Los gatillos fáciles no son una moda sino la naturalización de la criminalización de la pobreza. Se empobrece y el que empobrece culpa a los pobres de la pobreza y los demoniza.
No se enfriaba el calor del debate sobre la actitud del policía Chocobar que asesino por espalda a Juan Pablo, cuando el 24 de febrero un periódico de tirada nacional publica que en la localidad bonaerense de Wilde un efectivo de la policía persiguió y disparo a un auto tras confundirlo con delincuentes, las víctimas eran empleados de AySA que por suerte no sufrieron daños alguno. El 13 de Marzo el mismo periódico titula en la sección policiales: “Evadió control vincular y mujer policía lo mato de un tiro por la espalda” el hecho ocurrió en San Nicolás, y el 10 de Marzo Facundo Burgos cae tras ser baleado en la calle Avellaneda y Rio De Janeiro de la ciudad de Tucumán, circulaba en una moto que era conducida por su amigo de 14 años, el niño víctima de los disparos tenía 11 años, los disparos fueron efectuados por la policía.
El ser en el tener
En estos casos nada es casualidad, Chocobar es el héroe efímero del gobierno, como tal es el modelo de policía a seguir, es el mismo Macri quien lo invita a la casa de gobierno y lo unge y así el hijo de nadie, ese mismo que a los 15 años recién tuvo apellido, ese mismo que en su partida de nacimiento decía: “Padre: nadie, Madre: nadie”, entra en el centro de la escena avivando un debate que es viejo y que favorece a los intereses de la clase que más tiene. ¿Cómo se entiende eso? El modelo de ajuste, ese modelo neoliberal que encarna la pobreza planificada y que trae la muerte, dado que la salud pública es vaciada para después ser privatizada, como como se pretende con la educación, deja a los sectores más vulnerables desprotegidos. Es la misma gobernadora Vidal quien salió a decir que la educación pública no da para más, en tanto que los colegios privados son subsidiados por el estado. O sea que el recurso monetario esta, pero se destina para que los dueños del almacén hagan sus negocios, dicho sea de paso, al contrario de la década de los ´90 hoy el mencionado almacén está atendido por sus propios dueños. Ese plan económico tiene sus consecuencias, empuja a los sectores más empobrecidos a la desesperanza. La ecuación es simple: a mayor pobreza, crecen los niveles delictivos. Pensemos un poco; si esta sociedad consumista machaca constantemente que para ser hay que tener, el que no tiene nada, no es. Si no se tiene nada, si no están generadas las posibilidades para tener en la circulación del mercado aquello que nos da el ser o sea para comprar los productos de consumo, los que quedan fuera del sistema, lo consiguen fuera del sistema, y como el sistema tiene el circo armado esos que están por fuera, están fuera de la ley. Al caminar por los bordes oscuros, allí donde esa ley no hecha luz, se convierten por eso mismo en los indeseables, los miserables aquellos que hay que eliminar.
Eliminación de lo expulsado
En definitiva el sistema expulsa seres humanos en una selección planificada y como tiene leyes pero leyes que les son afines a sus intereses, elimina lo que expulsa, para que lo expulsado no sea la semilla de la rebelión que amenace los intereses de los señores que manejan el timón de esta nave donde unos pocos son los beneficiados. Pero ese trabajo sucio (el de eliminar a los que están fuera del sistema) no lo hacen los oligarcas ni sus hijos, sino aquellos pertenecientes a la clase trabajadora, aquellos que no tienen un horizonte en el futuro laboral, porque el desempleo crece, encuentran en las fuerzas de seguridad, precisamente eso; seguridad laboral, y los que no se alistan en dichas fuerzas van a parar a esos bordes oscuros, a esos márgenes donde serán alcanzados por la bala que los mata, bala disparada por un hermano que ya no piensa como los suyos. Así se cierra un circulo donde los que ponemos los muertos somos la clase trabajadora. Por ello es necesario desnaturalizar ese discurso criminalizador, es necesario debatir a fondo esta cuestión, porque el instrumento gatillo fácil es un elemento para perseguir a los pobres que ellos mismo, con sus negociados, producen, en caso contrario legitimaremos el gatillo que va a disparar la bala que nos puede matar a cualquiera.