Después de recorrer varios pueblos de Córdoba, terminamos nuestro recorrido por esta provincia en la Laguna de Miramar de Ansenuza, un lugar lleno de encanto por su laguna de agua salada, sus atardeceres que pintan el cielo de mil colores, la tranquilidad del lugar y sus habitantes.
En este pueblo, al no haber turismo por ser temporada baja se nos complicó un poco poder hacer feria, por eso decidimos cocinar pizzas y salir a venderlas, para poder juntar fondos y seguir con nuestro recorrido.
Pusimos manos en la masa y empezamos. Luego de casi 5 horas de preparación salimos a ofrecerlas casa por casa. Tuvimos un momento de frustración, miedo de perder dinero y tiempo, ya que invertimos bastante para poder llegar hacer 15 pizzas listas para comer.
Marian, con su mejor actitud y mostrándome que todo estaba bien, se acercó a un hombre que estaba en la vereda de su casa arreglando el auto, le ofreció la pizza contando un poco de nuestra vida viajera y el hombre con su mejor onda aceptó una para ayudarnos, ¡fue un gran alivio!
Así empezó la buena racha. ¡Entre casa y casa, y luego de caminar por 3 horas, logramos vender todas las pizzas! No lo podíamos creer, fue algo muy intenso, algo nuevo, pero de esto se trata esta forma de vida que elegimos, de poder perder miedos y ser menos prejuiciosos ante las circunstancias.
Al día siguiente volvimos a apostar por la venta de pizzas y nuevamente nos fue excelente, así que nos retiramos satisfechos de Mar Chiquita, muy agradecidos por la solidaridad de las personas y su buena onda para con nosotros y nuestro proyecto.
Camino a Santa Fe, Elizabeth nos escribió a través de Instagram para que pasemos por su casa, quería conocernos y saber como es esto de vivir viajando, ya que con su novio tienen ganas de salir a viajar y bueno, antes de salir definitivamente de Córdoba pasamos por su casa en Devoto, un pueblo tranquilo, muy tranquilo. Disfrutamos dos días con ellos y su familia. Intercambiando datos, tips, consejos y charlas muy amenas sobre la vida de viaje.
Agarramos ruta nuevamente, y de repente un cartel nos da la bienvenida a Santa Fe. Fuimos directo para Santo Tome, pueblo donde nos esperaba una gran persona, alguien quien, sin saberlo, y a través de su canal de YouTube, nos inspiro muchísimo para salir a vivir de esta manera el motoviajero: Pablo Imhof. Nos recibió en su casa junto a sus papás y nos llenaron de buena energía viajera. Conocer a un viajero con tantos kilómetros y experiencias es muy alentador para soñadores como nosotros.
Al siguiente día tuvimos que salir rumbo a Paraná, Entre Ríos, para poder solucionar de una buena vez el tema del choque que tuvimos en Villa Gral. Belgrano. Para llegar a destino tuvimos que pasar sobre y dentro del Rio Paraná. Pasamos por un puente subfluvial magnifico, de mas de 3km de largo, con un trabajo arquitectónico hermoso, con miles de detalles, entre ellos, sus paredes cubiertas por cerámicos pequeños, ¡una locura!
Después de 3 horas de ruta llegamos a Paraná, capital de Entre Ríos. Al otro día escapamos de esta enorme ciudad, rumbo a San Salvador, donde pensábamos pasar la noche para luego ir a Concordia, sin embargo la magia de la ruta se hizo presente, y nuevamente nos dimos cuenta que el hombre propone pero el camino dispone. Llegamos a la tarde y como siempre solemos hacer, nos ubicamos en la plaza central del pueblo, para poder hacer feria y charlar con las personas del lugar.
De repente se empezaron a acercar muchas personas, preguntando acerca del viaje, de la camioneta, de cómo era vivir de esta manera, entre otras cosas. No paso ni media hora que apareció Héctor Ayala invitándonos al encuentro en el cual íbamos a poder tener nuestro espacio para vender nuestras artesanías, y no solo eso, sino que nos dieron un lugar en su albergue para turistas, con todas las comodidades necesarias.
Estas cosas que nos sucedieron en un lapso de no más de dos o tres horas, son cosas que cuando uno viaja pasan frecuentemente. Uno a veces sabe donde va amanecer, pero no sabe como puede terminar el día, ni donde, ni con quien; ¡estas son las cosas que uno sale a buscar cuando decide salir de viaje, alejarse de lo típico y cotidiano, conocer personas, lugares, y si no los buscas…¡aparece igual!, por que de esto se trata viajar.
Esto a uno lo enriquece y lo hace crecer como persona y entender que hay otras realidades. Que hay personas buenas, hospitalarias y solidarias, que te extienden una mano sin buscar nada a cambio, sin sacar provecho de nada, gente que te abre las puertas de su casa y te hace sentir como en la tuya. De esto creemos que se trata viajar. Y por estas cosas es que damos gracias a todas las personas que nos brindan una palabra de aliento, nos ofrecen una ducha o nos ayudan con la compra de alguna artesanía.
¡Gracias por leernos!
Hasta la próxima crónica. Mariano y Aye.