La pandemia de Covid-19 no hizo más que agravar la crisis económica mundial que se venía gestando desde el año 2008 y se profundizó en el 2018. En un mundo convulsionado, con una economía convulsionada, comienzan las disputas de reacomodamiento mundial por ver qué sector social paga los costos de esa crisis y quien se apropiará de la mayor parte de los excedentes de valor producidos en el mundo.
Argentina, inmersa en esa coyuntura, cuenta con el lastre, además, de haber tenido recientemente un gobierno representativo de los sectores más concentrados y liberales de la economía diversificada, que no solo ha desmembrado los pasos adelante que se había dado previamente al 2015, sino que además, cumpliendo los requerimientos de los sectores dominantes de la economía mundial, volvió a generar un endeudamiento con el FMI que, en esas condiciones políticas y económicas, funciona como lastre para cualquier proceso político que intente llevar adelante reformas de carácter popular.
Para profundizar el debate sobre las complejidades de esta realidad que vivimos entrevistamos al dirigente lechero, Heber Ríos, Secretario Gremial del Consejo Directivo Nacional y Secretario General de la Seccional General Rodríguez de Atilra y referente de la Corriente Federal de los Trabajadores de la CGT.
En una extensa charla, hablamos sin tapujos sobre diversos temas y de la postura que, desde su perspectiva, debería asumir el movimiento obrero frente a esta difícil etapa histórica que nos toca atravesar.
¿Cómo ves el presente que atraviesa Argentina?
Es una situación complicada. Si bien hay algunos indicadores económicos que muestran mejorías, no solo comparado con los dos años de pandemia, sino también con los 4 años de gobierno macrista, también se está dando una situación en la que los beneficios de esas mejoras se las están quedando los mismo vivos de siempre.
Sabemos que la situación que le tocó afrontar al gobierno es compleja. Entendemos que el descalabro de la gestión macrista no se soluciona de la noche a la mañana.
Durante esos cuatro años se cerraron fábricas, muchas personas perdieron sus puestos de laburo, las prestadoras de servicios esenciales empezaron a cobrar lo que se les cantaba, los precios de la comida empezaron a subir y como moño de ese paquete volvieron a abrochar al país con el FMI con condicionamientos, como la reforma jubilatoria, que responden a las finanzas mundiales.
Ante a esa verdadera pesada herencia, cuando le toca asumir al Frente de Todos aparece una pandemia, que sumó más problemas a los que ya había, que genera que una gran parte del pueblo ni siquiera llegue a comprar la comida necesaria para sus familias. El gobierno piloteo bastante bien las políticas sanitarias, a pesar de los ataques constantes del macrismo en la oposición. Fue destacada en el mundo la forma de hacer frente al problema de la pandemia en Argentina. Inclusive generó algunas herramientas para amortiguar un poco el impacto del freno de la economía, pero en una economía en crisis todo se vuelve insuficiente, y más cuando las grandes empresas también fueron de las grandes beneficiarias de esas ayudas estatales, las mismas empresas que hoy critican el “gasto público” del gobierno; y cuando el gasto fue para sostenerlas a ellas no se quejaron.
Ahora, si cuando empieza a estabilizarse un poco la situación, se reactiva un poco el comercio y la producción, y crecen las ganancias, el gobierno actual, por el cual nosotros militamos los trabajadores y las trabajadoras, y del cual somos parte, no toma medidas para que se redistribuyan, algo no anda bien, y hay que decirlo, y eso no es poner en riesgo la unidad, sino marcar lo que está mal para que se corrija el rumbo y avanzar hacia un país con más justicia social. ¿Vamos a hacer que los que siempre ganan ganen más todavía, o vamos a tomar medidas para que las ganancias del crecimiento se redistribuyan teniendo en cuenta también el bienestar del pueblo argentino? Como dijo Cristina hace algunos días, “No hay que olvidarse de dónde venimos y por qué ganamos. Ganar las elecciones para no cambiar nada, mejor quedarse en la casa”.
¿Qué lugar ocupa la inflación y el aumento de precios en esta descripción que haces?
Otros de los problemas que hay que resolver de forma urgente y sin más dilaciones, porque el pueblo es el principal perjudicado. Es una locura que en un país con capacidad para darle de morfar a 600 millones de personas los alimentos estén a precios descomunales. Lo que pasa es que se van todos para afuera, y se van para afuera porque a los pocos vivos que controlan la producción de alimentos en Argentina, les pagan en dólares, y si el pueblo quiere comer también se lo cobran en dólares. Para romper con eso el Estado tiene que intervenir con fuerza. Ante las maniobras de los especuladores de siempre hay que tomar decisiones que permitan garantizar primero la alimentación en la mesa de los argentinos y las argentinas, y para eso hay que regular el sector agrario, sobre todo a las 4 multinacionales que manejan el mercado de alimentos en el país.
¿Cómo se hace?
Cristina viene diciendo hace rato que un problema que tenemos es la economía bimonetaria, la dolarización. Si vos le exigís al sector agrario que una parte de lo que produce sea vendido en el mercado interno a un precio distinto al del mercado externo, donde cobran en dólares, enseguida vas a poder bajar el precio de los alimentos. Se hizo hace mucho tiempo, con el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio). El estado le compraba la producción al agro a un precio de dólar, más bajo que el internacional, y después lo vendía afuera al precio internacional. De esa manera el estado garantizaba un precio de la comida bajo y la diferencia que ingresaba se usaba para construir industria, escuelas, hospitales, viviendas. Esa sería una forma concreta de hacerlo. Pero para poder hacer eso tenés que manejar el comercio exterior del país que gobernás. No te lo pueden digitar los sectores del agro concentrado, ojo, no los propietarios de 2 hectáreas, te hablo de los que concentran 100 mil, 200 mil hectáreas que tienen un rendimiento descomunal, muchas veces con tierras de dudosa propiedad, con una inversión mínima. Esos que lloran por un punto más o uno menos de retenciones, que repiten que Argentina los mata a impuestos, pero que no dicen cuáles son y omiten comparar lo que pasa al respecto en otros países. De eso no te enteras, porque juegan en conjunto con los medios de comunicación que ocultan la verdad y difunden todas las pavadas que sostienen. Hacen lo que quieren.
¿Qué rol está jugando Cristina en este contexto?
Cristina, como siempre lo hizo, se posiciona a favor de medidas que inclinarían la balanza en favor del pueblo trabajador. Es una de las pocas que está diciendo lo que hay que decir y marca el principio del camino que hay que empezar a recorrer. Lo dice claro: no hay que tener miedo a estos sectores, porque la Argentina que quieren no es la que beneficia a la mayoría de las personas que la habitan, lo único que quieren es seguir engordando sus bolsillos a costa del hambre. Con esta gente el único acuerdo posible es el que les da la razón en todo. Tal cual lo dice nuestra conductora, hay que “usar la lapicera”, sino ¿para qué volvimos?, ¿para que gobiernen los mismos de siempre desde las sombras?
Algunos los funcionarios del gobierno deben recordar que responden al pueblo y no a las corporaciones. Si tenemos miedo a lo que puedan decir los medios que estas controlan no se va a poder tomar nunca las decisiones que hay que tomar, simplemente porque nunca van a estar de acuerdo con lo que se haga en favor del pueblo, y si están de acuerdo, significa que se está equivocando el rumbo, como paso con la firma del acuerdo con el FMI.
¿Qué pensás en torno al acuerdo con el FMI?
Al igual que la Madres de Plaza de Mayo, y miles de compañeros y compañeras de otras organizaciones, venimos sosteniendo desde el principio nuestro descontento con el acuerdo del gobierno con el FMI por la deuda que contrajo Macri. Tenemos que dejar en claro que fue él quien metió al FMI otra vez en el país. La deuda descomunal que generó, y que hipotecó el futuro de generaciones de argentinos y argentinas, otra vez, es fruto del macrismo, para la timba financiera. Para darle dólares a los bancos, a los sojeros, a las grandes corporaciones económicas, que después la terminaron fugando al exterior. Fue un acto brutal y criminal cometido contra el pueblo argentino que no puede quedar impune.
Dejando esto en claro, es que nosotros sostenemos que el acuerdo realizado con el FMI en este gobierno para pagar la deuda contraída por Macri, es validar un delito, por eso nos opusimos y nos seguimos oponiendo. Es también aceptar los condicionamientos que el FMI impone a la economía interna. Si lees el acuerdo te vas a dar cuenta que los objetivos que se proponen son incumplibles en este contexto, y que cada mejora que pueda haber se va a ir por la canaleta del pago al Fondo.
El acuerdo podría haber sido otro, y más teniendo en cuenta lo que está pasando en el mundo, en el que tenés profundos cambios en el tablero político y una terrible crisis económica. Esa situación, ¿no te daba margen para apretar más? Nosotros creemos que sí.
En este sentido apoyamos el proyecto que presentó el Frente de Todos en el Congreso, para que la deuda con el FMI la paguen los que la tomaron y los que la fugaron. El macrismo le hizo mucho mal al pueblo y nosotros no podemos permitir que sigan haciendo como si nada hubiera pasado, pagar y a otra cosa.
¿Y hablando de General Rodríguez, el gobierno local del macrismo que rol jugo? Porque, al igual que algunos personajes a nivel provincial y nacional, se desentienden bastante de él ahora.
¡Claro! los escuchamos hablar en esto casi tres años y se manejaron como si no hubieran tenido nada que ver con el desastre que generó Macri en su gobierno. En esa intentona, ahora se muestran junto a Larreta, Vidal, Santilli, como si no fueran lo mismo. Todos ellos responden a un mismo proyecto de país, el de una Argentina para pocos, para los que siempre se llenaron de guita a costa de los trabajadores y las trabajadoras.
El ex intendente y todos los que formaron parte de su gobierno funcionaron como una cadena de trasmisión de las políticas nacionales a nuestra localidad, tanto en cuestiones económicas como en cuestiones sociales y políticas. Por eso dejaron varios edificios escolares a medio construir en un estado de abandono total, por eso se retrasaron constantemente en pagar los sueldos de los compañeros y las compañeras municipales, por eso dejaron una deuda exorbitante, por eso pudieron hacer negocios con contratistas familiares y contratar a media parentela en planta permanente, por eso mandaron a clausurar un medio de prensa.
Todo eso sin que se les cayera la cara de vergüenza, defendiendo a capa y espada la figura de Macri, avalando y defendiendo sus decisiones políticas, el cierre de industrias, los despidos, la represión. Que ahora se desliguen de todo eso da risa. Legitimaron todo el tiempo las acciones del gobierno macrista, eso los transforma en corresponsables y cómplices de todo lo que pasó durante esos cuatro años. Ellos no entraron a afanar a la casa, pero se quedaron mirando en la esquina para avisar si venia alguien. Entonces ahora no pueden mirar para otro lado. Se tienen que hacer cargo de la posición que tomaron, de lo que eso produjo en el pueblo y de cómo legitimaron el saqueo; son cómplices de la estafa macrista y en algún momento tendrán que rendir cuentas por lo que hicieron, y de lo que no, también.
Una de las características del macrismo también fue la persecución constante contra la militancia, contra el sindicalismo combativo. Ahí el gobierno local de Kubar siguió los pasos de Vidal y Macri también ¿no?
Por supuesto que sí. Cuando Macri y Morales metían presa a Milagro Sala, también empezaron a perseguir a los dirigentes sindicales que levantaban la voz, les armaban causas, y reprimían a los trabajadores y las trabajadoras en las calles, lo mismo hacía Kubar en General Rodríguez. No hay que olvidar que le inventaron una causa al actual Intendente Mauro García y a Reinaldo Torres en el contexto de una masiva movilización popular en contra de los tarifazos.
Con Vidal paso lo mismo en la provincia. Ahora se terminó de confirmar explícitamente lo que ya suponíamos. Había una “Gestapo” antisindical auspiciada por el gobierno para perseguir, estigmatizar y encarcelar a los trabajadores y las trabajadoras que luchaban en defensa de sus derechos. Dejando en clara evidencia como jugaron de manera coordinada los monopolios de comunicación, el partido judicial, los políticos del macrismo y los empresarios. Atacaron de forma coordinada a determinados dirigentes y le cayeron con todo, e instalaron en la opinión pública que eran malos, corruptos, etc. Etc., lo mismo que le hicieron y le siguen haciendo a Cristina.
No se olviden, además, que esta gente es la que se cargó también la vida de Santiago Maldonado. Un crimen atroz, que involucró a la Gendarmería Nacional con la desaparición forzada de una persona, con lo que eso implica para nuestro país, con todo lo que sucedió durante la dictadura militar. A la cabeza de eso estuvo Patricia Bullrich, encubriendo, y a los medios desinformando, mintiendo, estigmatizando, embarrando la cancha, y, otra vez, a lado de ella lo tenés a Kubar y Basilotta, que hace algunas semanas la trajeron a la cuidad. ¿Te das cuenta que forman parte de lo mismo, pero ocupando roles y lugares distintos?
Lo bueno es que, más allá de todas las maniobras que intentaron concretar, una buena parte del sindicalismo, a pesar de la posición que adoptaba la cúpula de la CGT, resistió en las calles, dio pelea y se tuvieron que ir. Ahora hay que luchar para que no se disfracen de lo que no son, para que no se olvide lo que hicieron, e intenten engañar nuevamente con discursos marketineros al pueblo. Y para eso es fundamental dar respuestas a lo que el pueblo esperaba cuando depositó tanta esperanza en este gobierno.
Recién mencionaste la oposición del sindicalismo al macrismo. Como dirigente sindical, ¿Qué lectura haces del rol que jugo el gremialismo en ese momento, y cual crees que debe ser el que sostenga ahora?
A nosotros el macrismo nos encontró en la calle desde el día uno. Sabíamos muy bien quien era Macri, cuáles eran sus ideas y lo que iba a hacer en el gobierno. Cuando digo Macri también digo Vidal, Larreta, Kubar, sus funcionarios y sus amigos empresarios. No nos equivocamos para nada. Los trabajadores y las trabajadoras lo sabemos bien porque otra vez empezamos a padecer el miedo a quedarnos sin trabajo, a no poder pagar las cuentas, y encima a que nos cagaran a palos si protestábamos.
En particular, a los trabajadores y las trabajadoras de la industria lechera nos impusieron sin descaro techo en las paritarias, no quitaron la posibilidad de negociarlas un año, auspiciaron un convenio colectivo a la baja extorsionándonos con la situación de SANCOR, nos persiguieron, nos allanaron nuestras sedes, y culparon de la crisis de la actividad a los derechos adquiridos y contenidos en el 2/88. Situaciones semejantes sufrieron muchas organizaciones hermanas que representan a trabajadores y trabajadoras de otras actividades.
Todo terminó desembocando en una represión descomunal en el Congreso, donde una gran parte del pueblo, una gran parte del movimiento obrero, le fue a decir no a la reforma jubilatoria y laboral que estaban impulsando.
Pero esa actitud no fue la que asumieron el conjunto de los dirigentes sindicales del país en ese momento, así como te digo que gracias a una gran parte que puso el cuerpo en las calles para frenar esas políticas, también te digo que no hay que olvidar que hubo otros que se sacaron fotitos con Macri, cantaron la marcha peronista junto a él mientras inauguraban una estatua de Perón, otra vez, como dice Cristina, mamita si los viera. Dirigentes que cuando se acercaron las elecciones se acordaron que Macri era malo y salieron a oponerse a su gobierno, y le soltaron la mano cuando ya nos les convenía, muchos de los cuales hoy están acomodados en las centrales obreras. Después están los otros que hicieron la plancha durante mucho tiempo y solamente salían a decir algo, poco y nada, y ahora, que hay un gobierno popular, son los más revolucionarios. Hay que hablar de todo porque si no pareciera que somos todos lo mismo y eso desvirtúa la imagen que se tiene de los trabajadores y trabajadoras que se organizan y luchan.
Para nosotros el sindicalismo tiene que ser coherente, representativo de todo el movimiento obrero, pero fundamentalmente de sus bases. Por eso es que siempre hay que escuchar cada idea y cada planteo que se hace dentro de las fábricas, para no perder el pulso y nunca dejar de defender los derechos de nuestros compañeros y compañeras.
Por eso es que también le damos tanta importancia a los armados regionales de la CGT, porque eso permite poder construir una representación sindical que responda a las bases, construyendo de abajo para arriba y de afuera adentro. Para que después unos pocos no se arroguen la potestad que nadie les dio, y que cuando se tomen las decisiones se tenga en cuenta la voz de las mayorías. Por ejemplo, en la Regional General Rodríguez Luján se continúa prolongando la normalización desde hace varios años, y claramente eso tiene que ver con la posición de algunos pseudo dirigentes sindicales que traban el proceso, o intentan autoproclamarse, al mejor estilo Guaidó en Venezuela, como conductores sin tener en cuenta la disconformidad de muchos trabajadores y trabajadoras que no se sienten representados, y no dan lugar a muchos otros dirigentes que forman parte del recambio generacional, que estuvieron en el lugar que estuvieron que estar en los años del macrismo, en la calle peleando. Un espacio de organización y representación tan importante no puede quedar en manos de los mismos que se sentaron con Macri, porque el historial indica que son capaces de negociar hasta con Milei.
Por eso es que también tenemos compañeros ocupando cargos políticos, porque creemos fundamentalmente que los trabajadores no estamos para relleno, para cuando se necesita poner el cuerpo en las calles, para militar en las elecciones. Los trabajadores y las trabajadoras con conciencia de clase queremos discutir y construir un modelo de país con más justicia social, con más derechos para el pueblo. Tenemos muchísimo para aportar.
El problema es que siempre termina pasando que a la hora de ocuparse los cargos el movimiento obrero combativo tiene pocos espacios, haciendo imposible que las políticas que se impulsen o las decisiones que se tomen tiendan a resolver los problemas de pueblo. Hay que romper con eso, es el desafío, en todos los espacios en los que estamos.
VdP: Para no salir del plano sindical, ¿Qué opinión tenés de los procesos paritarios que se llevaron en este período?
Por un lado, hay acuerdos como el que pudimos establecer en la industria lechera, que llego al 70 por ciento de aumento, con bono y cláusula de revisión por inflación. Algo bueno en el sentido de que logra emparejarle un poco a la inflación que se está comiendo el poder adquisitivo de los salarios todos los días. Pero hay que ser conscientes también de que esas paritarias no alcanzan al conjunto de los trabajadores y trabajadoras de todo el país, que hay una gran parte de laburantes que no llegan a fin de mes, que changuean o que directamente no tiene laburo. Nadie se salva solo, si nosotros cobramos bien pero el resto se caga de hambre, la bonanza individual nos va a durar poco. Por eso tenemos que luchar para que mejoren las condiciones de todos los trabajadores y todas las trabajadoras, que en definitiva son quienes motorizan la economía. La salida siempre es colectiva.
Por otra parte, hacemos mucho hincapié en no cometer los errores que se cometieron en el 2015. Somos críticos del actual gobierno, tenemos el deber que serlo ante las cosas que no se hacen bien. Pero también dejamos en claro a nuestros compañeros y compañeras que si algunos gremios pudimos alcanzar paritarias de este nivel en la última negociación salarial fue porque no estaba el macrismo en el gobierno, y no estaba porque habíamos luchado para eso. Con el macrismo una paritaria así era posible, entrabas a la cancha perdiendo 10 a 0; lo que podías hacer era tratar de perder lo menos posible. Eso hoy no pasa. Tenes más margen de disputa salarial. Lo decimos claramente para no errar el rumbo. En el 2015 muchos compañeros y compañeras que tenían que pagar el mal llamado “impuesto a las ganancias”, creyeron que votando a un gobierno de patrones las cosas iban a mejorar. No solo no sacaron ese impuesto, sino que además explotó el desempleo, se cerraron fábricas y bajo su salario real, perdimos derechos.
Ahora no tenemos que perder ese escenario de vista. Después, por supuesto que no hay que bajar las banderas y avanzar en los reclamos por más conquistas sociales. La realidad es que el salario no es una ganancia y que ese impuesto no tiene que existir. Guita para redistribuir hay, y no la tenemos las trabajadoras y trabajadores abajo del colchón precisamente. Después eso te lleva a otra discusión, de si esto es sólo un problema de redistribución.
VdP: ¿En qué sentido?
En el sentido de que si alcanza para solucionar los problemas del pueblo con una distribución o si además de redistribuir hace falta que nuestro país vuelva a tener un control de lo que produce, como se produce, quienes producen, para que, y quien se quedan con las ganancias de eso que se produce.
No podemos generar desarrollo industrial solo con las migajas que nos quedan a partir del manejo de la monopólico de la estructura económica por parte de conglomerados industriales que ocupan toda la cadena de producción, hasta llegar al sector financiero. Por eso pueden poner los precios que se les canta y por eso cuesta tanto poder regularlos. ¿Es un problema de control de precios?, sí; pero no es solo eso. Empezar por el control de precios está bien, pero si no cambias lo fundamental, tarde o temprano vuelven a subir.
Además, no hay que inventar nada. Los trabajadores lanzaron un programa político económico allá por el 62 en el que se resume un programa de gobierno mediante el cual se puede alcanzar la justicia social, la soberanía política y el desarrollo económico libre. Un programa que además toma los mejores postulados del peronismo. Un programa que tranquilamente se puede llevar adelante.
Lo que pasa que llevar adelante ese programa implica otras cuestiones. ¿Con quienes podés llevar adelante ese programa político? ¿con el consenso con los grandes empresarios que son responsables del descalabro, o con los trabajadores? Después muchos van a salir con el tema de la correlación de fuerzas y la mare en coche, pero Cristina dejó bien en claro el otro día algo sobre la correlación de fuerzas, ¿no? Qué hubiera sido de los grandes logros del pueblo argentino si se tendrían que haber medido las correlaciones de fuerza todo el tiempo. Nadie dice que se pueden dar grandes transformaciones mágicamente o por la voluntad de una persona, pero la fuerza necesaria para dar las discusiones que hay que dar está, pero no la ven, porque se construye política de la forma y con los sectores equivocados.
Hay que dar las batallas, aunque sepamos de antemano que están perdidas, porque lo importante es el precedente que se sienta para que pueda nacer otra cosa, nueva, superadora.
VdP: Recién mencionabas que se está construyendo política con los sectores equivocados; ¿Con quién hay que construir política y cómo?
Ningún cambio profundo en la historia de nuestro país, y del mundo te diría, se hizo sin el protagonismo de los sectores populares. Una ley puede ser muy linda, muy bien redactada, pero sino tiene el protagonismo y la movilización popular atrás la ley queda en letra muerta. Y, además, tiene que coincidir con una forma de organizar la economía que de un sustento real a la legislación. Un ejemplo de eso es la Constitución Nacional. Habla de cosas hermosas como el derecho a la vivienda, a la educación, al trabajo, etc. Etc. Ahora, si toda esa letra no la acompañas con un armado económico que garantice que se puedan plasmar en la realidad tenemos un problema. Si la economía la manejan las corporaciones, y lo importantes son los negocios y las ganancias, nunca se va a poder garantizar esos derechos tal cual lo marca la ley, derechos que existen porque partieron de necesidades del pueblo, aunque ahora algún cortesano trasnochado nos quiera venir a decir lo contrario.
Esa es la cantera de la política popular, ahí es donde vamos a encontrar la fuerza para dar vuelta la taba, pero solamente si sabemos interpretar las demandas del pueblo. La situación de vida del pueblo tiene que cambiar, pero tiene que cambiar a fondo y para hacerlo hay que incomodar a los poderosos. Si vamos en ese sentido el pueblo va a acompañar.
Y para que acompañe el pueblo, también tiene que haber un trabajo profundo de discusión política en los barrios, en las fábricas, en las bases. La gente discute, habla de política, pero a veces la dirigencia o no sabe interpretarlos o tiene otros intereses. Cuando alguien te dice que no puede pagar la luz te está hablando de política, cuando te el hartazgo de tener que esperar 3 meses para que le den un turno en el hospital está hablando de política, cuando te dice que no puede pagar el alquiler o comprar ropa nueva para sus pibes te está hablando de política. Nosotros le tenemos que poner nombre a esas cuestiones, explicar cuál es la razón de que eso pase, identificar a quienes son responsables de que pase y discutir las formas para modificarlo. Entonces vas a ver cómo la gente va a acompañar. Esta es una batalla que tiene que dar el pueblo, no una elite que hable por ellos y decida por ellos. Sino hacemos eso, entonces nos convertimos en parte del problema, y el pueblo termina fugando hacia esperpentos de derecha como Milei, Espert, Bullrich.
Estos personajes cobran relevancia, en gran medida, porque los sectores políticos que tendría que interpretar las necesidades del pueblo para dar respuestas, tienen una lectura política que no encastra con la realidad. Y esto no solo pasa en un gobierno popular como lo es de Argentina.
¿Por qué crees que no es algo que solo pasa en Argentina?
Por lo mismo. Algo de esto habla todo el tiempo el ex vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, que fue derrocado junto a Evo Morales por un golpe militar. El plantea que el “progresismo” al no dar respuestas reales, sostenidas y profundas a las demandas populares encontró un límite muy serio, y ese límite es producto de las propias ideas políticas que se quedan a mitad de camino. La experiencia nos indica que avanzamos o nos hacen retroceder.
En esa línea es importante poner atención en lo que está empezando a pasar en América Latina y la elección de Colombia el otro día es una muestra de eso. Ahí tenías el gobierno más de derecha del continente, con bases yanquis, con asesinatos diarios de dirigentes sociales, políticos y sindicales. Ahora gano Petro y Francia y está la posibilidad de empezar a torcer ese rumbo, aunque sea un poco. En chile hubo un proceso parecido, en Bolivia gano un representante del Mas, en Brasil puede volver Lula, ahora lo importantes es que puedan ir más allá, que puedan romper las barreras y los límites que los gobiernos progresistas no pudieron o no supieron traspasar.
Y volvemos al principio, para que la Argentina, así como todos los pueblos de la Patria Grande, puedan transformarse a fondo, los trabajadores y las trabajadoras, tienen que jugar un rol protagónico en los procesos políticos populares. Podemos empujar ese proceso, dando las luchas que haya que dar con los que se apropian de todo, por los derechos que nos faltan, y fundamentalmente por quienes en la actualidad no tienen garantizado ningún derecho.