[dropcap style=’box’]Y[/dropcap]o sé dónde comienza a escribirse esta palabra
En qué útero oscuro empieza a crecer con sus puñales
Con sus revólveres, sus arrebatos.
A decirnos a los gritos a través de una pantalla
Que a estos negros de mierda, ¡hijos de puta!
Uno por uno, habrá que hacerlos desaparecer
(¿Así reinará la paz?)
Que un patrullero no es suficiente.
Que un solo cana en cada esquina, tampoco.
Aprendí a observar que el hambre no se escribe con h
Es sólo una letra muda, como el que calla por tener la panza llena.
Lo aprendí por haberlo cargado encima, no es fácil, mucho menos agradable.
Y entonces me dije para siempre que hambre, no sólo puede escribirse con H.
Porque cuando abraza, termina por escribirse con M. De Muerte.
Que probablemente comenzó cuando no hubo posibilidades, para tu abuelo, para tu padre, y tu estómago solo ligó mate y tortilla durante años y entonces la escuela dejó de existir, ante la ferocidad con que apremiaba el hambre.
Y hoy se perpetúe tras un despido, o con las migajas que te provee el cartón que vendés.
(Calidad de empleo, imponen por ahí, significa estar produciendo para una multinacional, pero no un hombre pisando barro fabricando ladrillos, para levantar una casa, que hoy ya nadie puede construir).
Despidos, desocupación, desnutrición, desesperación… aquí como no podía ser de otro modo, hambre se escribe con D.
Comienza a escribirse cuando el hueco del estómago aturde de silencios, y las idas al baño cada vez son más espaciadas.
Cuando tus hijos aúllan ya como fieras, porque extraviaron su condición de persona, al reclamarte oxígeno para su sangre.
El hambre finalmente concluye sus días tras las rejas.
Que es una muerte viviente, que te desaparece peor que la otra muerte.
Muchos pelearan por llevar ese cajón hacia las cárceles o los cementerios.
Se creerán héroes, exterminadores de la inseguridad, limpiadores inmaculados de sociedades que lucen orgullosas su estética, sobre la ética.
Un negro menos, significará un blanco más disfrutando en paz.
“Hoy ya no se puede andar tranquilo por ningún lado”, dirá a las cámaras desde una obscena camioneta 4 x 4, un rozagante regordete de prolija barba, mientras sobre la vereda se observa un pibe acribillado a balazos, de no más de 20 años.
Y entonces veremos que hambre, también puede escribirse con P de poderoso, con P de policía, y con P de pobre diablo.
Y uno se pregunta ¿Quién posee el poder de modificar esta palabra, que comienza a escribirse con una letra muda y sin embargo anuncia tantos otros significados, casi a gritos?
Sin temor a equivocarme yo sé perfectamente dónde comienza a escribirse esta palabra.
Averigüen en los escritorios de La Rosada.
En la mesa de los empresarios.
En las homilías embaucadoras de una Iglesia que hace silencio.
En el saqueo que provoca quedar bien con los banqueros extranjeros, a las necesidades que reclama el pueblo.
En los egos y estériles disputas de dirigentes, que compiten destrozándose entre sí, no viendo la verdadera y gigantesca dimensión del enemigo. (¿O serán parte del enemigo?)
Y a la indiferencia de los que aún comen, creyendo que solo uno muere de hambre, porque le esquiva al trabajo.
Hace tiempo leí sobre una pared que “EL HAMBRE ES UN CRIMEN”.
Y es verdad, también se escribe con C, con C de Crimen, como con C de Culpables. Entonces, si esta palabra, además se escribe así ¿cuándo dejaremos de asesinarnos?