Un proyecto de ley que busca bajar la edad de imputabilidad a 15 años para delitos graves, será enviado al congreso para debatir en ambas cámaras. El oficialismo encara así un año electoral, e intenta golpear directo al sentido común para tener legitimidad.
Empezamos esta columna con una cita textual, de una persona debatiendo la baja de la edad penal en un grupo de red social: “Si las madres cobran asignación por los hijos ni siquiera son dignas de mandarlos a la escuela. Vacunación algunos ni tienen. Hagan un buen colegio de reformatorio y que salgan con un oficio o un título no necesariamente tienen que estar en la cárcel.” Y agrega: “hay centro cultural y no van, prefieren las calles, porque lo veo y a los padres no les importa”
En primer término, la cita nos remite al discurso de los formadores de opinión, que atrincherados en los medios dominantes crean un estereotipo, que definen a los jóvenes vinculados al delito, a las drogas etc. Pero según algunos datos hay 2.000.000 de jóvenes que se dedican a tareas consagradas a hacer el bien a los demás. Unas 25.000 acciones positivas de toda índole son realizadas por jóvenes. Con estos datos enumerados, a simple vista podemos empezar a ver una gran brecha entre el sentido común y la realidad.
En segundo término, relacionado con la cita, no negamos la existencia de hechos delictivos realizados por menores de 18 años, pero al hablar de un tema muy sensible es necesario hacerlo con la responsabilidad que ello amerita. Desde el oficialismo se dijo a un medio nacional que, el delito entre los menores de 18 años alcanzaba un 26%, pero según se puede constatar desde los datos de la corte suprema de la nación, solo un 3,58% de los menores de 18 años están implicados en delitos. El papa dijo: “están nivelando para abajo a las y los adolescentes, hasta llegar al suelo para considerarlos material de descarte.”
El sistema capitalista achica cada vez más, y con la robotización en la producción produce mucho más con menos gente, por lo tanto, hay una gran población en edad activa que no solo quedan fuera del mercado laboral, sino que también sobra. Ahora bien, el estado, que tiene el deber de garantizar todos los derechos de las y los ciudadanos/as, administrado por gerentes de multinacionales, entra en una contradicción. En este modo de producción la pregunta es ¿Qué hacer con la gente que sobra? Los economistas ortodoxos sostienen que para que la economía funcione hay reducir la población.
Por otro lado, las practicas populares de las organizaciones sociales resuelven de manera colectiva, tensionando desde abajo hacia arriba, esta crisis generada por este sistema. Esto las pone a estas como un faro en medio de la oscuridad, encuentran en un nosotras/os un camino alternativo, son pequeños avances que revolucionan el orden establecido y van rompiendo paso a paso con el sentido común, por lo tanto, son en estas organizaciones instituyentes donde los intelectuales, deben nutrirse para llevar la batalla cultural al terreno nuestro, al terreno del campo nacional y popular.
En otro orden de cosas, Argentina logro un avance en materia de derechos humanos que la pone delante de cualquier país del continente. Es dentro de este avance que la ley 20.061 de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, contempla todas estas cuestiones que el gobierno quiere poner en debate y no solo eso, sino que además da soluciones. Entonces si la justicia no funciona no es un problema de los niños y las niñas y adolescentes, es un problema de políticas públicas.
Simplificar el debate con argumentos obtusos, es reducir la mirada sobre el problema. Abordar esta discusión penal para mejorar la ley y acomodarlas a los tiempos que corren, implica un abordaje desde lo interdisciplinario, donde las miradas científicas que tienen diferentes líneas pueden articularse, para ampliar el abanico en la búsqueda de una verdadera solución.
Para finalizar, si hay centros culturales que no están siendo ocupados por las y los jóvenes, quizá sea porque esos centros culturales no ofrecen nada que vaya en el camino de ese contexto o fallan los coordinadores de esos centros en la planificación de actividades. En ese caso hay repensar a ese centro, para volver a planificar, sino se cae en un pragmatismo que logra reproducir el arma más eficaz del capitalismo, la producción de soledades. En fin, todo problema complejo requiere un abordaje complejo para encontrar una solución adecuada para toda la sociedad.