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NOTA DE OPINIÓN
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“-¿Cómo voy a dejar libre a esta negra hija de puta, si culpa de ella se nos achicó el turismo? Antes el turista venía y sacaba fotos a los coyas rodeando su rancho ofreciendo yuyos y piedritas, junto a sus cabras con sus ponchitos y sus alpargatitas con los pies al aire… ahora sólo ven casas de material con su tanque de agua arriba de los techos, con pantallas de Direc TV, casas con veredas, como cualquiera de Buenos Aires…!”
(Gerardo Morales gobernador y Juez de la provincia de Jujuy, elegido democráticamente en representación de la fórmula PRO-UCR que preside en el orden nacional el Ing. Mauricio Macri)
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[intense_dropcap]L[/intense_dropcap]os más castigados habitantes de la puna jujeña, que luego de pertenecer a un imperio poderoso como el Incaico, por diferentes razones histórico-políticas, hoy no gozan de aquellas mieles que les proporcionaba su antiguo imperio. Pobres de solemnidad, recita nuestro Código Civil en referencia a situaciones extremas de pobreza, como si esta suerte fuera de algún modo un cargo honorífico y no repudiable, por todo lo que implica ser demasiado pobre y otro demasiado rico.
Ellos, diariamente como cualquier ser humano que transita el siglo XXI, de cualquier ciudad del planeta, recurren al jabón y al agua, para higienizarse por las mañanas, ducharse con agua caliente, calentar la pava para el mate, la comida en la cocina, utilizar un baño para atender sus necesidades fisiológicas, cobijarse sobre un techo firme donde el viento helado de la puna, no maltrate sus pulmones, y sus sueños, concluyan siendo sueños y no sean oscuras pesadillas. Que sus pequeños arriben como cualquier otro niño, a un transporte colectivo que posibilite trasladarlo a la escuela, al igual que sus padres, para juntarse con otros hombres a trabajar en cooperativas, para que las familias ofrezcan a sus iguales las mismas condiciones de vida digna, tan digna y merecedora como poder zambullirse en una pileta de natación, y así un montón de accesibilidades que una mujer del mismo barrio, supo captar de ver montones de derechos denegados, porque al mismo tiempo tropezó con un gobierno que interpretó fielmente esas necesidades, esas injusticias sociales tan profundas, tan arraigadas hacia la condición humana, enquistadas sobre esos hostiles parajes de nuestro norte.
Se arremangó una y mil veces, como tantos siglos atrás y se preguntó: “No reconstruiré nuestro antiguo imperio, eso no me interesa, sólo me duele cómo sufre mi pueblo hoy, y si al mismo tiempo, aparece un Estado que interpreta como yo esta enorme necesidad, de tanta desigualdad, no cesaré un segundo hasta alcanzar ese cambio, esa transformación.” (Milagro Sala) Ella organizó a los suyos y así logró lo que un día se juramentó. Y ese fue su aberrante delito de corrupción; Impidiendo que el coya continúe castigando sus manos yendo a recoger agua helada del arroyo, lejos de su rancho. Teminar de escarbar hasta la raíz de una débil mata seca, para poder calentar una pava, cocinar algo de vez en cuando, afuera muriéndose de frio, para no ahumar los pulmones de sus hijos hacinados todos en un mismo ambiente, posibilitándoles cagar en paz sentado sobre un inodoro, donde apretando un simple botón, la mierda no invada y corra lejos, dignificando el aire que respira, tantas veces humillado. Terminar con la mendicidad de muchos hombres vendiendo yuyitos y piedras de colores a ocasionales turistas, que generalmente los veían como piezas arqueológicas, más que como seres humanos; o que sus hijos lleguen cansados y sudados al igual que sus burros acercándolos a la escuela… ¿Cómo se te ocurre gozar de libertad querida compañera, habiendo cometido semejante osadía? La osadía, querida compañera, en el universo conceptual de algunos blancos, es sólo permitida a ellos. Ese fue tu error, tu gravísimo error, ¿O acaso alguna vez viste a John Winne cuando bajaba comanches como moscas con su Winchester, permitir que éstos tomaran, alguna vez, un pueblo del oeste americano para que pudieran vivir con las mismas o parecidas condiciones de vida que ellos, los blancos? Eso, hubiese sido lo más parecido a un milagro, yo, como millones de otros argentinos, a pesar de no aceptar la veracidad de estos milagros, te decimos y lo gritamos a todo el mundo, que haber podido transformar esa dura realidad social por otra realidad más digna, ese fue un ejemplar milagro, y tu peor pecado, del cual hoy se te acusa y que por eso te mantienen detenida: haber beneficiado a gran parte de tu pueblo doliente.