La saturación del sujeto en estos tiempos no es algo que implique un padecer sino más bien algo que implica un ser vaciado de ser para ser llenado con el tener y así convertirnos en objetos de consumo.
[dropcap style=’box’]C[/dropcap]uando hablamos filosóficamente del sujeto hablamos de un ser sujetado a lo social. Ese ser es el ser humano, único capaz de construir su propia historia, para mal o para bien, a través del lenguaje. Ante toda acción esta la palabra, la palabra hace cosas. En una fabrica la producción se lleva adelante mediante palabras, en una escuela se puede transmitir los contenidos solo a través de la palabra. Son las palabras elementos mágicos que producen acción, eso es lo que somos seres hechos de palabras. Muy rápidamente definimos al sujeto de la siguiente manera: es a diferencia de cualquier animal, aquel ser capaz de vivir en sociedad y de crear cultura.
Como se verá somos complejos, esta unidad bio-psico-social que nos define y nos hace ser lo que somos esta atravesada por el momento histórico que vivimos. Para nuestros padres, el mío vivió su juventud en la década de los sesentas, era impensable las tecnologías que mi hijo de 8 años la maneja con gran facilidad.
Hoy las tecnologías revolucionaron la comunicación. Me crie en una ciudad del interior y cuando era niño hablar por teléfono era toda una aventura, pensar en tener una computadora era un sueño imposible. De grande me encontré usando el Facebook y el whatsapp.
Estos avances en las tecnologías de comunicación nos proponen un mundo virtual donde todo es posible. Es en este mundo virtual donde circula la perfección en materia de belleza, hay una exposición permanente del cuerpo y sobre todo del cuerpo de la mujer, cuerpo virtualizado. Lo que se nos propone; es habitar un mundo en donde todo está permitido: relaciones sexuales sin tener contacto corporal, viajar sin moverse del lugar, comunicarse, vender, comprar, volver a vender, realizar una conferencia etc. Todo sin comprometer el cuerpo a una velocidad vertiginosa. Este no comprometer el cuerpo es despojarse de él y dejar librada la fantasía, es, dicho más comúnmente, un ratonear permanente. Se excita al deseo para satisfacerlo no en el mundo concreto, en el mundo de carne y hueso, sino en el mundo virtual pero ahí el deseo es estimulado de manera ascendente y parece imposible de satisfacer. Esto genera las condiciones desde ese mundo virtual, para que el sujeto saturado por la excitación permanente del deseo, se subjetive como objeto de consumo, o sea para que nos veamos a nosotros mismos como objetos de consumos, objetos que no paran de consumir bajo el discurso del disfrute. Disfrutar es la orden que se da en esta sociedad de las nuevas tecnologías, con esa orden hacemos lo que podemos, pero siempre dentro de la lógica de lo rimbombante, vacaciones en lugares exóticos, salidas a shopping aunque no se compre nada, aunque solo sea para ir al cine. Pues este disfrutar constante nos aplasta, nos no da un tiempo para nosotros mismos, un tiempo para no hacer nada o hacer esas pequeñas cosas que nos llenan el alma. El sujeto saturado es el viajero del mundo, es el sociólogo acreditado por la cantidad de veranos que fue a las mejores playas del caribe, las mejores que permiten sus ahorros y expone sus tesis en una mesa rodeados de compañeros de trabajo en sus tiempos de descanso, que el convenio colectivo le otorga, valorando el comportamiento de esas sociedades que conoció por unos días y criticando nuestro comportamiento como si él fuera ajeno a esta sociedad.
Para dejar una reflexión decimos que: el sujeto saturado navega el mundo virtual, disfruta constantemente, y compra haciendo valer el derecho al consumidor, que es en definitiva el derecho a consumir y a la vez también ese derecho es un deber, hace todo esto teniendo un porque, y ese porque es que el sujeto saturado fue vaciado de ser y llenado de tener. Pero quienes nos resistimos al sistema, quienes en definitiva forjamos con todas las contradicciones un sujeto de la resistencia al capitalismo, seguimos tomándonos un tiempo en los descansos que están contenidos en el convenio, para pensar a ese convenio colectivo de trabajo como una herramienta de lucha en tiempos de avanzadas del neoliberalismo y por qué no también ocupar ese tiempo para organizar un partido de futbol sin tener en cuenta nuestros estados físicos. En fin la vida pasa y pasarla haciendo esas pequeñas cosas que nos llenan de placer es pasarla bien, es pasarla lo más saludable posible.