Estrategias de Anticipación
No hay ninguna encuesta confiable al respecto de cuál pueda ser el resultado del domingo. Quien afirme tener el dato miente. Sabemos, por derivaciones de elecciones anteriores, que el escenario es de mucha polarización entre Milei y Massa, y que si Massa suma votos cordobeses, se acerca el 50%, mientras que Milei necesita absorber todo el voto antiperonista de Juntos por el Cambio para conseguir ese mismo número. No tenemos manera de saber si los candidatos podrán alcanzar este objetivo y, por ende, no podemos ni estimar qué números obtendrán en el ballotage. Sin embargo, sí podemos anticipar cuál será la reacción de cada fuerza frente a los resultados.
Al peronismo lo conocemos por sus antecedentes: por sí o por no, terminada la elección saldrá a reconocer los resultados y a celebrar la participación democrática. En el caso libertario lo que se asoma en el horizonte es la intención de desconocer un resultado negativo (porque ¿cómo puede ser que el pueblo no decida votarlos?), denunciar fraude a contramano de cualquier evidencia y posicionarse como las fuerzas de ultraderecha en Brasil, EE.UU. y el Reino Unido, haciendo manifestaciones públicas de fuerza al margen de todo acuerdo democrático.
La Operación
Lo que circula en círculos libertarios son flyers y videos que muestran boletas de La Libertad Avanza tiradas en la vía pública, con las consecuentes advertencias acerca de que el “aparato peronista” (una suerte de organización de alcance nacional que mueve los hilos de la elección en las sombras) planea robarse la elección con actos de sabotaje en todos los distritos electorales del país para así consagrar a Massa presidente de manera fraudulenta, y con la connivencia de los demás partidos políticos, es decir, la casta, salvo Macri y Patricia Bullrich, que ahora no son casta.
Flyers que, como el que se muestra a continuación, además demuestran un importante desconocimiento de las normas y modos que un ejercicio responsable del voto supone. Ya que proceder de la manera que en los mismo se indica, implicaría caer automáticamente en la nulidad del voto por ser un voto cantado. No se puede llamar directamente al fiscal de un partido en específico para pedirle que reponga boletas, se estaría dando a entender a quien se desea votar. Tampoco se puede entrar al cuarto oscuro al grito de ¨¡Viva la libertad, carajo!¨, sería otro gesto explícito de adhesión partidaria que dejaría al votante en una situación de nulidad absoluta.
La idea es sencilla: sembrar la sospecha en la población afín a Milei para que luego, cuando tenga un resultado adverso, pueda salir a declarar que se confirmaron sus temores. Y como en su imaginario el peronismo es el depositario de todos los males existentes ¿cómo no creer que se puede robar una elección?
Uno de los tantos videos que circulan para agitar la posibilidad del fraude: https://www.tiktok.com/@argentinaliberall/video/7300683265399213318
El arte de ser impermeable a los hechos
La Ley Nacional Electoral establece qué competencias tiene el estado, las fuerzas de seguridad, los ciudadanos y los partidarios de cada fuerza política en el acto electoral. Así, la responsabilidad de tener las boletas para el acto electoral y suministrarles a las mesas de cada distrito corre por cuenta de los fiscales y los representantes de cada fuerza. La justicia electoral suministra los fondos necesarios y los moldes para la impresión de boletas oficiales a los apoderados de cada partido que luego deben presentar las facturas con el pago de la impresión, certificando debidamente cuánto se gastó, si el montó fue suficiente, dónde se realizó el gasto y si el servicio se realizó a término. Todo esto es por dos razones: para establecer la trazabilidad del dinero destinado a cada fuerza política y asegurarse de que los fondos para la elección les lleguen y se ejecuten, y para que sea cada fuerza política la que vele por su interés en la elección sin depender de manera directa del estado, de terceros u otras fuerzas políticas para aprovisionarse de boletas.
Esto mismo ocurre el día de la elección: no es el estado, gobernado por un partido político, el que suministra las boletas a sus opositores. La Justicia Electoral ya les suministró los fondos para que sean ellos quienes impriman y movilicen las boletas, y luego verifiquen su suministro en las mesas electorales. Es responsabilidad de los fiscales de cada partido pedir de manera regular que se revise el estado del cuarto oscuro con las debidas autoridades, y asegurar el estado de las boletas.
Esto es un mecanismo de reaseguro: la realidad es que el presidente de mesa debe denunciar cualquier irregularidad que ocurra en el acto electoral. Pero la ley evita que dependamos sólo de su buena fe y establece la facultad para los fiscales de justamente fiscalizar el acto electoral y denunciar cualquier inconveniente a las autoridades políticas y a las fuerzas de seguridad.
Es Libertad Avanza la responsable por un lado de abastecer a sus fiscales de boletas, y por el otro de fiscalizar el acto electoral. Es una responsabilidad ciudadana colectiva que no descansa en un solo actor o factor de poder. El sistema, aunque complejo, es hasta el momento el modelo más confiable para respetar la voluntad electoral.
Esto es algo que La Libertad Avanza desconoce o simula desconocer. De hecho, Karina Milei, hermana del candidato a presidente se pronunció en un comunicado oficial asegurando que hay fraude en marcha, pero sin denuncias en la justicia, y acusando a la Gendarmería (fuerza insospechada de simpatías peronistas) de ser cómplice. Por otro lado, propuso que sean miembros de la Marina y la Fuerza Aérea, sin experiencia ni competencia legal según la Justicia Electoral, los que actúen como fuerzas de seguridad durante la votación. De esto podemos concluir que no conocen cómo funcionan las leyes o el proceso electoral.
¿Se puede robar una elección?
Es posible realizar actos de sabotaje, conteo fraudulento u otros en una mesa o dos, pero incluso esto está contemplado en la ley y es susceptible de ser denunciado si se comprueban irregularidades.
La escala sin embargo es de alcance local: en un distrito con una elección muy ajustada, donde se gana por un voto, la incidencia de una mesa o dos donde halla irregularidades puede ser determinante. Sin embargo, en una elección presidencial es imposible.
Para poder robar la cantidad de mesas necesarias que inclinen una elección haría falta un operativo simultánea en muchos distritos con alta densidad de población, y superar las muchas barreras de control, todas a la vez, a saber: el presidente de mesa, los fiscales del otro partido, el gendarme de cada mesa, el comando de la gendarmería en cada distrito, los veedores de la Junta Nacional Electoral, la instancia de conteo, y la instancia de revisión. Si cualquiera de esos actores señala una irregularidad como una urna vacía, o una urna llena de boletas de un solo candidato, inmediatamente se denuncia (como de hecho ocurre en cada elección).
Para robarse una elección el partido sospechoso debería poder tener injerencia sobre cada presidente de mesa, que se adjudica por sorteo, controlar a todos los miembros de las fuerzas de seguridad y que ninguno con simpatías opositoras lo denuncie, y sabotear todos los puntos de revisión desde que la urna sale firmada y sellada de la mesa, hasta que se abre y se contabiliza. Cada una de estas instancias de control debe coincidir con los números presentados por la anterior a riesgo de ser declarada nula.
Se pueden dar irregularidades en una elección, pero inclinarla para que gane un candidato requiere un poder que ninguna fuerza política posee en la actualidad. Al menos no mediante el sistema en papel.
El ser antidemocrático
Los partidos de ultraderecha se montan sobre sistemas electivos democráticos sólo para construir una imagen de consenso popular. Cuando los resultados le son adversos, es decir, cuando una mayoría expresa su rechazo por ellos en una elección, se pone en evidencia el carácter antidemocrático de estos movimientos políticos. Si el otro no me vota seguro es porque es ignorante, corrupto, cobra un plan, es delincuente, ha sido manipulado, es un comunista que quiere destruir la familia, o un vago mantenido con los impuestos de otros. Siempre se asume del otro imágenes negativas, más nunca las razones por las que tal vez ese votante no apoya la venta de órganos o la eliminación de la indemnización por despido.
No reconocer un resultado electoral refuerza las ideas dentro del nicho de la ultraderecha, dota de nuevas fantasías para sostener el pensamiento mesiánico y el destino manifiesto que estos sectores se adjudican.
No es tan importante convencer como si llegar al poder: el medio puede ser una elección, pero no hay en el fondo respeto por la democracia en tanto sistema de vida. Por eso La Libertad Avanza necesita una narrativa de fraude, necesita en una elección que promete ser muy ajustada, desacreditar toda posibilidad que no los contemple ganadores. No importa si una tonelada de pruebas desmiente sus denuncias. Siempre han sido impermeables a los hechos. Será responsabilidad de las fuerzas políticas de todos los signos hacer valer el resultado electoral que aún no ha ocurrido ya es objetivo del partido antidemocrático.