El pasado fin de semana, se realizó el cierre anual de los talleres literarios y de narración oral que lleva adelante la librería Macondo, a cargo de su fundadora Graciela Ocampo, y coordinados por las docentes Maria Laura Ruiz Diaz y Beatriz Dasso. El objetivo de los mismos es propiciar un espacio de encuentro para aquellos que buscan leer, escribir y compartir la palabra con el otro.
En el marco del cierre anual de los talleres y en un contexto desafiante para la cultura, Graciela Ocampo brindó unas palabras previo a dar inicio a la muestra: “A Macondo estas cosas le dan vida. Además de vender libros, es seguir adelante con un proyecto que implica no solo acercar libros a la gente, sino mostrar que todos podemos ser escritores/as y lectores/as”.
“El año pasado fue difícil. Llegamos a pensar que este año no íbamos a estar. Sin embargo, creo que la cultura, y en particular la lectura dentro de la cultura, es un arte que permite resistir en sociedades más mercantilistas e individualistas. Nos permite trabajar en grupo, de manera colectiva”.
En este sentido, destaca las actividades como la ronda de lectura mensual, donde mujeres leen una novela, además de las salidas a ferias del libro, escuelas, jardines y talleres. “Todo esto lo podemos hacer gracias a quienes nos acompañan”, expresa Ocampo.
El cierre de talleres comenzó el viernes 13 de diciembre, cuando el Taller de Narración Oral cerró su año con un espectáculo de narración oral especial. El grupo conformado por: Cristina Samaniego, Claudia Ovejero, María Cristina Russo, Martha Pacce y María Laura Ruiz Diaz realizaron una contada «de película». “La propuesta de la coordinadora Beatriz Dasso para el taller 2024 fue contar una película a elección personal de cada integrante. Para ello debió hacerse en primera instancia un pasaje de lo audiovisual a lo narrativo y finalmente «aflojar» los textos para la oralidad”, cuenta Diaz, quien agrega que fue un trabajo que duró meses pero que cerró gratamente en un encuentro que reunió a las narradoras y la comunidad en La Oveja Negra.
Allí, y con un gran público presente, María Laura contó su adaptación de «Your name», Claudia Ovejero de «Orígenes», Martha Pacce de «La nave de los locos», Cristina Samaniego de «Maudie» y Cristina Russo de «Hechizo de luna». Todo estuvo hilado bajo la idea de que hay un hilo rojo que conecta a aquellos destinados a encontrarse, como cada miembro del taller con su película y sus compañeras.
El día domingo, se realizó el cierre de los talleres de escritura infantil y juvenil, a cargo de Maria Laura Ruiz Diaz, en la Librería Macondo, también a sala llena. Los y las 20 talleristas que integran los diferentes grupos, entre 8 y 18 años, compartieron sus textos que crearon a partir de diversas consignas. Humor, terror, fantasía, fueron algunos de los géneros que se deslizaron durante la tarde del domingo y que se encuentran en parte de la Antología que presentaron.
Dicha Antología surgió de la idea de plasmar de manera material los trabajos realizados por los chicos en estos 3 años. “Esta antología reúne las voces de los más jóvenes de nuestra comunidad, voces que han hilado palabras, compartido ideas, aprendido con el otro y jugado, porque escribir tiene mucho de rebelión y de travesura. De magia aún a flor de piel que poco se preocupa por reglas y prohibiciones. Por eso en estas páginas conviven la sangre y la ternura, la fantasía y la crudeza del mundo. Es imaginación caudalosa que nos invita a la pregunta, a la belleza, al desvelo o la sonrisa”, sostiene Ruíz Diaz.
«Este proyecto es un intento de crear un lugar donde las palabras no mueran en soledad, sino que, por el contrario, florezcan en compañía. Un espacio donde la imaginación sincera y desbordante de los más jóvenes pueda crecer en comunidad. La escritura quizás sea solitaria en aspectos creativos, pero también es un modo de comunicación con el otro y en tiempos de egoísmos y mezquindades qué mejor antídoto que la ofrenda de la palabra, la más sencilla y humana de nuestras posesiones. Creo firmemente que la palabra que reúne y la imaginación que fluye como río caudaloso es un milagro que hay que propiciar y cuidar cada día”, fueron algunas de las palabras preliminares que se encuentran en la Antología.
Los talleres de Macondo surgieron hace tres años, impulsados por el deseo de su fundadora de crear un espacio dedicado al arte y al encuentro, y el crecimiento personal de quienes participan se ve en sus producciones. La docente Diaz destaca lo colaborativo que fue ese crecimiento. “Aprendemos con el otro, los escritores a los que leemos y los compañeros de taller. Es rica la experiencia de ver los mundos que el otro construye a partir de una misma consigna. Ver todo lo que se puede hacer con palabras nos invita a buscar nuestra propia voz, a desafiar suposiciones sobre lo literario, a liberar la imaginación”.
Por último, también resalta la predisposición de cada uno/a a crear contra viento y marea, sin importar lo desafiante que sea la propuesta. “Muchas veces ellos me plantean sus nuevas ideas para abordar un relato, para experimentar con alguna técnica narrativa. Preguntan el famoso ´¿qué pasaría si…?´ y es maravilloso verlos probar el «qué pasaría si» porque es la fuente del aprendizaje y nace de ellos a partir de la experiencia que van forjando con el paso del tiempo”, concluye Díaz.