El Presidente Mauricio Macri anunció que el país solicitará un préstamo al organismo financiero internacional para escapar de la monumental crisis económica generada por el gobierno. Una medida que traerá aparejada, como en el pasado, un paquete de medidas de ajustes que incluyen el congelamiento de sueldos estatales, el recorte del gasto público (educación, salud, etc.) y las subas de las tasas de interés.
Tras la imparable escalada del dólar, ocasionada por la bicicleta financiera y la fuga de capitales, el gobierno de la Alianza Cambiemos, encabezado por Mauricio Macri, anunció que solicitará un préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI), un organismo internacional de crédito tristemente conocido por el pueblo Argentino. Este nuevo endeudamiento, que recuerda el mega-canje y al blindaje solicitado por el gobierno de la Alianza en el 2000 y 2001 respectivamente, traerá aparejado una cantidad de medidas de ajustes entre las que se encontrarán un mayor recorte del gasto público, congelamientos de salarios estatales y aumento de las tasas de interés; decisiones que claramente afectaran seriamente la subsistencia de los sectores populares.
En el año 2005 el Presidente Néstor Kirchner tomó la decisión de cancelar todo el monto de la deuda que el país sostenía con el organismo internacional de crédito, unos 9.810 millones de dólares. Esta medida permitió que la economía argentina se desatara de los condicionamientos económicos impuestos por el FMI, que ocasionaron el colapso social y el estallido de diciembre del 2001.
Luego de 13 años sin deber un peso al FMI, Mauricio Macri y sus funcionarios decidieron nuevamente endeudar al país solicitándole un crédito a la institución monetaria para intentar poner un freno a la crisis económica que generaron las medidas de gobierno, que aún siguen implementando.
Esto llega luego de la impresionante suba del precio del dólar que, el jueves 3 de mayo, alcanzó un pico de 23.30 pesos. Durante esa semana las autoridades del Banco Central gastaron unos 7.000 millones de dólares para intentar frenar la disparada de la moneda verde. Luego de eso el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne y el de Finanzas, Caputo, anunciaron que subirían el valor de las tasa a un 40 por ciento y que obligarían a los bancos a desprenderse de una parte de los dólares que poseen para poder influir sobre los precios. Nada de eso logró detener la corrida bancaria y en ese marco es que el Presidente Mauricio Macri anunció que recurrirían nuevamente al endeudamiento con el FMI.
Esta medida, como en el año 2000 y 2001, lejos de poder estabilizar las problemáticas económicas, actuarán como una salpicada de nafta en el fuego. Es que estos préstamos no son brindados por almas caritativas sino que son una herramienta de lucro de los sectores más concentrados de la economía financiera internacional. Por esto mismo, para desembolsar el dinero imponen una serie de condiciones que, como hace pocos años atrás, terminarán empujando hacia la pobreza a grandes sectores de la sociedad.
Congelamiento de sueldos estatales, suba de tasas de intereses (se encareces los intereses de tarjetas de crédito, del pago de alquileres y de los préstamos bancarios), leyes de flexibilización laboral, despidos, desfinanciamiento de la salud y la educación pública, son solo algunas de las medidas que impone el FMI para poner la tarasca.
El desembolso monetario, como en el 2001, no será destinado a pagar salarios, a mejorar la salud o a la creación de empleos de calidad, sino que, como ayer, se volcará ese dinero para tratar de estabilizar las finanzas y detener la fuga de divisas. Lejos de “atraer inversiones”, lo que este préstamo significará es un sello de garantía para los capitales especulativos de que podrán contar con una gran cantidad de dinero que fugarán de la economía argentina mientras el pueblo, nuevamente, será empujado a su ruina.