Por Leandro Trimarco*
Cerebros rechinando
El Conicet es el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, cuyo objetivo es la promoción, financiación y desarrollo de proyectos científicos nacionales. Se trata de una institución clave en el desarrollo de todos los logros de tecnología industrial y agropecuaria del país en los últimos 60 años, sin mencionar su labor en la investigación de las ciencias sociales, la paleontología, la farmacéutica y largo etcétera. Fue creado el 5 de febrero de 1958, con el premio Nobel de medicina, Bernardo Houssay como su primer director. Su antecedente inmediato es el CONICET peronista, un instituto de promoción de la ciencia aplicada a la industria y el campo llamado Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONITYC). Este CONITYC tenía como objetivo entrenar y fomentar el trabajo de científicos y técnicos argentinos para aplicar sus conocimientos al desarrollo de sectores clave de la economía como el acero, la química, los combustibles, la energía nuclear, la defensa, etc. Entre sus miembros originales se destaca el renombrado científico José Balseiro, pionero de tecnología nuclear en Argentina, el astrónomo Enrique Gaviola, uno de los desarrolladores de la tecnología láser, Otto Gamba, entre otros científicos de altísimo nivel de su época.
Este CONICET ha sido una institución fundamental para todos los desarrollos científicos de Perón en adelante, siendo parte de tecnologías claves como la exploración hidrocarburífera, los satélites, las bases antárticas, entre muchos otros proyectos para la sociedad argentina. Es a su vez, reconocida como una las 20 mejores instituciones científicas del mundo, y sus miembros son parte de equipos internacionales de élite.
En síntesis, si hay algo que funciona bien en la Argentina a pesar de los gobiernos y las crisis, eso es el CONICET.
Esos ñoquis comunistas del CONICET…
A la hora de intentar desprestigiar los institutos dedicados a la ciencia en argentina se suele hacer referencia al uso de los presupuestos para supuestas investigaciones sin ningún tipo de valor para la sociedad. Dicho sintéticamente, se sugiere que el CONICET financia investigaciones inútiles o que no generan valor económico. En el caso de las figuras libertarias, agregan a estas acusaciones afirmaciones ridículas como que se promueven investigaciones feministas, comunistas y además delirios insostenibles. Entonces, cabe preguntar, ¿A qué se dedica el CONICET? ¿Qué investiga? ¿Tiene alguna relevancia a nivel internacional? Si es así ¿Por qué se lo ataca?
Insólitamente, entre los logros que esta institución ha conseguido se encuentran cosas como:
- El desarrollo en tiempo record de vacunas contra el COVID.19 y variantes, desarrollada enteramente con tecnología nacional.
- El desarrollo de medicamentos para la reconstrucción del tejido muscular.
- La creación del segundo magnetómetro criogénico del mundo. Solo hay dos de estos aparatos para la exploración petrolera en TODO EL MUNDO. Uno es argentino.
- El desarrollo de semillas de trigo resistentes a la sequía.
- La creación de un sistema automático de coordinación de barreras ferroviarias.
- Un sensor para detectar la fluctuación del agua en los ríos andinos que sirve para prevenir crecidas o sequías.
- Reducción del costo de los medicamentos del HIV.
- El test rápido de HIV es argentino, creado en el CONICET.
- La captación del momento preciso de la explosión de una estrella. Todo argentino, incluidos los equipos.
- El proyecto ARSAT 1, 2 y 3 y el desarrollo de todos los componentes incluido el sistema estabilización orbital.
- Una conicetiana creo un sensor que detecta metales pesados en el agua.
- Varios de los últimos desarrollos para el tratamiento del cáncer y enfermedades autoinmunes son de, adivinaste, el CONICET.
- Todos los desarrollos para la creación de isótopos radioactivos, los equipos de fisión nuclear, los reactores de energía nuclear, las contramedidas para prevenir accidentes nucleares.
- Terapia para la atrofia muscular espinal. La desarrolló un tal Alberto Kornbhlitt
- El agua pesada para los reactores nucleares es un desarrollo de la ciencia argentina. De hecho, Argentina es proveedor internacional de este material.
- El sensor radio espacial salteño es del CONICET.
- Todas las bases antárticas argentinas fueron desarrolladas por el CONICET.
- Las fábricas de baterías de litio, iones de litio y sus derivados fueron creadas por científicos argentinos.
- Las terapias contra el Alzheimer son del CONICET.
- La lanzadera orbital “Tronador II” que es el proyecto para poner satélites en órbita es todo el CONICET.
Estos son muy resumidamente algunos de los logros de estos ñoquis comunistas de la comunidad LGBTIQ+, ya que sería imposible hacer un resumen de las 900 patentes activas que han surgido de esta institución. Además, tampoco sería posible resumir los premios, galardones y hallazgos conseguidos por los científicos argentinos en el área de ciencia sociales, estudios de género, demografía, contaminación ambiental, urbanización, metalúrgica, farmacéutica, computación, desarrollo de programas, robótica, aeronáutica, aeronáutico espacial, física, y varios cientos de hallazgos paleontológicos. Todos argentinos. Todos del CONICET. Se pueden ver uno por uno en la página oficial del CONICET. ¿Pero por qué le creeríamos a esta página? ¿No podría ser un órgano de propaganda? Se pueden consultar los logros de miembros del Conicet en los reservorios institucionales internacionales tales como el MIT, Oxford, Salamanca, y básicamente cualquier universidad que forme parte de la red global de publicaciones científicas.
Pero ¿Y qué pasa con esas tesis de gente que investiga el impacto de Batman en la cultura pop? ¿No son esos ñoquis reales? Lo cierto es que esas investigaciones existen, pero sus enfoques no se realizan desde un punto de vista banal sino aplicando el método científico al impacto cultural que tienen las producciones audiovisuales en la población. Puede sonar ridículo a primera vista, pero de hecho estas investigaciones proporcionan datos bastantes precisos sobre la influencia de consumos culturales globales y su efecto en distintos estratos de la población. La forma en que son presentados en los medios masivos tiende a ridiculizarlos sin analizar el contenido real de estas investigaciones.
Pero ¿Por qué se ataca principalmente al CONICET desde los medios libertarios y conservadores? Por un lado, es una cuestión de dinero: dentro de la filosofía de la derecha argentina (en este sentido, UCR, PRO, Menemistas, Libertarios, son a fines prácticos lo mismo) consideran letras investigaciones un gasto innecesario. Esto en verdad paradójico en este espectro político teniendo en cuenta que, si están a favor de gastos mucho más abultados como la propaganda en redes, especulación financiera, quita de impuestos mega millonarios y otras políticas mucho más costosas que pagar el sueldo de un investigador que ronda el millón y medio pesos. De hecho, la mayoría de los investigadores del CONICET cuestan mucho menos que un empleado de fábrica, un camionero, o un empleado bancario. Ni hablar de un “comunicador” en redes libertario.
Para entender esta virulencia contra la ciencia argentina debemos incorporar la otra pata del problema. Además de querer cortar gastos, figuras como Milei entienden que lo público no debería existir, incluida la ciencia financiada para beneficio de toda la comunidad. Su modelo ideal es el del financiamiento privado que, sin ser malo en un sentido estricto, si está sujeto a los intereses de quien lo financia. Dicho concretamente, si el que paga la investigación no está interesado en tratamientos baratos contra el cáncer nunca tendríamos los tratamientos que, si logra el CONICET con patentes públicas, es decir, de todos nosotros.
Dice el Tribunal de la Inquisición que estaría siendo mucho
Finalmente, para comprender la actual crisis de ciencia argentina (y del mundo) debemos entender la oleada reaccionaria y conspiranoica que está ocupando las dirigencias políticas en todo Occidente. Las ideologías libertarias (con todas sus variantes) son esencialmente anticientíficas en la medida que descreen de toda institución dedicada a tal fin y en muchos casos sostienen posturas basadas en teorías conspirativas a pesar de la descomunal cantidad de evidencia científica que desmiente sus afirmaciones. Un ejemplo muy concreto es la negación por parte de Javier Milei del cambio climático y las problemáticas de contaminación en general. La cantidad de trabajos que demuestran y alertan sobre estas cuestiones son bastos además de irrefutables. El libertarianismo simplemente los descarta por considerarlos comunistas, peronistas, o (la tontería que ahora está de moda) woke.
Otro ejemplo, menos analizado, pero casi tan grave como el anterior es el estado de las ciencias económicas: a pesar de los evidentes, constantes y otra vez, irrefutables evidencias de que el mercado no puede regularse solo sin perjudicar a las mayorías, todo los “pensadores” libertarios incluidos el presidente siguen haciendo estas afirmaciones como si los propios resultados de sus políticas no los desmientieran absolutamente.
Este tipo de razonamiento tan común en las nuevas derechas radicales es el reverso del método científico. En vez de poner a prueba una hipótesis para ver si es realmente verdadera, hacen lo contrario: la hipótesis que ellos tienen es verdadera siempre y sólo hay que demostrar de qué manera los que afirman lo contrario están equivocados. No es pensamiento científico, es dogma al mejor estilo de la Iglesia Católica Medieval. ¿Cómo podría una administración libertaria llevarse bien con una institución científica?
En resumen
En el 67° aniversario de su creación, el CONICET sigue siendo indiscutible, y sus logros para la sociedad argentina se siguen acumulando. Ha sobrevivido a los momentos más oscuros del país, a las crisis económicas y las etapas oscurantistas del conocimiento a nivel mundial. Cada vez que se lo atacó, fue con argumentos que resistieron el menor análisis, siempre tratando de volver privados los descubrimientos que el CONICET hizo en nombre de lo público, sin tener dirección la dictadura del pensamiento empresarial que exige que todo sea un negocio rentable. Seguramente sobrevivirá a Milei de la misma forma que resistió a los gobiernos liberales de Menem, Macri y De la Rúa. Pero enfrentar la crisis de pensamiento anticientífico y paranoico que azota al mundo, va a necesitar también que la población que hace décadas disfruta de sus logros comience a entender a valorar el trabajo científico con mayor profundidad.
*Profesor de Historia por la Universidad de Morón