El ni una menos se inscribe en el discurso de una lucha en contra del sistema político y económico que impera, no es una lucha diferente o paralela, porque la mujer siempre ha estado presente, su ausencia en las páginas de la historia tiene que ver con las miradas machistas, como también la percepción de que él “ni una menos” es solo una lucha de mujeres.
[dropcap style=’box’]L[/dropcap]a sociedad es un entramado de relaciones humanas que solo es posible a través del lenguaje. Pues el lenguaje cobra una importancia fundamental porque despliega la capacidad que solo encontramos en nosotros (los seres humanos); la capacidad de simbolizar. O sea esa capacidad de representar la realidad a través de símbolos y comprender esos símbolos que representan la realidad dándole significación. Por ejemplo cuando yo digo árbol, lo que hago en el lugar del árbol es poner una palabra que pertenece a nuestro idioma, el castellano, esta palabra hace que yo pueda percibir el árbol en la realidad pero a la vez yo puedo saber de qué me hablan cuando me dicen árbol, ahora bien, resulta que el árbol que yo tengo en mi cabeza difiere del que puede tener cualquiera de ustedes. Es que mi forma de ver el mundo pertenece solo a mí, y va estar teñida por mi historia de vida. Pero esa historia de vida tiene que ver con la cultura que habito o mejor que me habita.
Cambiemos el concepto, si yo digo mujer en una cultura machista estoy hablando desde una postura que pone a la mujer en relación de inferioridad frente al macho. Esa relación asimétrica es sostenida desde un discurso, o sea hay en el lenguaje argumentos que, desde lo social, van a justificar esa relación de dominación. Quien domina nomina, o sea, quien domina puede calificar como se le canta al dominado. Quien tiene el poder de unos sobre otros, el poder político, tiene los medios para definir quién es legitimado y quién no. Con esto dejamos a la vista la implicancia del lenguaje en la conducta humana.
Ahora bien, cuando se plantea la lucha por la igualdad de género, lo que sucede ahí es que hay una confrontación de dos posturas ideológicas en el terreno de la realidad. El avance de las mujeres en la lucha por la igualdad tiene que ver con la construcción de un discurso que plantea una ruptura con la cultura patriarcal. Y de seguro que esa confrontación se inició en el momento mismo de la instauración del patriarcado. No hay lucha que no tenga un proceso histórico. Toda lucha tiene una historia, se construye en el tiempo. Si el “ni una menos” es posible es porque hubo otras luchas que generaron las condiciones para que ello ocurra. Cuando una relación de dominación se inicia se ponen de un lado los dominadores y del otro los dominados. Es imposible que se ejerza esa relación de dominación sin ningún tipo de resistencia, pero esa resistencia puede producir un cambio en la relación, siempre y cuando tenga la fuerza para hacerlo.
Cuando hablamos de igualdad en materia de género, se hace necesario la creación de un discurso que legitime esa igualdad. Ahora bien, si ese discurso de igualdad está planteado desde el feminismo lo que se hace es plantear una nueva relación de dominación. Pues la igualdad no es el que todos seamos iguales eliminado las diferencias, sino el hecho mismo de tolerar las diferencias en un todo que nos contenga. Tan poco debemos omitir el hecho de que la igualdad de género se tropieza con el discurso capitalista, irrumpe moviendo las estructuras del sistema desde adentro, es que las luchas no se reducen solamente a marchas, como dijo un periodista local, que no conducen a nada, sino que se territorializa en los barrios, planteando organizaciones donde las mujeres piensan desde lo colectivo estrategias para salvaguardar sus vidas, para no ser asesinadas. Estoy de acuerdo que si no cambiamos el modo de producción no vamos a conseguir igualdad de ningún tipo, pero quedarse con ese concepto solamente, es quedarse de brazos cruzados.
Con tetas al aire, que molestan a quienes quizá las googlean en su intimidad onanista, cortando calles después de un femicidio, con pancartas de foto de una desaparecida por cuestiones de trata, molestando siempre al “buen ciudadano” que tiene “derechos” al parecer el único con derechos, van las mujeres organizándose, van las mujeres construyendo un discurso de igualdad, van construyendo alternativas que interpelan al patriarcado pero que también por añadidura interpelan al modo de producción capitalista, lo interpelan desde la practica concreta, por ejemplo en la igualdad de condiciones laborales; al mismo trabajo el mismo salario. En fin, quizá la lucha por la igualdad de género, nos viene a plantear dentro de las instituciones que se resisten a este sistema político y económico, que la mujer es invisibilizada en muchas de ellas, cuando su participación ha sido en muchas ocasiones determinante, nunca la mujer estuvo ausente en todo este proceso.