Por Milagros García
La República Mundial de las Letras es un concepto de la teórica de estudios de traducción Pascale Casanova, que pensó en las dinámicas del panorama global de publicaciones literarias y argumentó que existen tensiones y procesos de consagración muy específicos para las obras y las poéticas de las diferentes lenguas. Sostiene que, a grandes rasgos, están las lenguas dominantes (como el inglés) y las lenguas dominadas (como el coreano).
Corea del Sur está insertándose en varios frentes culturales con pulso firme por lo menos desde el cambio de milenio. El kpop ha creado un nuevo polo en la producción musical, los webtoons han influido mucho en el consumo gráfico y se ha dado a conocer internacionalmente una cinematografía sólida y productiva, entre otras cosas.
El ritual de consagración de la literatura, por su parte, sigue estando muy ligado a los premios, por lo que podemos afirmar que fuera de Asia el fenómeno Han Kang no empezó con la publicación de –La vegetariana, su obra más conocida, en 2007 sino en 2016 cuando recibió por ella el premio Man Booker International, que premia a las obras traducidas al inglés. Vale destacar que Sunme Yoon ya la había traducido al español en 2012 para el sello argentino Bajo La Luna, que tiene un gran catálogo de títulos surcoreanos.
Han Kang tiene 53 años y es la primera mujer asiática en recibir este premio por “la intensidad de su prosa poética que confronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”. Su literatura no es para nada cómoda de leer. Es áspera y cruda en su representación de la violencia. En Actos humanos narra los sucesos de Gwangju en 1980, cuando el ejército de un régimen totalitario sofocó con violencia un levantamiento popular. En el mismo año de la publicación, el gobierno conservador de Park Geunhye la incorporó a una lista negra por hablar de temas ideológicamente problemáticos, dejándola sin políticas de apoyo institucional que son tan importantes para incentivar la producción de las literaturas jóvenes, o por lo menos jóvenes en los términos globales de los que hablaba al principio.
En La vegetariana, Yeonghye abandona el consumo de carne. Sin embargo, casi nunca presenciamos el proceso a través de su propia narración o un narrador que la acompañe de cerca (un narrador equisciente) sino a través de los ojos de su marido, su cuñado y su hermana. Lo único que conocemos de la vida interior de Yeonghye son sus sueños, en los que la carne aparece como símbolo de una crueldad heredada contra la que busca revolverse: “Por más que respire profundamente no se me libera el pecho. Son gritos, alaridos apretujados, que se han atascado allí. Es por la carne. He comido demasiada carne. Todas esas vidas se han atorado en ese lugar”. La problematización del consumo de carne no vale tanto como discurso proteccionista, sino como ejemplo de las consecuencias que tiene para la protagonista construir sentido por fuera del consenso común: “El comer carnes es un instinto. El ser vegetariano va en contra del instinto. No es algo natural”, le dicen.
Este reconocimiento es una gran oportunidad para acercarse a la literatura surcoreana a través de ediciones nacionales, como todas y cada una de las ediciones de la editorial Hwarang (que no solo tienen una gran calidad en su contenido, sino que son preciosas). Las plumas femeninas, especialmente, tienen muchísimo potencial y son muy refrescantes y enriquecedoras.
Ficha Técnica
- Idioma: español
- Editorial: Bajo La Luna
- Autor: Han Kang
- Año: 2012
- Páginas: 177