[dropcap style=’box’]L[/dropcap]a democracia como sistema es perfectible, pero también ella es la garantía de nuestro derechos, garantía que no se hace cuerpo y letra si no hay correlación de fuerza que la sostenga, como se verá en la nota siguiente esto se pone en evidencia en los dos ejemplos mencionados.
Alguien definió una vez lo siguiente: “la democracia permite dirimir las diferencias sin grandes derramamientos de sangre”. No vamos a pecar de inocentes y menos de idealista. El país “más demócrata del mundo”, llevando la democracia bombardea medio oriente sin piedad para apoderarse de los recursos naturales.
Grecia clásica y la contradicción en democracia
Siempre que se habla de democracia se piensa en la Grecia clásica y se enarbola la bandera de la autenticidad en esta materia (la de democracia) pero lo que no se habla, que en ella no estaban incluidos los esclavos. Como se verá la democracia no alcanza a todos, como se verá la democracia en un punto manifiesta una contradicción, contradicción que es una lucha que ha generado este sistema, donde por un lado está el que trabaja y por otro el que se apropia de ese trabajo. La democracia no pudo resolver esta contradicción, porque está inclinando la balanza siempre para el que se apropia del trabajo que realiza el laburante. Por ello va diez años preso el que roba una gallina, mientras el que estafa a sus trabajadores se enriquece y es un señor.
Garantías y derechos como una reserva de justicia para el pueblo
Pero dentro del aspecto negativo, tenemos aunque en lo mínimo, garantías y derechos. Se pudo ver la semana pasada en lo local dos hechos puntuales al respecto, uno: fue la reapertura de la radio “El Vecinal”, y como era de esperar este lunes cuando se puso al aire el programa “Buenas Migas” conducido por Sebastián Piccardo, Fernando Pérez, Raúl Nieto y Paula García, una catarata de mensajes no pararon de llegar. Se le torció el brazo al poder político de turno poniendo en juego la justicia como el elemento mediador para contrarrestar el atropello censor.
Por otro lado: en la vecina ciudad de Luján había sido despedido un trabajador de la industria láctea, la fábrica se llama MePi, el trabajador, Eduardo Martín quien denuncia al gremio (ATILRA Gral. Rodríguez) una grave irregularidad, estaba en negro desde hace 24 años. Al momento del reclamo los empresarios resolvieron no permitir el ingreso del mismo a su puesto de trabajo. Luego de casi dos semanas de acampe frente a la instalación del predio de la fábrica y una marcha multitudinaria al Ministerio de Trabajo sede Lujan, se logró que el trabajador Eduardo Martin sea reincorporado y que se le reconocieran mediante una indemnización los años que estaba trabajando de manera irregular.
Correlación de fuerza
En estos dos casos la justicia por si sola hubiese marcado la continuidad de la clausura y el despido del trabajador Eduardo Martín. La fórmula mágica, estuvo en la correlación de fuerzas, en otras palabras; la cantidad de gente que se solidarizó por un lado con la radio, esa cantidad de gente es voto y en medio de un año electoral, perjudica al gobierno local. Por otro lado el accionar responsable del gremio ATILRA Gral. Rodríguez también tiene que ver con la cantidad de gente que puede movilizar, eso es fuerza puesta en las calles, pues los casi 2200 trabajadores movilizados en Luján, donde la solidaridad de otros espacios sindicales y políticos se hicieron presentes, mostraron que hay sindicatos que no entregan las conquistas de los trabajadores. La capacidad movilizadora esta precisamente en esto, en tomar en serio la defensa de los derechos de los trabajadores, no importa si es uno o son miles los afectados, la cantidad no está por encima de la cualidad. Lo que se juzga es que con este gobierno se han atropellado los derechos de los trabajadores, la situación de MePi es un claro reflejo de un intento de retroceder hacia la flexibilización laboral, como la clausura es un intento de censura para disciplinar a otras radios que osen hablar mal del gobierno, tanto local como nacional.
En su momento la dictadura ataco a los medios para que no se comunique la verdad y de esa forma se desapareció a los trabajadores, para aplicar las políticas de ajustes y todo lo que ya sabemos. En conclusión si un gobierno se dice democrático no censura, porque un gobierno democrático no atropella, no intimida. Y en un gobierno democrático los trabajadores y el pueblo cuentan con las herramientas para no dejarse atropellar, para torcer esa correlación de fuerzas.