La estrategia de la oferta ha cambiado, ya no se estudia la demanda, sino que la demanda la genera el mercado, para ello se tiene que operar sobre el deseo y en esto el psicoanálisis es una disciplina que aporta elementos teóricos que ayudan a comprender desde el inconsciente al comportamiento humano.
El aparato psíquico humano está divido; divido en un consiente y un inconsciente. Para ser más explicito, vamos a explicar un poco estas dos entidades, el consiente es aquella instancia de nuestro psiquismo donde está ubicado el “yo”, acá es donde entablamos un vinculo con la realidad. Cuando pensamos, cuando trabajamos, cuando realizamos todas las actividades que están bajo nuestro control voluntario lo hacemos desde esta instancia psíquica. Lo que Freud (medico austriaco, padre del psicoanálisis) viene a decir con su disciplina, es que a parte de esta instancia, la conciencia, tenemos otra y esa otra es el inconsciente, en el inconsciente están alojados todos esos impulsos, deseos que apuntan a la autodestrucción y a la destrucción de los demás. Si esos impulsos y deseos salieran a la conciencia seria nocivo para el yo, por ello están en el inconsciente.
Supongamos que el inconsciente es un castillo donde habitan los demonios, y la conciencia una ciudad de personas que quieren vivir tranquilamente, los habitantes de esa ciudad tienen que asegurarse que los demonios no salgan del castillo, para ello montaron un importante equipo de seguridad que los va a vigilar constantemente, y los ciudadanos podrán vivir en tranquilidad, pues ya tienen quienes se van a encargar de la vigilancia, entonces esa responsabilidad se deposita en otros y ellos seguirán con su vida sin preocuparse por los demonios. Así actúa nuestra conciencia, los demonios están aislados en el inconsciente, esos deseos que serian nocivos para nosotros están guardados, y por ello nuestro yo vive sin preocupación, ahora bien a esos guardias el psicoanálisis lo llama represión, la represión ayuda a que esos deseos no salgan del inconsciente, pero todos sabemos que los demonios son demonios y siempre se las arreglan para salirse con las suyas y logran escapar burlando a la guardia disfrazado de otra cosa, o esperando que en algún puesto de vigilancia los guardias se duerman. Los deseos también usan la misma estrategia, burlan a la represión, transformándose en sueños, en síntomas, en actos fallidos (que muchas veces se les dice furcios). Esos deseos que salen disfrazados no son satisfechos completamente porque precisamente salen disfrazados, son colmados a medias. Pues entonces la insatisfacción que vive el ser humano tiene origen en el inconsciente, el juego en los niños y niñas, el arte en los niños y niñas y también en las personas adultas, el trabajo, la ciencia etc. son formas que se ha encontrado, a lo largo de nuestra evolución, para transformar esos deseos y tendencias autodestructivas en algo que beneficie a la sociedad. Esos demonios han sido educados para que hagan cosas que ayuden a los ciudadanos, pero no olvidemos que en el fondo son demonios y si se genera las condiciones para que se muestren como demonios en la ciudad, lo harán tranquilamente porque esa es su esencia.
Ahora bien el mercado de consumo ha logrado exacerbar al deseo y ahí nos transformamos en consumidores, o sea los demonios encuentran una forma más apropiada para satisfacer sus deseos, forma que consiste en consumir, consumir constantemente y nosotros nos transformamos en un pacman que traga y traga los objetos que el mercado ofrece, como el deseo no se satisface nunca, la demanda puede ser generada desde ese mercado de consumo, porque ya no somos sujetos que libremente elige los medios de subsistencia, el ejemplo de los celulares nos marca cual es la tendencia, corremos siempre detrás de la novedad al tiempo que la novedad ya es pasado. Como se puede ver no se trata simplemente de consumir, se trata de un modo de subjetivación, ese modo enuncia una consigna; “vales por lo que tenes”, si nada tenes nada vales. Si el mercado nos ha convertido en objeto de consumo y nosotros lo hemos aceptado, no podremos tratar a otros como sujetos si no solo como objetos, ahí en ese punto nos hemos deshumanizado y perder la condición humana nos hace perder la sensibilidad con el otro y entonces no nos importa los padecimientos del prójimo mientras nos no toque a nosotros. Finalmente; si se deshumaniza al humano la humanidad está en peligro, por ello humanizarnos es un derecho, un derecho compartido con otros.