Si regresamos unos años atrás, el fútbol era considerado “cosa de hombres” y el hecho de que las mujeres lo practicaran estaba mal visto. Esta idea se remonta a la época en que se sostenía que las mujeres debían ocuparse solamente de las tareas domésticas y de cuidados. Pese a ese contexto, desde sus primeros pasos, Elba indica que estaba resuelta a romper con los parámetros tradicionales y desiguales vigentes en la sociedad. Su sueño se resumía en tres simples palabras: “Yo quería jugar”.
Su recorrido en el mundo del deporte arranca durante su niñez, en la década del ´50, cuando empieza a jugar en un club de fútbol en Villa Lugano, el barrio donde nació. “En ese momento no había chicas para jugar, eran todos varones y yo, pero a mí no me importaba. Mi papá me llevaba siempre a las canchas y, de a poco, empecé a entender lo que era el fútbol”, cuenta Elba. Sin embargo, recuerda que su mamá no quería que jugara a la pelota con chicos, entonces le buscaron otro deporte que practicar. “No me dejaba salir a jugar, hasta que mi papá me consiguió un lugar en un club de básquet en Flores, ahí estuve cuatro o cinco meses”, recuerda.
Durante ese tiempo que hizo básquet las cosas no salieron como se esperaba y además no lo disfrutaba. “En un momento estaba enojada porque no me salían bien los tiros, y de la bronca le pegué un zurdazo a una pelota. Ahí fue cuando se acercó otra chica y me invitó a participar en un equipo de fútbol femenino. A partir de ahí me sumé y mi mamá me dejó ir porque éramos todas mujeres”, relata Elba que, en ese momento, tenía 20 años. Rápidamente empezó a participar en distintos torneos que se disputaban en diferentes provincias.
En ese momento, el fútbol femenino era amateur y para aficionadas, los clubes no tenían equipos profesionales conformados con mujeres. Eran ellas quienes se encargaban de armarlos y organizar los entrenamientos para estar preparadas para competir. “Anda a lavar los platos” “volve a la cocina”, recuerda que le gritaban muchos de sus compañeros en ocasiones. Pero ella estaba segura de lo que sentía cada vez que la pelota rozaba sus pies, indica, y asegura que, ante el machismo reinante en el ambiente, el acompañamiento de su padre, y luego de su esposo, fueron fundamentales en el camino.
Su participación histórica en el Mundial
En 1971 se presentó la oportunidad de jugar un Mundial de Fútbol en México y fue convocada para representar a Argentina. Sin embargo, Elba les dijo que no podía asistir. En ese momento, era madre de un niño de 2 años y, además, trabajaba en una fábrica de medias. “Me acuerdo que mis compañeras me decían que me necesitaban en el equipo, pero yo no quería dejar a mi familia. Ese día volví a mi casa angustiada y mi marido me preguntó qué me pasaba. Le dije que estaba feliz por las chicas que iban, pero que yo me iba a quedar por el bebé”, recuerda.
Su marido, uno de sus mayores fanáticos, apenas la escuchó “no dudó”. Enseguida le dijo que no se preocupara, que él se iba a organizar para cuidar a su hijo. “Me pidió que fuera al Mundial, que cumpliera mi sueño”. Y así fue. El costo de esa decisión fue haberse quedado sin trabajo en la fábrica. Sin embargo, Elba reflexiona que, a pesar de ello, todo lo que vino por delante fue mágico e inolvidable, valió la pena.
Elba se embarcó junto a sus 17 compañeras con el objetivo de cumplir el objetivo de que Argentina, por primera vez en la historia, participara en un mundial de fútbol femenino. La selección viajó sin médicos, sin indumentaria, sin masajistas y sin entrenador. En México se encargaron de darles todo lo necesario, incluso los botines, que muchas usaron por primera vez. Apenas quedan recuerdos fotográficos de este acontecimiento porque, incluso, se trataba de un mundial que no contaba con el reconocimiento de la FIFA. El primer mundial oficial de fútbol femenino se iba a dar varios años más tarde, recién en 1991.
Cuando llegaron se encontraron con el inmenso Estadio Azteca, colmado de fanáticos y fanáticas. “No me alcanzaban los ojos, la gente aplaudía mucho. No sabría cómo explicar las sensaciones y lo hermoso que fue eso, sumado al hecho de vestir la celeste y blanca por primera vez”, afirma Elba. En este campeonato mundial participaban 6 selecciones: Dinamarca, México, Italia, Inglaterra, Francia y Argentina. En el debut, Argentina perdió contra el local 3-1, el gol del descuento lo hizo la argentina Zunilda Cardozo.
Para el segundo encuentro les tocaba enfrentarse a Inglaterra. Durante la previa de ese partido, el ex futbolista Norberto Rozas, que vivía en México, se ofreció para dirigir el equipo y ellas aceptaron. Ese 21 de agosto de 1971, Argentina le ganaba 4 a 1 a Inglaterra, con cuatro goles de Elba que, sin saberlo, estaba marcando un hito en la historia del fútbol femenino argentino para siempre. La delantera zurda recuerda cómo fue enfrentar a esa selección que, como ella señala, tenía “un poderío bárbaro”. “Nosotras no teníamos nada, solo las ganas de jugar. De fondo escuchaba la hinchada argentina, se me aflojaban las piernas de la emoción”, enfatiza.
Luego del histórico partido contra Inglaterra, Argentina se enfrentó contra Dinamarca, el candidato favorito a ganar el mundial. El encuentro terminó con un 5-0 contundente a favor de las danesas. A la selección nacional le quedaba pelear por el tercer puesto, contra Italia. Pero el resultado no fue el esperado y perdieron 4-0 contra un equipo que era técnicamente superior. El campeonato lo ganó Dinamarca, pero Argentina se llevó un balance más que positivo: además de ganarle a las inglesas, se quedó con el cuarto puesto en su primera actuación internacional ante futbolistas destacadas.
Cuando regresaron a Argentina se encontraron con un panorama desolador y angustiante. “Llegamos acá y no había ni periodistas ni nada, sólo nuestras familias. Me decepcioné mucho”, comenta Elba. Esa falta de reconocimiento hacia las mujeres futbolistas, además de que no contaba con un trabajo fijo ya que la habían despedido, la hicieron alejarse de las canchas por bastante tiempo. Después de 3 años, vino a vivir a General Rodríguez y, de a poco, volvió a jugar.
El deporte como un estilo de vida
Hoy, a sus 77 años, Elba sigue viviendo en el distrito, más precisamente en Marabó, juega de vez en cuando al fútbol, pero hace tiempo que ya no participa de competencias. Sin embargo, nada la aleja de su pasión por el deporte que, para ella, “es un estilo de vida”.
De lunes a sábados entrena en el Polideportivo Municipal Juán Ávila, juega al newcom, y otras disciplinas con las cuales también participa en los Juegos Bonaerenses, y suele dar charlas en las escuelas para contar su historia y aconsejar a los y las jóvenes. “Las chicas y los chicos se interesan y me escuchan atentamente”, señala.
Como si todo eso fuera poco, además es activa colaboradora con la Dirección de Deportes del municipio, precisamente en el Polideportivo del barrio que habita, que recientemente se inauguró y al que concurren cientos de chicos y chicas a practicar deportes cotidianamente.
Reconocimiento y presente del fútbol femenino
Las pioneras del fútbol femenino como Elba Selva fueron invisibilizadas durante más de cuatro décadas. Fue recién en el 2018 cuando Lucila Sandobal, arquera durante casi treinta años, se propuso reunir a esas jugadoras y dar a conocer sus historias, y es así como se llega a que en el 2019 se empiece a celebrar en Argentina el Día de la Futbolista todos los 21 de agosto, en honor a Elba por haber convertido los cuatro goles ante Inglaterra, en el primer mundial disputado por la Selección Argentina de Fútbol Femenino. Sin embargo, Elba dice que ese reconocimiento no es sólo suyo, “sino de todas, es fruto de un logro y una lucha colectiva”.
Además, en el 2021, Elba recibiría un reconocimiento en La Bombonera, el club de sus amores, de la mano de Jorge Amor Ameal, el presidente de Boca.
En cuanto a la semi profesionalización del fútbol femenino, Elba menciona: “Hubo muchos cambios importantes, pero todavía falta. Me parece muy lindo ver ahora a tantas chicas jugando por todos lados. Se las tiene que reconocer y pagar como corresponde”.
Por otro lado, habla de la importancia de perseguir sus sueños, más allá de las dificultades que se puedan presentar. “Es importante ser constante y perseguir los sueños porque, tarde o temprano, se hacen realidad”, concluye.