Si se pudiera extender una mirada más amplia, en referencia al abrumador despliegue vacacional de los argentinos en estos 5 días en que la Pascua unió su festividad a la conmemoración por Malvinas, seguramente contaría con resultados más aproximados para arribar a un claro entendimiento sobre los porqué de este evidente movimiento económico.
No es prohibitivo tomarse días de descanso, y si fueran más los que pudieran acceder a este privilegio, mejor todavía. La cuestión no pasa si se puede ser más feliz, o lo contrario. Pasa por saber si el termómetro de la economía, específicamente a lo que hace al consumo interno, es real o prestado. Por no decir mentiroso.
Quien suscribe, comparativamente a años anteriores, agregando además, al restante grupo familiar, el cual es muy numeroso, no ha contado esta vez con la fortuna de poder rajar a ninguna parte. No hablamos de Brasil, Chile, Punta del Este, Bariloche o el norte argentino. Sitios raramente visitados. Solemos ir generalmente a Córdoba, este año, fue sólo un integrante de la familia, por invitación de un amigo. Lugar además, donde no paga hospedaje.
He oído por estos días a economistas, inclusive de distintas tendencias, decir que es probable que sectores medios poseedores de algún ahorro, hayan utilizado los mismos, para largarse a algún lado. Y uno se pregunta ¿cuántos pueden llegar a ser éstos “quemadores de ahorros”? ¿Cómo dicen entonces que el país está quebrado, que la gente la está pasando mal, que apenas tiene para comer y mal?
Todo merece, aunque el diagnóstico no sea exacto, algún tipo de explicación. Volviendo de Córdoba, comentó este buen señor, quien fue a vender zapatillas que él mismo fabrica, como lo hace habitualmente, a una gran feria que se desarrolla en la ciudad de Merlo, San Luis, que en 4 días de feria sólo vendió 14 pares de zapatillas… claro, gente sobraba por todas partes, pero ya era otra gente, otros gustos, lo barato no prestigia. ¿Qué nombre le cabe a esta realidad, a este disloque, que no pueda denominarse corrimiento?
Este veraneante vendedor, quien hace un año atrás volvía a Buenos Aires con su camioneta prácticamente vacía, marca que algo muy significativo sucedió entre el año pasado y el que transcurre. El termómetro de la economía no miente, cuando se lo ubica en la axila del pueblo que es donde se mide la realidad con mayor crudeza. No hace falta ser economista, ni sociólogo avezado para advertir que en algo más de un año los salarios cayeron en picada, lo que estrangula el mercado interno y lo que amaga un fin de semana largo como superávit, no habilita para creer que estamos mejor.
En la ciudad de Merlo, se veía mucha gente, que ´posiblemente antes viajaba a Brasil, y en Mar del Plata, los que veraneaban en Punta, el resto miramos los autos por televisión, que así amontonados, nos hacen creer que tiramos manteca al techo.