempo en el que había solamente dos mujeres secretarias nacionales a nivel nacional, una era Mary Sánchez y la otra era yo. Y luego por nuestra decisión unir nuestro sindicato, el de Aeronavegantes, un sindicato pequeño que ha sido elitista, por así decirlo, porque no se había incorporado con fuerza al movimiento obrero. Y decidimos unirnos a camioneros, colectiveros, y otros grandes gremios del trasporte. Al principio causó sorpresa entre los compañeros tripulantes, era la primera vez que alguien les decía trabajadores, era la primera vez que alguien les decía compañeros. A veces había gente que se levantaba de las asambleas porque yo decía compañeras y compañeros, entonces había que explicar que compañeros y compañeras no es necesariamente partidario, que tiene que ver con compartir el pan”.
Luego hizo mención sobre el papel que han cumplido y cumplen ciertos dirigentes sindicales respecto de las políticas que son desfavorables para el conjunto de los trabajadores. “Fue una experiencia muy rica pelear contra los gordos. En una carta abierta a los compañeros sindicales nosotros decíamos que aquello que hizo que tantos gremios admitieran la flexibilización, la desregulación, las privatizaciones, el saqueo…tenían la excusa de que Menem era peronista. Era una excusa, en realidad lo que mostraban era que Menem los había coimeado, los había comprado. Y ahora creo que se repite la historia, pero ya no tienen la excusa de que tienen que acompañarlo (N.d.R.: a Mauricio Macri) porque no es peronista.
Me acuerdo de haber tenido largas discusiones, incluso con Lorenzo Miguel, sobre que significaba la palabra prudencia. Era un momento de revisar etimologías, porque a nosotros en los 80 y los 90, nos costaba mucho armar teoría de por qué la flexibilización no iba a generar empleo por qué el derrame era ficticio, por qué el endeudamiento iba a traer más perjuicios que ganancias, por qué las privatizaciones representaban un saqueo del capital social de los argentinos, por qué la propiedad participada de los trabajadores era una mentira. Pero como no había existido esa experiencia todavía, la única experiencia de saqueo que teníamos tan abierto era de la dictadura, que no se podía comparar en democracia. Teníamos que estar teorizando, buscando ejemplos en el exterior, teníamos que hablar en contra de Margaret Tatcher con su slogan que se llamó TINA (There is not alternative- No hay alternativa), que es el gran dogma del neoliberalismo.
De modo que en los 90 hicimos un gran esfuerzo para poder armar un cuerpo de ideas que se opusiera con eficacia al neoliberalismo. Y nosotros perdimos la batalla contra la privatización, pero mantuvimos la base movilizada y logramos, por ejemplo en el caso de los Aeronavegantes, protagonizar la resistencia que hizo posible que Aerolíneas Argentinas siga existiendo. Y luego que pudiera ser estatizada”.
Para finalizar hizo una reflexión sobre el paro de mujeres realizado el 19 de octubre. “Creo que fue una muestra muy importante de la capacidad de movilización y organización de las mujeres. Yo creo mucho en una capacidad especial de las mujeres para movilizar, en una capacidad especial de las mujeres para convencer, en una capacidad especial de las mujeres para conducir. Lo que pasa es que hay mucho prejuicios con los cuales hay que luchar, uno de ellos es que las mujeres estamos a cargo de la educación de los hijos, si una se tiene que ocuparse de los niños y de la casa le queda muy poco tiempo para el sindicato.
Hay que vencer el prejuicio y hay que animarse a decirle a la hija o al hijo: voy a llegar tarde porque las mamás tenemos que trabajar, que militar. Voy a llegar tarde porque estamos tratando de cambiar las cosas. Y los hijos lo entienden perfectamente. Hay que educar también a los hijos en eso, y una es la madre que puede, pero lo que no podemos dejar de ser es militantes.
Yo creo mucho en la vocación de la mujer para cambiar el mundo, para cambiar el status quo. Pero creo que falta un largo camino para recorrer, todavía los sindicatos ubican a las mujeres en puestos como tesoreras o secretarias de actas. Nosotras tenemos que forzar e impulsar el liderazgo de la mujer en puestos de decisión. Las mujeres tenemos que acostumbrarnos a prácticas un poco rudas. Por ejemplo yo todavía lo sigo haciendo, y empecé a hacerlo cuando me tocó, que es correrle la silla a un hombre cuando me corresponde por el trabajo que he hecho, por lo que me he merecido, he movido la silla y expresado: compañero acá me siento yo. Esto todavía lo estoy haciendo, siempre hay que hacerlo, porque siempre te van a relegar los hombres.
El machismo es una fuerza más violenta y más perversa de lo que uno puede imaginar. Porque tiene mecanismos psicológicos, dogmas muy antiguos que han penetrado todas las sociedades. Ósea que cuando nos enfrentamos al machismo no nos enfrentamos a cosas pequeñas, nos estamos enfrentando a estructuras simbólicas que son muy fuertes y los hombres están acostumbrados a ellas.
Esto es una lucha. No vamos a lograr nada sin lucha, lucha que debe ser permanente. Cuando uno cree que ha ganado, cuando creímos que habíamos ganado la lucha contra el neoliberalismo, contra el endeudamiento externo, contra la flexibilización laboral, contra el desempleo, nos conseguimos a Macri.
Siempre debemos hacer autocrítica, pensar que podíamos haber hecho mejor, que se podría haber hecho más. Para esa tarea pedagógica en la tarea gremial la mujer probablemente esté mejor preparada. Es cuestión de salir al ruedo, a la cancha a jugar”.