Por Milagros García
La escena de sexo explícito (y alegre y consentido, y para nada atravesado por los cuestionables tropos de la pornografía que quisiera usar Marra para enseñarles educación sexual a los adolescentes) se extiende en más o menos 4 páginas de un total de 176, que es aproximadamente el 2% de la obra.
Se me ocurren algunos pasajes de obras con las que la Fundación Morelli no debe tener problema que en cualquier caso divulgan una versión de la sexualidad mucho más violenta y denigrante. En cualquier caso, felices los adolescentes que puedan debatir esta obra con pares y docentes.
Si una persona no quisiera reivindicar esta versión saludable de la sexualidad y sí quisiera ponerse en pelohuevista, de todas formas me parece absolutamente injusto bajarle valor a una obra por un porcentaje tan bajo de su extensión.
Cometierra cuenta la historia de una joven que puede ver el desenlace de los muertos si come tierra. Algo así se vuelve una responsabilidad enorme cuando el contexto de esa habilidad son los suburbios donde la violencia, y sobre todo la violencia contra las mujeres, son una moneda penosamente corriente.
En una entrevista española posterior a la publicación de Miseria (la continuación de Cometierra), Dolores Reyes conversó sobre la clasificación de su novela como ‘realismo mágico’. Considera que es un género latinoamericano mayormente representado por varones, pero que a su vez es más coherente con el entramado mágico en la cotidianeidad de la vida de las mujeres. Lo cierto es que la obra hace trama del pensamiento mágico propio de las comunidades suburbanas, donde el misterio aún logra escaparle a la lógica sistematizada que, además, es mostrada en su miseria. Cometierra tiene que poner su habilidad al servicio de la resolución de crímenes y desapariciones justamente porque hay una legalidad corrupta e ineficiente.
Algo que me parece muy interesante de la construcción de la protagonista es que tiene rasgos de anti-heroína y que jaqueen nuestras expectativas narrativas siempre es una bocanada de aire fresco. En lugar de resignarse a responder al llamado de su destino (porque “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”), Cometierra se piensa a sí misma en el centro de esta decisión, más allá de los fantasmas que la hostiguen. Quizás tiene la posibilidad de ayudar a resolver casos que de otra forma quedarían archivados, pero al final del día sigue siendo una jovencita que no se siente absolutamente cómoda con embeberse en la muerte.
Leer Cometierra con los más jóvenes puede propiciar debates muy enriquecedores sobre el paisaje conurbano, los tonos de una oralidad viva, las problemáticas relacionadas con la violencia sobre todo en la vida de las mujeres, el amor fraternal, la identidad, los duelos, la sexualidad con todos los matices que implica, la responsabilidad y el compromiso. No dejemos que la literatura que les acercamos a los jóvenes sea cada vez más transparente y estéril, hecha de una materia años luz de sus experiencias vitales. Que leer sea un camino empinado, porque ahí es donde podemos ofrecerles una oportunidad de aprendizaje.
Ficha Técnica:
- Idioma: español
- Editorial: Sigilo
- Autor: Dolores Reyes
- Año: 2019
- Páginas: 176