Las historias dentro de una fábrica son numerosas y muchas más cuando la fábrica tiene la impronta que tiene la Serenísima. Por los pasillos, en los comedores y en lugar mismo de trabajo afloran en forma de reflexión y en forma de anécdotas.
[dropcap style=’box’]m[/dropcap]e encontré con un relato en un sector de trabajo, este tenía forma de reflexión y quería sacar provecho para esta columna. Un compañero con antigüedad suficiente como para contar el hecho conocido del convenio del ´97, nos decía lo siguiente: “la empresa nunca aclaró, ni dijo nada sobre el convenio, pero si se sabía de qué nos iban a quitar los beneficios y que nos no iban a pagar las diferencias de sábados y domingos y al que no quería firmar el convenio lo echaban. Yo estoy seguro de que fueron los de la empresa los que hicieron correr el rumor de pasillo, muchos arreglaron antes y se fueron”. Y agregó: “ahora no pasa lo mismo porque está el sindicato frenándolos”.
El individualismo y lo colectivo
Esta pequeña viñeta que rescatamos nos dice algunas cosas interesantes. En principio los comunicados de la empresa que hacen referencia siempre a la cuestión de que la crisis que se está viviendo es en el fondo por culpa de los trabajadores, va en el sendero abierto por la lógica más pura del capitalismo; la competición individualista. El rumor de pasillo no son palabras huecas, tienen un efecto material preciso. Ese efecto material lo podemos ver en algunos que frente al descuento del día de la huelga reciente argumentan lo siguiente: “yo tengo familia y si me descuentan me sacan parte de la comida de mis hijos”. Es aquí donde esa lógica de competición individualista opera eficazmente. El trabajador preocupado por el descuento del día, “firma” en soledad y totalmente desprotegido su propia sentencia que lo despoja de todo derecho frente al avance flexibilizador. Se tiene que tener en cuenta que frente a esta decisión de la empresa de descontar el día, hay varias alternativas, una de ellas es recurrir a la justicia, la huelga es un derecho contenido en nuestra constitución nacional, más precisamente en el artículo 14 bis. Sabemos que la justicia hoy es parcial pero es la organización de los trabajadores la que presionara sobre los órganos judiciales para revertir esta situación. Por ello el llamamiento a la participación, a organizarnos.
Lo ideológico como una condición patológica
Encontramos en la posición ideológica de la empresa una condición patológica, o sea sus comunicados no se desajustan a la realidad, sino que apuntan a otro lado. En términos psicológicos podríamos traer el ejemplo de un hombre que cela a su mujer, este está en terapia y sabe que su mujer le es fiel, así mismo, sus celos son tan mortificante que no le permiten vivir una vida un poco más tranquila. La verdadera cuestión es que; sea fiel o no la mujer, el núcleo del problema que hace de, él, una persona posesiva, es alguna cuestión que va más allá de los celos.
Lo enfermizo en esa posición ideológica de la empresa, es como la del celoso. Hay una cuestión de fondo que no se deja ver, esta cuestión es acumular capital, para ello hay que profundizar la desigualdad. Entonces destruir toda organización sindical, se convierte para los ambiciosos empresarios en una idea obsesiva. Por ello se le adjudica todos los males que la empresa puede estar padeciendo a la mencionada organización sindical. Dándole una vuelta más de tuerca podemos decir lo siguiente; esta mentira en forma de verdad (hablamos de los comunicados que responsabiliza a las medidas constitucionales sus pérdidas) no tiene como objetivo: mentir, falsificar o ignorar los hechos en nombre de una verdad política mayor, sino lo que busca es que los trabajadores no reaccionen en contra la empresa, más bien hacer de nosotros sus aliados y desprendernos de la organización gremial.
Aun con esos métodos complejos aplicados para que se genere una psicosis colectiva y se pueda doblegar a los trabajadores haciéndolos renunciar a sus derechos conquistados, la empresa falla, es que frente a esta situación la organización se fortalece. Es claro que no hubiese sido posible si este sindicato se hubiese burocratizado en el mismo momento de haber tomado el poder. Ocurrió todo lo contrario, defendió en tiempos de políticas favorables para el pueblo los derechos, marco una impronta en la comunidad, no solo dentro de los muros de la fábrica. Creo identidad, que ahora en tiempos difíciles se refuerza y se planta al neoliberalismo como una institución que se resiste al sistema, a la vez que no pierde el horizonte del futuro, pues está formando nuevos cuadros sindicales para dar un salto superador y no regresar a las viejas políticas empresariales que nos someten. Este enfoque garantiza y tranquiliza, aunque toda batalla no está ganada de antemano hay una fuerza difícil de parar.