Una ideología sin extremidades
Javier Milei se define a sí mismo como libertario (a favor de la libertad absoluta de las personas) y anarco capitalista (en contra de toda intervención del estado en la economía), por lo cual durante la campaña y ahora como gobierno manifestó hasta el hartazgo que estaba en contra de los impuestos a los que regularmente calificó como un robo, un acto de violencia o una imposición. Esta forma de entender las cargas impositivas ignora al menos 5000 años de historia humana, 400 años de la teoría sobre los estados modernos y todo conocimiento existente sobre regímenes impositivos, para qué existen y cómo se utilizan. Pero este ni siquiera es el principal problema: la cuestión radica en que el actual presidente, mientras fue candidato aseguró que se cortaría un brazo antes de decretar otro impuesto porque esto iba a contramano de sus más firmes creencias. Nadie le pide que dañe sus extremidades, aclaro, pero sería razonable un poco más de consistencia en los postulados que dice defender.
¿Por qué todo esto es importante? Milei quiere volver a cobrar ganancias. Así de simple.
El impuesto en cuestión que Milei pretende restablecer es el impuesto a las Ganancias, ese sobre el que Mauricio Macri hizo campaña presidencial prometiendo eliminarlo y nunca lo hizo. Muy por el contrario, durante su mandato aumento la cantidad de trabajadores afectados por el gravamen. Aquel impuesto que, finalmente, aunque el ex ministro de economía Sergio Tomás Massa no eliminó completamente, si subió su piso a quince salarios mínimos (casi un millón setecientos mil pesos) para que la enorme mayoría de los trabajadores dejara de pagarlo.
Ahora, luego de su reunión con los gobernadores, el presidente Milei pretende dar marcha atrás con lo establecido por Massa y reinstalar el impuesto en su piso anterior, haciendo que al menos un millón de trabajadores vuelvan a pagar ganancias, llevándose por delante en el proceso sus promesas de campañas, sus principios y una parte no menor de su base electoral.
Para hacerlo, sin embargo, deberá pasar por el Congreso, allí donde el mismo votó a favor de quitar este impuesto.
¿Inocencia o cinismo?
Uno tiene sus principios, luego la realidad establece los límites. Si tenemos que pensar bien de Javier Milei, tenemos que concluir que no le quedó otra opción que volver a imponer ganancias porque a pesar de la prédica liberal (que ignora toda forma de ciencia social de al menos los últimos tres siglos) el estado no puede existir sin financiamiento, y como no puede ir a buscar fondos gravando a los ricos y a las empresas, cosa que su ideología prohíbe, tiene que ajustar por el lado de los trabajadores. Los gobernadores le reclaman fondos que él no tiene, y casi todos piden que ese dinero no salga de ganancias, sino que se busquen alternativas. Como los ricos son intocables, Milei solo puede tocar ganancias, aunque sin un discurso claro del cual echar mano y con un evidente costo político.
Todo esto si pensamos bien de Milei, es decir, si creemos él era un joven idealista que repente se chocó con la responsabilidad de conducir un estado para cuyo funcionamiento su teoría anarco capitalista es rotundamente obsoleta. Pero también podemos pensar no sin razones que volver a poner ganancias es un movimiento cínico, otro eslabón más del ajuste que pretende hacer pagar a todos los trabajadores y por el cuál confía en ser blindado por los medios amigos, ya que es una contradicción evidente de su discurso y sus supuestos principios.
En la teoría, los impuestos deben garantizar el financiamiento del estado (servicios, funcionarios, empresas) y en los países más justos este peso se distribuye progresivamente entre quienes más tienen. Así, por ejemplo, para combatir su déficit Brasil anunció impuestos para el 1% de los más ricos. Ese tipo de medidas que no son esperables en un gobierno anarco capitalista son las que dan más justicia al sistema.
Además, esta restitución del impuesto a las ganancias no puede analizarse en el vacío: previamente hubo una devaluación del más del cien por ciento en el tipo de cambio. Es decir, si finalmente se vuelve a pagar ganancias con el piso anterior, todavía más gente será alcanzada por este impuesto.
¿Cómo afecta esto a los trabajadores? Muy sencillo, menos sueldo a final del mes… sobre un sueldo que ahora encima vale la mitad que hace veinte días.
¿Corre peligro el brazo del joven mandatario? Por ahora, un enorme blindaje mediático lo previene de tener que utilizar la motosierra contra sí mismo.