El 24 Octubre 1929 Sucede lo que será conocido como “El Jueves Negro” o el “El crack del 29”. Ese día quebró Wall Street, en Nueva York. La Bolsa de Valores y la ficción de la especulación se hundieron sin remedio alguno de salvataje, dando comienzo a la gran depresión económica de Estados Unidos de Norteamérica. Esta afectaría a millones de personas se quedarán sin trabajo en ese país y desencadenaría una crisis sin precedentes a nivel global.
Ese jueves 24 de octubre de 1929, en la ciudad de Nueva York, se iniciaba la crisis financiera que devastaría los cimientos de la economía americana y haría tambalear la estabilidad de muchas otras economías y mercados a nivel mundial. Ese día cargado de rumores y de la sumatoria de los peores miedos, comenzaba a proyectar sobre los felices y locos años 20, el fin de una época signada por la especulación y el dinero fácil.
Desde Noviembre del año 1928 comenzaron a sucederse una serie de pequeñas caídas en los índices bursátiles. Pero estas caídas iban siempre precedidas de pequeñas subas que hacían creer que estos movimientos, solo eran parte de la dinámica del proceso de compras y ventas de acciones. Al mismo tiempo existían rumores en los que se estaba advirtiendo que el mercado estaba sobrevalorado; cada acción o papel bursátil no representaba el verdadero valor, sino era más bien un reflejo de la especulación sin medida en la que se adentró, al igual que en una espiral sin límites de sobrevaloración.
Finalmente el jueves 24 de octubre de 1929. Hubo un desplome significativo del 9%, pero nadie en esa ocasión, ni banco ni ningún grupo de inversor freno ese descenso como si sucedió en las variaciones que se venían dando en momentos anteriores a esta fecha. La no intervención de los grandes jugadores de la timba financiera, desato el pánico en general; este fue tan enorme que la policía tuvo que clausurar la bolsa de valores ese día en Nueva York. Las acciones se llegaban a vender a un tercio de su valor, sin encontrar comprador que no presumiera que la caída de su valor aun no llegaba a su fin.
En esas horas cargadas de incertidumbre y pánico, millones de inversores se vieron de un día para otro en la ruina económica: la Bolsa de Nueva York, el mercado de valores más importante del mundo, había caído. Lo que sobrevendría se lo conocería como “La Gran Depresión”. Esta situación donde la economía, tanto de Estados Unidos como en el resto de países capitalistas, se sumirían en un periodo de pobreza y estancamiento económico que se prolongó durante casi durante diez años.
La salida de la crisis no llego de manos de aquellos que buscaban seguir con la misma receta. El presidente americano, Herbert Clark Hoover, adoptó unas medidas económicas muy cuestionadas que provenían de la misma matriz de donde naciera esta catástrofe. La incapacidad para lograr revertir la situación derivó que en las siguientes elecciones perdiera la presidencia a mano de Franklin D. Roosevelt, quien ocupó la presidencia americana en 1933.
Este presidente puso en marcha un modelo similar a lo propuesto por el economista británico John Maynard Keynes. Roosevelt logro impulsar en materia económica “Al New Deal” este Nuevo Trato, contemplaba el final de una libertad especulativa y la intervención estatal en la economía, que pasaría a ser una economía mixta en lo estructural. Entre las medidas para revertir la situación, se contemplaba el proteccionismo arancelario, grandes ayudas económicas a los bancos para la producción, el impulso de la producción industrial, la construcción de grandes obras públicas que generaran puestos de trabajo genuinos en otros aspectos; pero que centralmente todo giraba en la reactivación de un mercado interno que diera, centralidad a la producción de bienes reales, generando muchos puestos de trabajo y el consumo en general de la población toda.
Esto generaría a posterior un debate que se centró en dos grandes posturas: una mayor o menor intervención del Estado en la economía en el nuevo siglo XXI. Este debate es el que en cierta forma queda plasmado como ejemplo visible en la crisis de 1929 y la posterior salida de la misma. Una menor intervención del Estado en la economía, es y ha sido, una mayor libertad. Libertad que ha permitido que los actores más fuertes de la economía se sirvan de la debilidad de los demás, acrecentando así sus ganancias y la concentración de la riqueza en muy pocas manos. Por el contrario la intervención del Estado regulando y poniendo límites en favor de los actores más débiles, sirve para que en el juego de la oferta y la demanda natural del sistema capitalista, no terminen beneficiándose unos pocos en desmedro de los muchos que no tiene como defenderse en la puja entre los poderosos y los débiles.
Hoy a más de casi cien años de aquel hecho, el centro de la discusión política argentina está atravesado por la misma discusión: ¿Cuál debe ser el rol del Estado en la economía? Discusión que quedara vigente una vez más este fin de semana, en el proceso electoral donde volvemos a ver dos modelos de país claramente representados y antagónicos.