Película: La Clase Obrera va al Paraíso
Dirección: Elio Petri
Año: 1971
País: Italia
Género: Drama Social
Duración: 125 minutos
Idioma: Italiano
Protagonistas: Gian María Volonté, Maingella Melato, Gino Pernice, Salvo Randone, Luigi Diberti, Donato Castellaneta, Giuseppe Fortis, Corrado Solari, Flavio Bucci, Carla Mancini, Mietta Albertini, Renata Zamengo, Marisa Rossi, Ezio Marano, Federico Scrobogna.
En los años 60 del siglo XX, Europa se ve sumida en una crisis. El malestar y el descontento de la clase trabajadora se ven reflejado en las revueltas, producto de las pujas por el salario. Se había pasado a considerar al obrero como mero instrumento productivo, habiéndose logrado de parte de las patronales una expropiación de los saberes del mismo, produciéndose una automatización de las tareas productiva y estableciéndose manuales de cómo se debían hacer las cosas. Esto produjo a su vez un hombre que trabajaba simplemente para conseguir su subsistencia y satisfacer sus deseos consumistas. Se le había inculcado el concepto, de que si producía más sería en su beneficio y en el de su prole. No habían tomado conciencia del desequilibrio al que eran arrastrados, hasta que desde sectores intelectuales se empieza esclarecer esta situación.
Se ponen a la luz, los verdaderos objetivos de este sistema, las relaciones entre el hombre y la máquina, entre los sindicatos y las ideas libertarias de justicia social, entre las protestas de los estudiantes y las luchas obreras, junto a la represión de los patronos y el avance tecnológico.
La trama del film que recomendamos nos muestra la situación que se vivía en ese momento, en que se está saliendo del estado de bienestar y se sumerge a la clase trabajadora en una suma de contradicciones. A través de la historia de un obrero modelo, que a raíz de la indiferencia a la que se ve sometido después de un accidente se hace sindicalista, nos muestra las condiciones laborales en las fábricas de aquel entonces, que no distan mucho de las que encontramos actualmente.
Nos vendrá bien reflexionar sobre estos temas, cuando vemos hoy la desaprensión de los detentadores del capital. No les tiembla la mano siguiendo sus objetivos de enriquecimiento, y dejan en la calle sin más, librados a su suerte, sumiendo en la mayor de las incertidumbres a un sinfín de compañeros trabajadores. Esto, alentados por un Estado ausente y mentiroso, funcional a sus intereses. Nos hará ver también claramente, la confusión ideológica a la que nos pretende siempre llevar los detentadores de la economía, que con su constante embate propagandístico pretende la división y desorganización de la clase obrera.
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